Joseph Conrad - Dirección General de Bibliotecas - Consejo ...
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De todos los temas a disposición <strong>de</strong> un escritor,<br />
éste era el único que estaba en condiciones<br />
<strong>de</strong> tratar por aquella época. La profundidad y<br />
la naturaleza <strong>de</strong>l sentimiento con que me dispuse<br />
a abordarlo quizás encontraron su más<br />
cabal expresión en la <strong>de</strong>dicatoria que va al frente,<br />
aunque hoy ésta me parezca singularmente<br />
<strong>de</strong>sproporcionada, y esto es un nuevo ejemplo<br />
<strong>de</strong> la abrumadora gran<strong>de</strong>za <strong>de</strong> nuestras propias<br />
emociones.<br />
Dicho esto, séame permitido hacer unas<br />
cuantas observaciones sobre la materia misma<br />
<strong>de</strong> esta narración. Su marco pertenece a esos<br />
rumbos <strong>de</strong> los mares <strong>de</strong>l Extremo Oriente <strong>de</strong><br />
los que durante mi vida <strong>de</strong> escritor he extraído<br />
la mayor parte <strong>de</strong> mis relatos. El solo hecho <strong>de</strong><br />
confesar que pensé durante largo tiempo en este<br />
relato bajo el titulo <strong>de</strong> El primer mando, indicará<br />
ya al lector que se refiere a una experiencia personal.<br />
Y, efectivamente, se trata <strong>de</strong> una experiencia<br />
personal vista con la perspectiva <strong>de</strong>l recuerdo<br />
y coloreada con ese amor que no po<strong>de</strong>mos<br />
por menos <strong>de</strong> experimentar con respecto a acon-<br />
nustración <strong>de</strong> E!negro <strong>de</strong>l "Narcissus", Emecé<br />
tecimientos <strong>de</strong> nuestra propia vida que no nos<br />
ofrecen motivo alguno <strong>de</strong> rubor. Y este amor es<br />
tan intenso como la vergüenza y casi la angustia<br />
con que se recuerdan ciertas circunstancias<br />
lamentables, incluso simples equivocaciones<br />
cometidas en el pasado. Uno <strong>de</strong> los efectos <strong>de</strong><br />
perspectiva <strong>de</strong>l recuerdo es el <strong>de</strong> mostrarnos las<br />
cosas mayores <strong>de</strong> lo que son, <strong>de</strong>bido a que los<br />
puntos esenciales se encuentran en él aislados<br />
<strong>de</strong> su contorno <strong>de</strong> minucias cotidianas, automáticamente<br />
borradas <strong>de</strong>l espíritu. Recuerdo con<br />
placer esta época <strong>de</strong> mi vida marítima, porque<br />
tras un comienzo enojoso vino al fin a resolverse<br />
en un éxito personal, <strong>de</strong>l que conservo una<br />
prueba tangible en los términos <strong>de</strong> la carta que<br />
mis armadores me escribieron dos años más tar<strong>de</strong>,<br />
cuando dimití <strong>de</strong> mi mando para volver a<br />
Europa. Esta dimisión señaló el comienzo <strong>de</strong><br />
otra fase <strong>de</strong> mi vida marítima, su fase final, por<br />
así <strong>de</strong>cirlo, que no <strong>de</strong>jó <strong>de</strong> colorear a su vez otra<br />
porción <strong>de</strong> mis obras. Yo no tenía entonces la<br />
menor i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que mi vida <strong>de</strong> maríno tocaba a<br />
su fin, así que no experímenté otra trísteza que<br />
la <strong>de</strong> separarme <strong>de</strong> mi barco. Deploré también<br />
tener que romper mis relaciones con los armadores<br />
<strong>de</strong> éste, que me acogieran con gran cordialidad,<br />
<strong>de</strong>positando su confianza en un hombre<br />
entrado a su servicio, <strong>de</strong> modo acci<strong>de</strong>ntal<br />
y en circunstancias realmente poco lucidas. Sin<br />
tratar por ello <strong>de</strong> <strong>de</strong>preciar un ápice el celo por<br />
mi <strong>de</strong>splegado, no puedo por menos <strong>de</strong> sospechar<br />
ahora el importante papel que <strong>de</strong>sempeñó<br />
el azar en el feliz término <strong>de</strong> la confianza que<br />
en mí <strong>de</strong>positaran, y seguramente no es posible<br />
recordar sin cierta satisfacción un tiempo en que<br />
el azar venía a secundar el propio esfuerzo. Las<br />
palabras que he escogido como epígrafe: "dignos<br />
para siempre <strong>de</strong> mi respeto", están sacadas<br />
<strong>de</strong>l texto mismo <strong>de</strong> este libro, y aunque uno <strong>de</strong><br />
mis críticos haya opinado que <strong>de</strong>bían aplicarse<br />
al barco, es evi<strong>de</strong>nte, a juzgar por el lugar en que<br />
se encuentran, que se refieren a los hombres <strong>de</strong><br />
la tripulación y que, aunque totalmente extraños<br />
a su nuevo capitán, le aportaron un concurso<br />
fiel durante aquellos veinte días en que constantemente<br />
parecía que se estaba a dos <strong>de</strong>dos <strong>de</strong><br />
una lenta y mortal <strong>de</strong>strucción. Y he aquí, sin<br />
duda, el máximo recuerdo entre todos, pues seguramente<br />
es cosa gran<strong>de</strong> el haberse encontrado<br />
a la cabeza <strong>de</strong> un puñado <strong>de</strong> hombres dignos<br />
para siempre <strong>de</strong> nuestro respeto.