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cincuenta-sombras-liberadas-libro-3

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—No me vas a hacer daño. Por favor, Christian.<br />

—Tienes puesta una vía.<br />

—Christian, por favor…<br />

Me mira y veo que se siente tentado.<br />

—Por favor… —Levanto las mantas y le invito a entrar en la cama.<br />

—¡A la mierda!<br />

Se quita los zapatos y los calcetines y sube con cuidado a la cama a mi lado. Me rodea con el brazo y yo<br />

apoyo la cabeza sobre su pecho. Me da un beso en el pelo.<br />

—No creo que a la enfermera Nora le vaya a gustar nada esto —me susurra con complicidad.<br />

Suelto una risita pero tengo que parar por el dolor del pecho.<br />

—No me hagas reír, que me duele.<br />

—Oh, pero me encanta ese sonido —dice entristecido, en voz baja—. Lo siento, nena, lo siento mucho. —<br />

Me da otro beso en el pelo e inhala profundamente. No sé por qué se está disculpando… ¿por hacerme reír?<br />

¿O por el lío en el que estamos metidos? Apoyo la mano sobre su corazón y él pone su mano sobre la mía.<br />

Los dos nos quedamos en silencio un momento.<br />

—¿Por qué fuiste a ver a esa mujer?<br />

—Oh, Ana —gruñe—. ¿Quieres discutir eso ahora? ¿No podemos dejarlo? Me arrepiento, ¿vale?<br />

—Necesito saberlo.<br />

—Te lo contaré mañana —murmura irritado—. Oh, y el detective Clark quiere hablar contigo. Algo de<br />

rutina. Ahora, a dormir.<br />

Me da otro beso en el pelo. Suspiro profundamente. Necesito saber por qué. Al menos dice que se<br />

arrepiente. Eso es algo, al menos; mi subconsciente está de acuerdo conmigo. Parece que está de un humor<br />

complaciente hoy. Oh, el detective Clark. Me estremezco solo de pensar en revivir lo que pasó el jueves.<br />

—¿Sabemos por qué Jack ha hecho todo esto?<br />

—Mmm… —murmura Christian. Me tranquiliza el suave subir y bajar de su pecho que acuna suavemente<br />

mi cabeza, atrayéndome hacia las profundidades del sueño según se va ralentizando su respiración. Mientras<br />

me dejo llevar intento encontrarle sentido a los fragmentos de conversación que he oído mientras estaba<br />

inconsciente. Pero se escapan de mi mente, siempre escurridizos, provocándome desde los confines de mi<br />

memoria. Oh, es frustrante y agotador… y…<br />

La enfermera Nora tiene los labios fruncidos y los brazos cruzados en una postura hostil. Me llevo el dedo<br />

índice a los labios.<br />

—Déjele dormir, por favor —le susurro entornando los ojos por la luz de primera hora de la mañana.<br />

—Esta es su cama, señora Grey, no la de él —dice entre dientes severamente.<br />

—He dormido mejor gracias a él —insisto, saliendo en defensa de mi marido. Además, es cierto. Christian<br />

se revuelve y la enfermera Nora y yo nos quedamos heladas.<br />

—No me toques. No me toques más. Solo Ana —murmura en sueños.<br />

Frunzo el ceño. No suelo oír a Christian hablar en sueños. Seguramente será porque él duerme menos que<br />

yo. Solo he oído sus pesadillas. Me abraza con más fuerza, casi estrujándome, y yo hago un gesto de dolor.

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