Untitled - codhem
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A FONDO<br />
38<br />
dicionamiento, obstáculo administrativo<br />
o de sistema. El valor de aprender<br />
sobre sí mismo, sobre los demás y sobre<br />
la naturaleza –en la evidencia de las<br />
cosas--. Ese aprendizaje que en absoluto<br />
llega a ser propiedad individual, por<br />
el contrario, es el motivo principal para<br />
compartirlo con los otros. El verdadero<br />
aprendizaje, decía Iván Illich, sólo puede<br />
ser la práctica pausada de la gente<br />
libre, porque sabe que ha nacido libre<br />
y no con una libertad que le ha sido<br />
otorgada.<br />
¿Cuándo aprendemos Cuando somos<br />
suscitados o provocados por algo o alguien.<br />
Aprender es “la actividad humana<br />
que menos manipulación de terceros<br />
necesita. La mayor parte del aprendizaje<br />
no es la consecuencia de una instrucción.<br />
Es más bien el resultado de<br />
una participación a la que no se estorba<br />
en un entorno significativo” 25 . Es el resultado<br />
de nuestra confrontación directa<br />
y palpable con las cosas del mundo<br />
y con nuestra relación con los demás.<br />
De hecho, toda relación humana es<br />
motivo de aprendizaje. Es la forma de<br />
encontrarse con un entorno concreto,<br />
real, en la sustancia cotidiana de la vida.<br />
El aprendizaje nutre nuestra alma y da<br />
vigor a nuestros sentidos. Ciertamente,<br />
como lo señala Illich, “para que un<br />
hombre pueda crecer, lo que necesita<br />
es el libre acceso a las cosas, a los sitios,<br />
a los métodos, a los acontecimientos,<br />
a los documentos. Tiene necesidad de<br />
ver, de tocar, de manipular, gustoso de<br />
asir todo lo que le rodea en un medio<br />
que no esté desprovisto de sentido” 26 .<br />
Lo principal del aprendizaje sobreviene<br />
casualmente.<br />
Lo que sostiene nuestra necesidad de<br />
aprender es que, en realidad, en las<br />
entrañas de las cosas se encuentra la<br />
evidencia clara de que todo en el mundo<br />
tiene un sentido. De que entre las<br />
cosas y el yo humano existe una correspondencia<br />
íntima.<br />
Aprender es ir pausadamente mascullando<br />
las preguntas suscitadas, dando<br />
pequeños pasos, uno tras otro, antes<br />
que intentar dar grandes pasos. Santo<br />
Tomás de Aquino nos recomienda que<br />
no entremos de repente en el mar,<br />
sino comenzar a navegar en los ríos.<br />
La conversación ocupa un lugar importante<br />
en el aprendizaje, en un cruce<br />
continuo de preguntas, de inquietudes<br />
y asombros. El arte de conversar constituye<br />
la fuerza del aprender. Aquella<br />
conversación misteriosa y cálida a la vez.<br />
“Toda conversación -escribe Gadamer-,<br />
presupone un lenguaje común, o mejor<br />
dicho, constituye desde sí un lenguaje<br />
común. Como dicen los griegos, algo<br />
aparece puesto en medio, y los interlocutores<br />
participan de ello y se participan<br />
entre sí sobre ello. El acuerdo<br />
sobre el tema, que debe llegar a producirse<br />
en la conversación, significa<br />
necesariamente que en la conversación<br />
se elabora un lenguaje común” 27 .<br />
Este lenguaje común crea un ambiente<br />
propicio para alimentar una reflexión<br />
compartida entre un conjunto de personas<br />
reunidas con un sólo propósito:<br />
el deseo de aprender y de compartir lo<br />
aprendido.<br />
Entre las muchas formas de convivir,<br />
señala Gabriel Zaid, la conversación<br />
25<br />
Iván Illich, La sociedad desescolarizada, en Obras reunidas, vol. I, p. 226.<br />
26<br />
Ibid., p. 318.<br />
27<br />
Cfr. Hans-Georg Gadamer, Verdad y método, vol. I, Salamanca, Sígueme, 2003, p.<br />
457.<br />
JULIO-SEPTIEMBRE 2008