LA ENFERMEDAD Y SUS METÃFORAS - eTableros
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Los rayos X dan cáncer (el tratamiento que debiera curar, mata); lo mismo dígase de<br />
las radiaciones de los televisores, de los hornos de microondas y de los relojes<br />
fluorescentes. Uno hace o se expone hoy a algo de por sí inocente o banal, cuyas<br />
consecuencias, como en el caso de la sífilis, habrá que deplorar mañana. Es cosa<br />
sabida, por otra parte, que el cáncer es particularmente frecuente en muchos sectores<br />
de la industria. Aunque no se conoce exactamente el proceso causal sobre el que se<br />
edifican las estadísticas, parece evidente que muchos cánceres podrían evitarse. Pero el<br />
cáncer no es prerrogativa de la revolución industrial (existía ya en Arcadia), ni pecado<br />
exclusivo del capitalismo (con una potencia industrial limitada, los rusos «polucionan»<br />
más que nosotros). Es muy corriente creer que el cáncer es hijo de la civilización<br />
industrial, pero ello es tan equivocado como pretender «un mundo sin cáncer», típico<br />
de la extrema derecha (como un mundo sin subversivos) . Ambas opiniones nacen de la<br />
falsa impresión de que el cáncer es una enfermedad específicamente «moderna».<br />
Durante el medioevo, se establecían vínculos entre el fenómeno de la peste y el de<br />
la corrupción moral, e invariablemente se buscaba un chivo expiatorio fuera de la<br />
comunidad enferma. (Durante la peste que asoló Europa en 13471348 hubo masacres de<br />
judíos por doquier, de una envergadura sin precedentes; estas masacres cesaron no<br />
bien la peste se detuvo.) Es menos fácil separar al chivo expiatorio del paciente en el<br />
caso de las enfermedades modernas. Pero aunque éstas aquejen al individuo, no logran<br />
despojarse de algunas metáforas propias de las epidemias. (Las enfermedades<br />
simplemente epidémicas son menos útiles como metáforas, como lo demuestra la<br />
amnesia histórica que rodea la pandemia de gripe de 19181919, en la que murió más<br />
gente que durante los cuatro años de guerra precedentes.) Hoy día no es menos lugar<br />
común sostener que el cáncer es una enfermedad «ambiental» que decir —como se<br />
decía y se dice— que su causa es el desgobierno de las emociones. La tuberculosis estaba<br />
asociada con la polución (Florence Nightingale la atribuía al «aire viciado de las casas»), y<br />
ahora el cáncer se debe a la contaminación del mundo entero. La tuberculosis era «la<br />
peste blanca». Desde que se tiene conciencia de la existencia de la polución ambiental,<br />
se ha comenzado a hablar de una «epidemia», una «plaga» de cáncer.<br />
IX<br />
Las metáforas patológicas siempre han servido para reforzar los cargos que se le<br />
hacen a la sociedad por su corrupción o injusticia. Las metáforas tradicionales<br />
constituyen sobre todo un modo de expresión vehemente; comparadas con las<br />
metáforas modernas, son relativamente vacías. Shakespeare se permite numerosas<br />
variantes de una forma clásica de la metáfora patológica: la de la infección de la<br />
«entidad política», sin trazar diferencias entre contagio, infección, llaga, absceso, úlcera y<br />
lo que nosotros llamaríamos tumor. Con fines injuriosos, sólo hay dos tipos de enfermedad:<br />
la dolorosa pero curable, y la posiblemente fatal. Determinadas enfermedades<br />
aparecen sólo como casos particulares de la enfermedad en general; ninguna tiene su<br />
propia lógica distintiva. La imaginería patológica sirve para expresar una preocupación<br />
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http://www.scribd.com/users/Barricadas/document_collections