Untitled - codhem
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A FONDO<br />
32<br />
ser el lugar donde descubrir valores<br />
que orientan su propia vida” 3 .<br />
Influenciada además por el mundo mediático<br />
y el virtual-informático, la educación<br />
es hoy el espacio de lo abstracto,<br />
de lo impersonal, de lo generalizado,<br />
de lo a-crítico, de los sistemas de enseñanza<br />
adaptados a estructuras predeterminadas<br />
que limitan al máximo la<br />
sorpresa, el asombro, lo inesperado, el<br />
acontecimiento, instancias fundamentales<br />
que suscitan en el alumno la sed<br />
y el hambre de conocer el mundo y de<br />
encontrarse con los otros.<br />
Certeramente Iván Illich ha expresado<br />
que la educación “ha llegado a significar<br />
lo opuesto del proceso vital de aprendizaje<br />
que parte de un medio ambiente<br />
humano; un medio en el que, casi continuamente,<br />
la mayoría tiene acceso a<br />
todos los hechos e instrumentos que<br />
modelan sus vidas. Ha pasado a significar<br />
algo adquirible a espaldas de la<br />
cotidianidad, mediante el consumo de<br />
una mercancía y la acumulación del conocimiento<br />
abstracto de la vida” 4 .<br />
Lo anterior significa que la educación<br />
se ha hecho un buen negocio, una estrategia<br />
mundial con fines productivos<br />
y económicos que se dice contribuir<br />
al progreso de cada país, de modo tal<br />
que el conocimiento ha devenido a ser<br />
un servicio –o mercancía- que puede<br />
ser producido y consumido. No obstante,<br />
esta mercancía es cada día más<br />
costosa, propiciando rezago educativo<br />
y en algunas ocasiones exclusión social<br />
y laboral. Si antes la escuela era el lugar<br />
donde se nos inquietaba a aspirar a la<br />
verdad más alta, ahora es el sitio donde<br />
se nos vende una credencial para<br />
ingresar a la competencia del mercado<br />
laboral y aspirar a puestos cada vez más<br />
altos. No sin razón se ha dicho que el<br />
discurso de la educación actual es “esclavo<br />
de la mentalidad dominante que<br />
no se preocupa por cultivar cada persona<br />
en su originalidad, sino por producir<br />
mecánicamente copias fieles a los<br />
prototipos diseñados por mercaderes<br />
o ideólogos, eso sí, con gran eficacia<br />
técnica; en palabras de Nietzsche, ‘bestias<br />
hábiles’” 5 .<br />
La dinámica actual de la educación es el<br />
ideal de una sociedad netamente competitiva,<br />
“compuesta por individuos<br />
para los cuales la libertad de elección<br />
es la única forma de expresar independencia<br />
de su ambiente natural y<br />
social” 6 . Sin embargo, esta libertad es<br />
engañosa, puesto que está condicionada<br />
por las reglas que rigen el mercado<br />
global, por la lógica utilitarista que reduce<br />
las relaciones tangibles entre las personas<br />
a simples relaciones mercantiles,<br />
en la que el individuo está totalmente<br />
libre de actuar en su propio interés,<br />
sin límites explícitos y sin cargar con la<br />
conciencia de su ser social con deberes<br />
particulares. Como lo señala Gerald<br />
Berthoud, a los individuos de hoy “se<br />
les libera de un sentimiento profundo<br />
3<br />
José Savagnone, “¿Es posible todavía educar”, en Revista Humanitas, Pontificia Universidad<br />
Católica de Chile, no. 52, julio-septiembre, 2008. En línea: humanitas.cl/html/biblioteca/articulos/d0560.html<br />
(consultado el 9 de septiembre de 2008).<br />
4<br />
Cfr. Iván Illich, Alternativas, en Obras reunidas, vol. I, México, Fondo de Cultura Económica,<br />
p. 116.<br />
5<br />
Jacques Maritain, Op. cit. (presentación), p. 9.<br />
6<br />
Gérald Berthound, “Mercado”, en Diccionario del desarrollo, Wolfgang Sachs (coord.),<br />
México, Galileo Ediciones – Universidad Autónoma de Sinaloa, 2001, p. 151.<br />
JULIO-SEPTIEMBRE 2008