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cincuenta-sombras-liberadas-libro-3

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—Es tarde —dice Christian mientras me acaricia metódicamente la espalda con los dedos.<br />

—Y tú sigues necesitando un corte de pelo.<br />

Ríe.<br />

—Cierto, señora Grey. ¿Tiene energía suficiente para acabar lo que ha empezado?<br />

—Por usted, señor Grey, cualquier cosa. —Le doy otro beso en el pecho y me levanto a regañadientes.<br />

—Un momento. —Me coge de las caderas y me gira. Me baja la falda y me la desabrocha para después<br />

dejarla caer al suelo. Me tiende la mano, yo se la cojo y salgo de la falda. Ahora solo llevo puestas las medias<br />

y el liguero—. Es usted una visión espectacular, señora Grey. —Se apoya en el respaldo de la silla y cruza los<br />

brazos mientras me mira de arriba abajo.<br />

Yo doy una vuelta para que él me vea.<br />

—Dios, soy un hijo de puta con suerte —dice con admiración.<br />

—Sí que lo eres.<br />

Sonríe.<br />

—Ponte mi camisa para cortarme el pelo. Así como estás ahora me distraes y no conseguiríamos llegar a la<br />

cama hoy.<br />

No puedo evitar sonreír. Como sé que está observando todos mis movimientos, voy pavoneándome hasta<br />

donde dejamos mis zapatos y su camisa. Me agacho despacio, cojo la camisa, la huelo (mmm…) y después<br />

me la pongo. Christian me mira con los ojos muy abiertos. Se ha vuelto a abrochar la bragueta y me está<br />

contemplando atentamente.<br />

—Menudo espectáculo, señora Grey.<br />

—¿Tenemos tijeras? —le pregunto con aire inocente, agitando las pestañas.<br />

—En mi estudio —me dice.<br />

—Voy en su busca. —Le dejo allí, entro en el dormitorio y cojo el peine de mi tocador antes de<br />

encaminarme a su estudio.<br />

Cuando entro en el pasillo, advierto que la puerta del despacho de Taylor está abierta. La señora Jones está<br />

de pie junto al umbral. Me quedo parada como si hubiera echado raíces. Taylor le está acariciando la cara con<br />

los dedos y sonriéndole dulcemente. Entonces se inclina y le da un beso.<br />

Vaya… ¿Taylor y la señora Jones? Me quedo con la boca abierta por el asombro. Bueno, yo creía… La<br />

verdad es que sospechaba algo. ¡Pero ahora es obvio que están juntos! Me sonrojo porque me siento como<br />

una voyeur y por fin consigo que mis pies vuelvan a echar a andar. Cruzo corriendo el salón y entro en el<br />

estudio de Christian. Enciendo la luz y voy hasta su escritorio. Taylor y la señora Jones… ¡Vaya! Mi mente<br />

va a mil por hora. Siempre he pensado que la señora Jones era mayor que Taylor. Oh, tampoco es tan difícil<br />

de entender… Abro el cajón de arriba de la mesa y me distraigo inmediatamente: dentro hay un arma.<br />

¡Christian tiene un arma!<br />

Un revólver. Dios mío… No tenía ni idea de que Christian tuviera un arma. Lo saco, abro el tambor y lo<br />

examino. Está cargado pero es ligero, muy ligero. Debe de ser de fibra de carbono. ¿Por qué puede querer<br />

tener Christian un arma? Oh, espero que sepa usarla. Me vienen a la mente las advertencias constantes de Ray<br />

sobre las armas de fuego (nunca olvidó su entrenamiento militar): «Esto te puede matar, Ana. Siempre que<br />

cojas un arma de fuego debes saber cómo usarla». Devuelvo el arma al cajón y busco las tijeras. Las cojo y

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