LA ENFERMEDAD Y SUS METÃFORAS - eTableros
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Reich pensaba: que es una enfermedad cósmica, emblema de todo lo destructivo y extraño<br />
que abriga el cuerpo humano.<br />
Si la tuberculosis era la enfermedad del Yo enfermo, el cáncer es la enfermedad<br />
de lo Otro. El cáncer se desarrolla como un guión de ciencia ficción: es la invasión de<br />
células «extranjeras» o «mutantes», más fuertes que las células normales (La invasión de los<br />
profanadores de tumbas, El increíble hombre menguante, El blob, La cosa). Es típica la trama de<br />
la mutación, ya sea la de los mutantes que llegan del espacio o la de las mutaciones<br />
accidentales entre los terrestres. Se podría decir que el cáncer es una mutación lograda;<br />
ahora la mutación se ha convertido en imagen típica del cáncer. Como teoría del origen<br />
psicológico del cáncer, la imaginería reichiana de energías bloqueadas que, al no<br />
poder salir, vuelven sobre sus pasos para enloquecer a las células, es de por sí pura<br />
ciencia ficción. Y esa imagen de Reich, de la muerte en el aire —una energía letal<br />
verificable por medio de un contador de Geiger—, da la pauta de lo bien que las<br />
imágenes de ciencia ficción acerca del cáncer (una enfermedad producida por rayos<br />
mortíferos que hay que tratar por medio de rayos mortíferos) reflejan la pesadilla<br />
colectiva. En un principio, el miedo ante las radiaciones atómicas era que provocaran<br />
deformaciones genéticas en la generación siguiente. Otro miedo ocupó su lugar, a<br />
medida que las estadísticas fueron demostrando cuántos más casos de cáncer había entre<br />
los sobrevivientes de Hiroshima y Nagasaki y sus descendientes.<br />
El cáncer es la metáfora de lo más ferozmente energético, energía que constituye<br />
el insulto supremo al orden natural. En un cuento de ciencia ficción de Tommaso<br />
Landolfi, la nave espacial se llama Cáncer Queen. (Hubiera sido imposible, en el universo<br />
metafórico de la tuberculosis, una intrépida nave llamada Consumption Queen.) Cuando<br />
al cáncer no se lo explica en términos meramente psicológicos, escondido en los<br />
profundos reductos del Yo, se lo magnifica y se lo proyecta mediante metáforas que<br />
denotan al enemigo máximo, la meta última. Así, para medirse con Kennedy, que<br />
había prometido poner astronautas en la Luna, Nixon jugó la carta lógica de «la<br />
victoria sobre el cáncer». Ambas eran aventuras de ciencia ficción. El equivalente<br />
legislativo del programa espacial fue la Ley Nacional del Cáncer, de 1971. En esta ley<br />
no se había previsto ninguna medida (hubiera sido tan fácil) para mantener a raya la<br />
polución provocada por la economía industrial. Nada. Sólo el fin supremo: la cura.<br />
La tuberculosis era una enfermedad al servicio de la visión romántica del<br />
mundo. Hoy el cáncer está al servicio de una visión simplista del mundo, que puede<br />
volverse paranoica. A menudo se vive el cáncer como una forma de posesión<br />
demoníaca —los tumores son «malignos» o «benignos», como las fuerzas ocultas—y<br />
más de un canceroso acude aterrorizado a los curanderos en busca de exorcismos. Son<br />
los grupos de extrema derecha los que apoyan con más entusiasmo a los curalotodos<br />
como el Laetrile, porque a estos grupos las curas milagrosas les vienen muy bien, como la<br />
creencia en los ovnis. (La John Birch Society distribuye una película llamada Un mundo sin<br />
cáncer.) Para mentes menos simplistas, el cáncer representa la rebelión de una ecosfera<br />
agredida: la Naturaleza que se venga del malvado mundo tecnocrático. Se agitan ante<br />
la masa groseras estadísticas que sólo fomentan falsas esperanzas y terrores infantiles:<br />
90% de todos los cánceres se deben a «causas ambientales»; 75% de todas las muertes por<br />
cáncer se deben exclusivamente a regímenes imprudentes o al abuso del tabaco. Este<br />
malabarismo numérico (¿cómo es posible hablar de «todos los cánceres» o de «todas<br />
las muertes por cáncer»?) juega con los cigarrillos, las tinturas para el cabello, el tocino,<br />
la sacarina, los pollos alimentados con hormonas, los pesticidas, el carbón con poco<br />
azufre y una lista cada vez más larga de productos «demostradamente» cancerígenos.<br />
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http://www.scribd.com/users/Barricadas/document_collections