La educación y sus máscaras - Real Academia de Ciencias Morales ...
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hombre es una acción ilusoria o es una acción social. Pero cuando<br />
se acepta la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> que el ser individual <strong>de</strong> cada hombre es una<br />
persona, es <strong>de</strong>cir, una realidad <strong>sus</strong>tantiva que, aun cuando esté condicionada<br />
por <strong>de</strong>terminadas relaciones sociales y objetivas, conserva<br />
su capacidad <strong>de</strong> <strong>de</strong>cisión, se pue<strong>de</strong> distinguir claramente entre la<br />
acción que tien<strong>de</strong> al perfeccionamiento <strong>de</strong> la persona y la que tien<strong>de</strong><br />
al perfeccionamiento <strong>de</strong> la sociedad, aunque uno y otro tipos <strong>de</strong><br />
actividad tengan estrechas relaciones.<br />
Un autor tan poco sospechoso <strong>de</strong> «tradicionalismo» como Kerschensteiners,<br />
afirma explícitamente que el educador «no aspira a<br />
redimir a la humanidad, sino a éste o aquel hombre aislado o concreto»<br />
74. Y una <strong>de</strong> las estrellas <strong>de</strong>l progresismo pedagógico, Neill,<br />
el creador <strong>de</strong> Summerhill, también afirma 75 que con su escuela lo<br />
que preten<strong>de</strong> es hacer felices a los niños que a ella acu<strong>de</strong>n sin preten<strong>de</strong>r<br />
la reforma <strong>de</strong> la sociedad. Y es que, ahora más que nunca,<br />
conviene distinguir con claridad lo que es acción educativa <strong>de</strong> Jo<br />
que es acción social o política, porque <strong>de</strong> la confusión únicamente<br />
se siguen i<strong>de</strong>as erróneas y actuaciones equivocadas. <strong>La</strong> <strong>educación</strong><br />
tiene como fin el mejoramiento <strong>de</strong>l hombre, es un servicio a la persona<br />
humana, mientras que la acción social o política tiene como<br />
fin el mejoramiento <strong>de</strong> la sociedad, es un servicio a la comunidad.<br />
Claro está que <strong>de</strong> la <strong>educación</strong> se siguen consecuencias beneficiosas<br />
para la sociedad y, recíprocamente, <strong>de</strong> la acción política y social<br />
pue<strong>de</strong>n surgir consecuencias beneficiosas para la <strong>educación</strong>. Pero<br />
esto no quita, repito, el que la <strong>educación</strong> sea un servicio directo a<br />
la persona e indirecto a la sociedad, mientras que la acción social<br />
o política es un servicio directo a la sociedad e indirecto a la persona<br />
humana.<br />
En el fondo, el reduccionismo político implica una <strong>de</strong>gradación<br />
<strong>de</strong>l concepto mismo <strong>de</strong> <strong>educación</strong>, que <strong>de</strong> ser un proceso a través<br />
<strong>de</strong>l cual la persona camina hacia su completa realización, pasa a ser<br />
un proceso uniformante, en el cual <strong>de</strong>saparece el carácter personal<br />
<strong>de</strong>l pensamiento para ser <strong>sus</strong>tituido por un pensamiento idéntico en<br />
todos los miembros <strong>de</strong> la sociedad. <strong>La</strong> <strong>educación</strong> se convierte en un<br />
medio para alcanzar las metas <strong>de</strong> la política. <strong>La</strong> libertad personal<br />
queda aprisionada por el proceso <strong>de</strong> la revolución y por la voluntad<br />
<strong>de</strong> quienes <strong>de</strong>tentan el po<strong>de</strong>r político.<br />
En la superficie <strong>de</strong> la vida social y política la visión pragmatista<br />
<strong>de</strong> la <strong>educación</strong>, consecuencia y refuerzo <strong>de</strong>l mundo capitalista, y<br />
la visión totalitaria, nazi o marxista, aparecen contrapuestas. Reducido<br />
el fascismo, al menos <strong>de</strong> momento, a minorías sin apenas in-<br />
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74 KERSCHENSTEINERS, El alma <strong>de</strong>l educador. Colección <strong>La</strong>bor, Barcelona, 1928, p. 71.<br />
75 NEILL, A. S., Summerhill, Penguin Books, Harmondsworth, 1971, p. 109.