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cincuenta-sombras-liberadas-libro-3

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Recorre la línea de mis labios con el dedo índice de forma que me hace saborear mi sabor salado. Me<br />

introduce el dedo en la boca exactamente igual que estaba haciendo hace un minuto en otra parte de mi<br />

cuerpo. Entonces se mueve para meterse entre mis piernas y aprieta su erección contra mí. Me empuja una<br />

vez, dos y una tercera. Doy un respingo cuando la tela de mi chándal me frota justo en el sitio correcto.<br />

Vuelve a empujar, restregándose contra mí.<br />

—¿Esto es lo que quieres? —me dice moviendo las caderas rítmicamente, balanceándose contra mi cuerpo.<br />

—Sí —digo en un gemido.<br />

Su mano vuelve a concentrarse en mi pezón otra vez y me roza la mandíbula con los dientes.<br />

—¿Sabes lo excitante que eres, Ana? —Su voz suena ronca mientras no deja de empujar contra mí. Abro<br />

la boca para responderle, pero no puedo y, en vez de eso, suelto un fuerte gemido. Me atrapa la boca otra vez<br />

y me tira del labio inferior con los dientes antes de meterme la lengua en la boca. Me suelta la otra muñeca y<br />

mis manos suben ansiosas por sus hombros hasta su pelo mientras me besa. Cuando le tiro del pelo —gruñe y<br />

me mira—. Ah…<br />

—¿Te gusta que te toque? —le pregunto en un susurro.<br />

Arruga un momento la frente como si no entendiera la pregunta. Deja de empujar contra mí.<br />

—Claro que sí. Me encanta que me toques, Ana. En lo que respecta a tu contacto, soy como un hombre<br />

hambriento delante de un banquete. —Su voz rezuma sinceridad apasionada.<br />

Oh, Dios… Se arrodilla entre mis piernas y me obliga a incorporarme para quitarme la parte de arriba. No<br />

llevo nada debajo. Agarra el dobladillo de su camisa, se la quita por la cabeza y la tira al suelo. Me levanta<br />

para colocarme en su regazo mientras sigue de rodillas y me sujeta justo por encima del culo.<br />

—Tócame —me pide en un jadeo.<br />

Oh, madre mía… Con cautela extiendo las manos y le rozo con la punta de los dedos la zona cubierta por<br />

el vello de su pecho sobre el esternón, encima de las cicatrices de quemaduras. Él inspira bruscamente y sus<br />

pupilas se dilatan, pero no es por el miedo. Es una respuesta sensual a mi contacto. Observa cómo mis dedos<br />

rozan delicadamente su piel hasta alcanzar primero a una tetilla y después a la otra. Se endurecen al sentir mi<br />

contacto. Me inclino hacia delante, le doy besitos por el pecho y mis manos suben hasta sus hombros. Siento<br />

las líneas duras y trabajadas de los tendones y los músculos. Uau… está en buena forma.<br />

—Te deseo —me susurra y eso desencadena mi libido.<br />

Mis dedos se hunden en su pelo y tiro de su cabeza hacia atrás para atrapar su boca. Siento que un fuego<br />

me consume el vientre. Él suelta un gruñido y me empuja sobre el sofá. Se sienta y me arranca los pantalones<br />

del chándal a la vez que se abre la bragueta.<br />

—Último nivel —me susurra y entra en mi interior con un movimiento rápido.<br />

—Ah… —gimo y él se queda quieto y me coge la cara entre las manos.<br />

—Te quiero, señora Grey —me dice en un susurro y después me hace el amor muy lento y muy suave<br />

hasta que reviento gritando su nombre y envolviéndole con mi cuerpo porque no quiero dejarle ir.<br />

Estoy tumbada sobre su pecho en el suelo de la sala de la televisión.<br />

—Sabes que te has saltado totalmente el tercer nivel, ¿no? —Mis dedos siguen la línea de sus músculos<br />

pectorales.

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