<strong>Joseph</strong> <strong>Conrad</strong>, por Walter Tittle 38 DEMEffiO
Al otro día se vio a Makola muy atareado lontar en la cerca la balanza gran<strong>de</strong> para pesar el marfil. "¿Qué hace ese asqueroso canalla?", dijo Carlíer. Y salió a la cerca seguido r Kayerts. Pusiéronse a observar lo que hacía akola, que no se daba por enterado. Cuando la balanza estuvo en el fiel, trató <strong>de</strong> levantar un colmillo. Pesaba <strong>de</strong>masiado. Echó una mirada <strong>de</strong> <strong>de</strong>sesperación, sin <strong>de</strong>cir palabra, y durante minuto estuvieron los tres junto a la balantan mudos e inmóviles como estatuas. De pente Carlíer exclamó: -¡Agárralo por la otra punta, animal! Y juntos levantaron el colmillo. Kayerts, temilando como una hoja, murmuró: -i Vaya, vaya! Y <strong>de</strong>l bolsillo sacó un pedazo <strong>de</strong> papel sucio y η trozo <strong>de</strong> lápiz. Vuelto <strong>de</strong> espaldas a los otros, imo si tratara <strong>de</strong> hacer trampa, anotó ftirtivaente el peso que Carlíer le gritaba como si esviera lejos. Makola musitó como para sí: -Hace aquí mucho sol para estos colmillos. Carlíer, <strong>de</strong>spreocupadamente, dijo a Kayerts: -Digo, jefe, que yo podría ayudarle un poco a meter todo esto en el almacén. Mientras volvían a la casa, Kayerts dijo con un suspiro: -Había que hacerlo. Y Carlier <strong>de</strong>claró: -Es una cosa <strong>de</strong>plorable, pero como los hombres eran hombres <strong>de</strong> la Compañía, el marfil es marfil <strong>de</strong> la compañía. Tenemos que mirar por él. -Yo daré parte al director, claro está -dijo Kayerts. -Claro está, y que él <strong>de</strong>cida -dijo Carlier. Al mediodía comieron con apetito. Kayerts suspiraba <strong>de</strong> tiempo en tiempo. Cada vez que nombraban a Makola, le añadían un epíteto <strong>de</strong>nigrante y aquello les tranquilizaba la conciencia. Makola hizo media fiesta y bañó su prole en el río. En todo el día no se acercó por allí nadie <strong>de</strong> las al<strong>de</strong>as <strong>de</strong> Gobila. Ni al siguiente, ni al otro, ni en todos los días <strong>de</strong> la semana. Los <strong>de</strong> Gobila parecían estar muertos y enterrados, pues no daban señales <strong>de</strong> vida. Pero no hacían más que llorar a los que habían perdido por brujerías <strong>de</strong> los blancos que trajeron a la región la 39 II8ÍI0TECA DE MEXICO gente mala. Ya estaban lejos los negros malos, pero quedaba el miedo. El miedo tarda en irse. Pue<strong>de</strong> un hombre <strong>de</strong>struirlo todo <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> sí: el amor, el odio, las creencias y hasta la duda, pero mientras sigue pegado a la vida no <strong>de</strong>struye el temor, el miedo sutil, in<strong>de</strong>structible y terrorífico que inva<strong>de</strong> su ser y sus pensamientos y acecha en su corazón, espía en sus labios el acezar <strong>de</strong>l último aliento. En su temor, aquel viejo Gobila, tan manso, ofreció sacrificios extrahumanos a todos los malos espíritus que se habían posesionado <strong>de</strong> los blancos, amigos suyos. Se le encogía el corazón. Hubo guerreros que hablaron <strong>de</strong> incendiar y matar, pero el canto salvaje logró disuadirlos. ¿Quién podría pre<strong>de</strong>cir el daño que causarían aquellas misteriosas criaturas si se las irritaba? Había que <strong>de</strong>jarlos solos. Quizá con el tiempo <strong>de</strong>saparecerían <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la tierra como había <strong>de</strong>saparecido el primero. Mejor sería que la gente se mantuviera a distancia <strong>de</strong> ellos y esperase tiempos mejores. Kayerts y y Carlier no <strong>de</strong>saparecieron, se 1 quedaron en esta tierra que en cierto modo les hizo más ancha y vacía. No les impresión ba tanto la absoluta y callada soledad <strong>de</strong>l puesto como el sentimiento inarticulado <strong>de</strong> que algo <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> ellos se había roto, algo que trabajaba por su seguridad e impedía que la opresión <strong>de</strong> la selva les penetrara el corazón. Imágenes <strong>de</strong>l hogar; memorias <strong>de</strong> semejantes suyos, <strong>de</strong> hombres que pensaban y sentían como ellos retrocedieron a distancias que hacía confusas el resplandor <strong>de</strong> un sol sin nubes. Y el amplio silencio <strong>de</strong> la soledad circunstante, su misToátá <strong>de</strong>sesperación y salvajismo parecían acercarse-^ les más, ir arrastrándolos poco a poco, acariciarlos, envolverlos <strong>de</strong> modo irresistible, familiar y repugnante. Los días se hicieron semanas, las semanas meses. A cada nueva luna los <strong>de</strong> Gobila tamborileaban y vociferaban como antes, pero sin acercarse a la factoría. Makola y Carlier trataataron un día <strong>de</strong> abrir comunicaciones en una t noa pero se les acogió tan mal que corrieron a estación por temor a per<strong>de</strong>r el pellejo. El vapor tardaba. Primero hablaron <strong>de</strong> la tardanza entre bromas, luego con ansia, luego en tono sombrío. Aquello se iba poniendo serio. Se agotaban las provisiones. Carlier echaba al río sus anzuelos <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la orilla, pero las aguas habían bajado <strong>de</strong> nivel y los peces se mantenían en
- Page 1: , Ú168-476X NUMERO 102 NOVIEMBRE-D
- Page 4 and 5: Joseph Conidd en IS74 JOSÉ DE LA C
- Page 6 and 7: Reforma del Fondo de Cultura Econó
- Page 8 and 9: ne, la critique, en alguna forma la
- Page 10 and 11: don Quijote fue lector de las novel
- Page 12 and 13: tarios han precisado casi seis hora
- Page 14 and 15: JORGE LUIS BORGES MANUSCRITO HALLAD
- Page 16 and 17: TEXTOS DE JOSEPH CONRAD
- Page 18 and 19: y emocional del lugar y del momento
- Page 20 and 21: De todos los temas a disposición d
- Page 22 and 23: el número de sus lectores, jamás
- Page 24 and 25: palestra que acoge a todas sus indi
- Page 26 and 27: Cuna del tráfico marítimo y de la
- Page 28 and 29: nales y de imponente historia, vive
- Page 30 and 31: Joseph Conrad UNA AVANZADA DEL PROG
- Page 32 and 33: Asentía el otro, y, entusiasta y v
- Page 34 and 35: a mucha otra ilustre gente; persona
- Page 36 and 37: espaldas de la factoría y retornó
- Page 38 and 39: ajarán mejor. Hay mucho vino de pa
- Page 42 and 43: el centro de la corriente. Y no ten
- Page 44 and 45: -Sí, lo vi -dijo Makola-. Pero no
- Page 46 and 47: Joseph Conrad en su estudio
- Page 48 and 49: Plaza de Guaymas, Sonora 46 8IÍU0T
- Page 50 and 51: Por las tardes, sentada al rescoldo
- Page 52 and 53: único que no pudo soportar por una
- Page 54 and 55: guardaba, envuelto en el consabido
- Page 56 and 57: una buena contribución, el párroc
- Page 58 and 59: to. Cuando menos dos veces al año,
- Page 60 and 61: las disciplinas de la comunicación
- Page 62: sus pesquisas familiescas todos aqu
- Page 65 and 66: familiares y demás. Pero descubri
- Page 67 and 68: Consejo Nacional para la Cultura y