La educación y sus máscaras - Real Academia de Ciencias Morales ...
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ciones escolares se olvida <strong>de</strong> estas últimas aspiraciones, se queda a<br />
menos <strong>de</strong> medio camino. Y la razón es muy sencilla. El espíritu, que<br />
para muchos no es más que una palabra idiota, es la clave <strong>de</strong>l carácter<br />
humano <strong>de</strong> una existencia. Si queda marginado se convierte<br />
en fuente <strong>de</strong> inquietud.<br />
Por otra parte, la institución escolar se ha encerrado -quizás<br />
orgullosamente- en <strong>sus</strong> propias pare<strong>de</strong>s, cayendo en un formalismo<br />
rígido y olvidando que la <strong>educación</strong> no es el resultado <strong>de</strong> un solo<br />
estímulo o tipo <strong>de</strong> estímulos, sino el resultado <strong>de</strong> la convergencia<br />
<strong>de</strong> distintos factores educativos que actúan en los centros docentes,<br />
en la sociedad en general, y, primaria y constantemente, en la institución<br />
familiar.<br />
También se pue<strong>de</strong> atribuir el fracaso <strong>de</strong> la <strong>educación</strong> escolar a la<br />
peculiar situación <strong>de</strong> los profesores, que en el pragmatismo tecnicista<br />
quedan reducidos a meros ejecutores <strong>de</strong> los programas educativos<br />
previamente establecidos, y en los reduccionismos revolucionarios<br />
son rechazados como representantes <strong>de</strong> la autoridad, opresores, por<br />
consiguiente, <strong>de</strong> los escolares. En la situación aludida, los profesores<br />
se sienten frustrados en su personalidad y en su tarea, inseguros,<br />
carentes <strong>de</strong> i<strong>de</strong>ntidad propia.<br />
Los profesores pue<strong>de</strong>n también caer en la trampa <strong>de</strong> una actitud<br />
completamente negativa respecto <strong>de</strong> los reduccionismos que les acosan.<br />
Vale la pena tener presente que estos reduccionismos son falsos<br />
por lo que niegan, pero encierran en ellos una parte <strong>de</strong> verdad.<br />
<strong>La</strong> técnica ha <strong>de</strong> ser incorporada a la <strong>educación</strong>, aunque no se la<br />
<strong>de</strong>be absolutizar como si ella pudiera resolver todos los problemas<br />
educativos. <strong>La</strong> sociedad ha <strong>de</strong> ser tenida en cuenta, porque ella condiciona,<br />
aunque no <strong>de</strong>termine causalmente, la vida <strong>de</strong> los hombres.<br />
<strong>La</strong> existencia individual ha <strong>de</strong> ser igualmente consi<strong>de</strong>rada porque<br />
cada hombre es un ser irrepetible, pero no absolutizarla hasta quedar<br />
ciegos a los condicionantes externos <strong>de</strong> la vida <strong>de</strong>l individuo.<br />
El panorama que se ha diseñado, tal vez próximo al catastrofismo,<br />
queda bastante mitigado en la realidad, porque la realidad misma,<br />
la naturaleza, se opone a la realización <strong>de</strong> las i<strong>de</strong>ologías. Vale<br />
la pena tener en cuenta que la naturaleza se entien<strong>de</strong> en su doble<br />
sentido, la naturaleza como realidad objetiva y la naturaleza humana,<br />
<strong>de</strong>positaria <strong>de</strong> una libertad para ser realizada en el mundo, es <strong>de</strong>cir,<br />
<strong>de</strong> una libertad condicionada. Los reduccionismos pedagógicos no<br />
alcanzan todas <strong>sus</strong> consecuencias prácticas, porque la realidad, olvidada<br />
O arrojada por las actitu<strong>de</strong>s i<strong>de</strong>ológicas, a la postre se impone<br />
frente a ellos. En este punto no está <strong>de</strong> más la paradoja <strong>de</strong> congratularse<br />
por la inconsecuencia <strong>de</strong> algunos hombres, que teóricamente<br />
niegan la diferencia esencial entre el ser humano y las cosas materiales,<br />
pero en la práctica reconocen y respetan la dignidad humana.<br />
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