Joseph Conrad - Dirección General de Bibliotecas - Consejo ...
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<strong>de</strong>sman<strong>de</strong>n al hablar, porque traen cierta herencia, pues la Rosalía, que es<br />
rete mansa, no por ello <strong>de</strong>ja <strong>de</strong> ser hija <strong>de</strong> mi santa madre, que <strong>de</strong> dios goce,<br />
y que tenía un carácter <strong>de</strong> pronóstico reservado, por no <strong>de</strong>cir nada más <strong>de</strong><br />
mi adorada progenitora... no sea que mis palabras le hagan ruido en el otro<br />
lado... don<strong>de</strong> también es importante llevar las cosas en paz, por aquello <strong>de</strong><br />
las buenas relaciones...<br />
Meche<strong>de</strong>s, por ejemplo, no toleró jamás que el médico le recomenda<br />
ra <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> una vez por todas el terrible sistema <strong>de</strong> los enemas cotidianos<br />
agravados, a<strong>de</strong>más, porque ante el menor síntoma <strong>de</strong> trastorno respiratorio,<br />
Merce<strong>de</strong>s, sin consultar a nadie (¡y teniendo médico en casa!, <strong>de</strong>cían por<br />
igual hermanas y cuñadas, es <strong>de</strong>cir, la gruesa tribu <strong>de</strong> tías <strong>de</strong> los Esquivias)<br />
extraía <strong>de</strong> los múltiples, incontables cajoncillos <strong>de</strong> su ropero principal (el <strong>de</strong><br />
luna, por supuesto) un viejo trasto metáhco, híbrido <strong>de</strong> cacerola y matraz, y<br />
hervía allí, en agua buUente, los amenazadores sinapismos que, sin temor, se<br />
aphcaba en el pecho y en la espalda, produciéndose a veces quemaduras no<br />
sólo lamentables y sin duda dolorosísimas, sino totalmente innecesarias.<br />
Esa era la opinión <strong>de</strong> todos, pero ahora que los años han corrido in<strong>de</strong>teniblemente,<br />
se pue<strong>de</strong> dudar quién tenía razón, si la tía Meche<strong>de</strong>s, que casi alcanzó<br />
los noventa años bajo la guadaña <strong>de</strong> la tuberculosis, acidulada por lavativas<br />
y parches porosos al rojo vivo, o sus familiares, que temían su muerte<br />
cada vez que le daba un catarrito.<br />
Los Esquivias, aunque seria mejor <strong>de</strong>cir las Esquivias, pues las frecuentes<br />
tías <strong>de</strong> Carlos gran<strong>de</strong> formaban también legión, sostenían con sensatez que<br />
todo acaba por saberse y abonaban su dicho citando suculentos chismes <strong>de</strong><br />
la vida capitalina, como cuando se supo "<strong>de</strong> tejas para abajo" que el embarazo<br />
y posterior parto malhadado (a lo mejor fue un aborto, murmuraban,<br />
tapándose la boca y la mirada baja, pero hablando en voz alta) <strong>de</strong> la encopetada<br />
señorita Loazagorta se <strong>de</strong>bía a las asiduida<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l chofer <strong>de</strong> don Rafáil,<br />
o cuando se <strong>de</strong>scubrió que la incalculable fortuna <strong>de</strong>l licenciado Auerbach<br />
Pesado provenía <strong>de</strong> que el clero, cuando la cochina <strong>de</strong>samortización juarista,<br />
confió muchos <strong>de</strong> sus bienes a su abuelo, que sigue mirando <strong>de</strong>spectivamente<br />
al mundo y a la alta sociedad mexicana <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su monumento fimerario<br />
<strong>de</strong>l Panteón Francés, porque no ha olvidado, insistía Asunción, la más comunicativa,<br />
la manera en que lo lambisconearon todos los popofes mexicanos.<br />
Fue, pues, natural que Carlín, digno sobrino <strong>de</strong> gente tan avanzada en