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LA ENFERMEDAD Y SUS METÁFORAS - eTableros

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la irreparable ruina del medio ambiente, ya hayan tenido lugar. Pero aún no lo<br />

sabemos, porque los criterios han cambiado. O porque no disponemos de los parámetros<br />

idóneos para medir la catástrofe. O sencillamente porque se trata de una<br />

catástrofe en cámara lenta. (O parece que fuera en cámara lenta, porque estamos<br />

enterados, podemos anticiparla, y ahora debemos esperar que suceda, que se ponga a<br />

la altura de lo que creemos saber.)<br />

La vida moderna nos habitúa a vivir siendo intermitentemente conscientes de<br />

monstruosos, impensables —pero, nos dicen, muy probables— desastres. Todo<br />

acontecimiento importante es amenazador, y no sólo a causa de su representación en<br />

imágenes (viejo desdoblamiento de la realidad, éste, que comenzó en 1839 con la<br />

invención de la cámara fotográfica). Además de la simulación fotográfica o electrónica<br />

de los hechos, existe también el cálculo de sus posibles resultados. La realidad se ha<br />

bifurcado, convirtiéndose en la cosa real y una versión alternativa de sí misma, y ello por<br />

partida doble. Están el hecho y su imagen. Y están el hecho y su proyección. Pero tal<br />

como los hechos reales a menudo no parecen más reales que sus imágenes, y piden ser<br />

confirmados por sus imágenes, también nuestra reacción actual ante los hechos busca<br />

ser confirmada, con el apoyo del cálculo adecuado, en el esquema mental del hecho en<br />

su forma proyectada y última.<br />

La conciencia del futuro es un hábito mental, y una corrupción intelectual, tan<br />

específica del siglo XX como la conciencia histórica que, como lo señaló Nietzsche,<br />

transformó el pensamiento del siglo XIX. Ser capaz de estimar cómo se desenvolverán<br />

las cosas en el futuro es un subproducto inevitable de una comprensión más<br />

sofisticada (cuantificable, probable) de los procesos, tanto sociales como científicos. La<br />

capacidad de proyectar los acontecimientos hacia el futuro con cierta precisión ha<br />

ampliado el contenido del poder, porque se convirtió en una vasta fuente de<br />

instrucciones sobre cómo proceder con el presente. Pero, en realidad, la mirada al<br />

futuro, que antaño estaba vinculada a una representación lineal del progreso, con los<br />

nuevos conocimientos de que disponemos, jamás soñados, se ha convertido en la<br />

visión de un desastre. Todo proceso es una prospección, e invita a hacer predicciones<br />

apoyadas por las estadísticas. Digamos: el número hoy... dentro de tres años, cinco años,<br />

diez años y, desde luego, a finales de siglo. Todo lo que en la historia o la naturaleza<br />

pueda describirse como uniformemente cambiante puede verse como si llevara a la<br />

catástrofe. (Ya sea lo demasiado pequeño y decreciente: la decadencia, la declinación. O<br />

lo demasiado grande, más aún de lo que podemos comprender o absorber: el<br />

crecimiento incontrolable.) Casi todo lo que dicen los futurólogos contribuye a este<br />

nuevo sentido doble de la realidad —por encima del doble sentido al que estamos<br />

acostumbrados en virtud de la duplicación abarcativa de todo en imágenes—. Está lo<br />

que sucede ahora mismo. Y está lo que presagia: el desastre inminente, pero todavía no<br />

ocurrido, ni del todo aferrable.<br />

Dos tipos de desastre, en verdad. Y un vacío entre ambos, ante el cual la<br />

imaginación flaquea. La diferencia entre la epidemia que tenemos y la pandemia que<br />

se nos promete (las extrapolaciones de las estadísticas actuales) causa la misma<br />

impresión que la diferencia entre las guerras que tenemos, llamadas guerras limitadas, y<br />

las inimaginablemente más terribles que podríamos tener, estas últimas (con toda la<br />

maquinaria de la ciencia ficción) del tipo que a la gente le gusta jugar, como juegos<br />

electrónicos. Porque más allá de la verdadera epidemia, con su tasa de mortalidad en<br />

inexorable aumento (las organizaciones sanitarias nacionales e internacionales<br />

publican estadísticas cada semana, cada mes), se trata de un desastre cualitativamente<br />

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http://www.scribd.com/users/Barricadas/document_collections

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