LA ENFERMEDAD Y SUS METÃFORAS - eTableros
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paciente. A menudo, claro está, no se consigue. (Recuérdese: «Tuvimos que destruir Ben<br />
Suc para salvarlo».) Todo está; lo único que falta es el recuento de muertos.<br />
La metáfora militar apareció en medicina hacia 1880, cuando se identificaron las<br />
bacterias como agentes patógenos. Se decía que las bacterias «invadían» el cuerpo, o<br />
que «se infiltraban» en él. Pero el modo como hoy se mencionan el asedio y la guerra<br />
hablando del cáncer es de una exactitud literal y de una autoridad sorprendente. La<br />
descripción no se limita a la evolución clínica de la enfermedad y su tratamiento, sino<br />
que la enfermedad se convierte en el enemigo contra el que la sociedad entera ha de<br />
alzarse en pie de guerra. Más recientemente, la lucha contra el cáncer adquirió los tintes<br />
de una guerra colonial —merecedora de las mismas subvenciones oficiales—; lástima que<br />
en una década en que las guerras coloniales no han dado muy buenos frutos, esta<br />
retórica militar pareciera ser contraproducente. Los médicos pesimistas en cuanto a la<br />
eficacia del tratamiento son cada vez más numerosos, y ello pese a los grandes<br />
progresos de la quimioterapia y de la inmunoterapia a partir de 1970. Los periodistas<br />
que escriben sobre «la guerra contra el cáncer» suelen advertir a sus lectores que no<br />
hay que confundir entre los cuentos oficiales y la dura realidad; hace pocos años, un<br />
divulgador declaraba que los comunicados de prensa de la Sociedad Americana del<br />
Cáncer —según los cuales el cáncer era curable y se habían hecho progresos— le<br />
recordaban «el optimismo con que se hablaba de Vietnam antes del diluvio». No<br />
obstante, una cosa es el escepticismo ante la retórica que rodea al cáncer, y otra el apoyar<br />
a los muchos médicos mal informados que sostienen que no ha habido progresos<br />
terapéuticos y que, en realidad, el cáncer no tiene cura. Perogrulladas del establishment<br />
en Estados Unidos, que saluda incansablemente la inminente victoria; pesimismo<br />
profesional de muchos cancerólogos cuyo modo de hablar recuerda al de unos oficiales<br />
cansados de la guerra y que se sienten empantanados en un interminable conflicto<br />
colonial: deformaciones gemelas de la misma retórica militar.<br />
Hay estrategias más grandiosas, cuyas metáforas más amplias dan lugar a otras<br />
distorsiones. La tuberculosis se presentaba como la espiritualización de la conciencia; el<br />
cáncer resulta ser la anonadación y el aniquilamiento de la conciencia (por un Ello<br />
negligente). Una tuberculosis nos hace desvivirnos por refinarnos, por llegar al meollo, a<br />
nuestro Yo real. Un cáncer hace que unas células sin inteligencia («primitivas»,<br />
«embrionarias», «atávicas») se multipliquen hasta que nos sustituya un no Yo. Los<br />
inmunólogos clasifican las células cancerosas como «no propias» del cuerpo.<br />
Cabe señalar que Reich, que fue el que más contribuyó a la difusión de la teoría<br />
psicológica del cáncer, también halló un equivalente del cáncer en la biosfera.<br />
Hay una energía orgónica mortal. Está en la atmósfera. Se puede verificar su<br />
presencia mediante aparatos como el contador de Geiger. Tiene algo de cenagoso...<br />
Un agua estancada, letal, que no fluye, no metaboliza. También el<br />
cáncer se debe al estancamiento del flujo de energía vital del organismo.<br />
El lenguaje de Reich tiene su propia coherencia, inimitable. Y cada vez más, a<br />
medida que gana credibilidad el uso metafórico del cáncer, pareciera que se verificara lo que<br />
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http://www.scribd.com/users/Barricadas/document_collections