LA ENFERMEDAD Y SUS METÃFORAS - eTableros
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pero casi siempre a los pocos años de los primeros síntomas.» De quienes aún no<br />
sucumbieron se dice que, «sitiados, ya muestran los síntomas que delatan la enfermedad»,<br />
mientras que son millones los que «cobijan el virus, y son vulnerables en cualquier<br />
momento al asalto final».<br />
El cáncer hace proliferar las células; con el sida, las células mueren. Y así como este<br />
modelo original del sida (imagen especular de la leucemia) ha sido alterado, también<br />
las descripciones de cómo trabaja el virus continúan siendo el eco de cómo se supone<br />
que la enfermedad se infiltra en la sociedad. «Se ha descubierto que el virus del sida se<br />
esconde en las células. Imposible detectarlo con las pruebas normales», titulaba<br />
recientemente The New York Times en un artículo de primera página en el que se<br />
anunciaba que el virus puede «acechar» durante años en otro tipo de leucocitos, los<br />
macrófagos, desbaratando su función de anticuerpos sin matarlos, «aunque los<br />
macrófagos estén repletos de virus», y sin producir anticuerpos, las sustancias que<br />
fabrica el organismo como respuesta a los «agentes invasores», cuya presencia ha sido<br />
considerada como señal inequívoca del síndrome. 1 Que el virus no sea letal para todas las<br />
células que lo albergan, según se piensa hoy, sólo acentúa la reputación que tiene la<br />
enfermedad (el enemigo) de ser artera e invencible.<br />
Lo que hace tan aterrador el ataque viral es que se supone que la contaminación y,<br />
por consiguiente, la vulnerabilidad, es permanente. Incluso si una persona infectada no<br />
mostrara nunca síntoma alguno —es decir, si la infección permaneciera o, mediante<br />
una intervención médica, se volviera inactiva— el paciente llevaría para siempre el<br />
enemigo viral dentro. De hecho, se cree que el que algo la despierte («la desencadene»)<br />
y aparezcan los «síntomas que la delatan» es sólo cuestión de tiempo. Como la sífilis,<br />
conocida por generaciones de médicos como «la gran máscara», el sida es una<br />
construcción clínica, una inferencia. Adquiere identidad a partir de la presencia de<br />
algunos síntomas de una larga, cada vez más larga, lista (nadie padece de todo lo que el<br />
sida puede ser), síntomas que «significan» que lo que el paciente tiene es esta<br />
enfermedad. La construcción de la enfermedad se funda en la invención no sólo del<br />
sida como entidad clínica sino en una especie de sida junior, llamado complejo relacionado<br />
con el sida (CRS), etiqueta que se cuelga a la gente si muestra síntomas «precoces» y a<br />
menudo intermitentes de un déficit inmunológico, como por ejemplo fiebres, pérdida<br />
de peso, infecciones fungosas o hinchazón de las glándulas linfáticas. El sida es<br />
progresivo, una enfermedad del tiempo. Una vez alcanzada cierta densidad en los<br />
síntomas, el curso de la enfermedad puede ser veloz e ir acompañado de sufrimientos<br />
atroces. Aparte de las enfermedades «ostensibles» más comunes (algunas de ellas<br />
hasta ahora inusuales, al menos en su forma letal, tales como un extraño cáncer de<br />
piel y una forma rara de neumonía), toda una plétora de síntomas incapacitantes,<br />
1 Se dice que el importante papel atribuido a los macrófagos —«servir como reserva del virus del sida<br />
porque éste se multiplica en ellos sin matarlos, al contrario de las células T4»— explica la frecuente dificultad<br />
de encontrar linfocitos T4 infectados en pacientes con anticuerpos del virus y síntomas de sida. (Sigue<br />
suponiéndose que aparecerán los anticuerpos una vez que el virus alcance estas células clave.) Los datos de<br />
las poblaciones celulares infectadas curiosamente han sido tan escasos o irregulares como los datos sobre<br />
la infección en las poblaciones de las sociedades humanas —es curioso, porque se admite que la<br />
enfermedad está en todas partes y debe extenderse—. «Los médicos estiman que sólo una de cada millón<br />
de células T4 está infectada, lo que ha hecho que algunos se pregunten dónde se esconde el virus...» Otra<br />
sonada especulación, según el mismo artículo (The New York Times, 7 de junio de 1988): «Los macrófagos<br />
infectados pueden transmitir el virus a otras células, quizá con sólo tocarlas».<br />
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http://www.scribd.com/users/Barricadas/document_collections