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LA ENFERMEDAD Y SUS METÁFORAS - eTableros

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profanaciones de una era igualitaria. Para su libro inconcluso sobre Bélgica, Baudelaire<br />

anotaba:<br />

Todos llevamos el espíritu republicano en las venas como la sífilis en los<br />

huesos, estamos democratizados y venerealizados.<br />

En tanto que infección moralmente corruptora y físicamente debilitante, la<br />

sífilis se convertiría en el tropo típico de las polémicas antisemitas de fines del siglo XIX<br />

y principios del XX. En 1933 Wilhelm Reich aducía «el miedo irracional a la sífilis como<br />

una de las fuentes más importantes de las posturas políticas y de las opiniones<br />

antisemitas del nacionalsocialismo». Pero aun advirtiendo que los siniestros e<br />

insistentes ataques contra la sífilis que aparecen en Mein Kampf son proyecciones de<br />

fobias sexuales y políticas, Reich nunca se percató de todo lo que él mismo proyectaba<br />

usando el cáncer como metáfora de los males modernos. De hecho, el cáncer se presta<br />

mucho más que la sífilis a la metáfora.<br />

La sífilis ofrecía la posibilidad de una metáfora limitada, porque no se la<br />

consideraba misteriosa: sólo horrible. Herencia maculada (como en Espectros, de Ibsen),<br />

el peligro del sexo (como en Bubu de Montpamasse, de Charles Louis Philippe, o en Doctor<br />

Faustus, de Mann), el horror no faltaba en la sífilis. Pero no había misterio. Sus causas<br />

eran claras, se comprendía su singularidad. La sífilis, el menos apetecible de los regalos,<br />

era «transportada» o «traspasada» por un remitente a veces ignorante a un destinatario<br />

no receloso. En cambio la tuberculosis era el mal misterioso, la enfermedad de las mil<br />

causas, exactamente como hoy el cáncer, al que se le atribuyen mil orígenes aunque la<br />

enfermedad misma queda por resolver. Muchos agentes provocan el cáncer: las<br />

sustancias «carcinógenas» del medio ambiente, el patrimonio genético, la disminución<br />

de las defensas inmunológicas (a causa de alguna enfermedad previa o algún trauma<br />

emotivo), la predisposición caracterológica. Y muchos investigadores sostienen que el<br />

cáncer no es ya una enfermedad sino más de cien enfermedades clínicamente distintas;<br />

que hay que estudiar cada caso por separado y que, en definitiva, se llegará a una<br />

panoplia de curas, una para cada uno de los diferentes cánceres.<br />

El parecido entre las ideas actuales sobre las mil causas del cáncer y las hipótesis,<br />

tenaces pero caducas, sobre la tuberculosis, sugiere la posibilidad de que, a fin de<br />

cuentas, el cáncer no sea más que una sola enfermedad y que, como con la<br />

tuberculosis, su causante sea un único agente al que se le pueda aplicar un único<br />

tratamiento. Efectivamente, como lo dijo Lewis Thomas, toda enfermedad cuyas causas<br />

han sido descubiertas y que es posible prevenir y curar, resulta que se debe a una causa<br />

física simple —como el neumococo en el caso de la neumonía, el bacilo de Koch en el<br />

de la tuberculosis, la falta de una única vitamina en el de la pelagra— y lo más probable<br />

es que suceda algo así con el cáncer. El pensar que la única explicación de una<br />

enfermedad es que tiene un gran número de causas es precisamente lo que caracteriza a<br />

las enfermedades cuyas causas no se comprenden. Y son estas enfermedades, de causas<br />

supuestamente múltiples (o sea, enfermedades misteriosas) las que más posibilidades<br />

ofrecen como metáforas de lo que se considera moral o socialmente malo.<br />

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http://www.scribd.com/users/Barricadas/document_collections

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