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cincuenta-sombras-liberadas-libro-3

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sexo, está dispuesto a contármelo. Siento que me abraza un poco más fuerte, pero esa es su única respuesta.<br />

No va a hablar.<br />

La inspiración me surge de repente.<br />

—Prometo serte fiel en la salud y en la enfermedad, en lo bueno y en lo malo y en las alegrías y en las<br />

penas —le digo en un susurro.<br />

Se queda petrificado. Solo abre mucho sus ojos insondables y me mira mientras sigo recitando los votos<br />

matrimoniales.<br />

—Y prometo quererte incondicionalmente, apoyarte para que consigas tus objetivos y tus sueños, honrarte<br />

y respetarte, reír y llorar contigo, compartir tus esperanzas y tus sueños y darte consuelo en momentos de<br />

necesidad. —Me detengo deseando que me hable. Sigue observándome con los labios abiertos, pero no dice<br />

nada—. Y amarte hasta que la muerte nos separe —finalizo con un suspiro.<br />

—Oh, Ana… —susurra y vuelve a moverse para que quedemos el uno al lado del otro, lo que rompe<br />

nuestro precioso contacto. Me acaricia la cara con el dorso de los nudillos—. Prometo cuidarte y mantener en<br />

lo más profundo de mi corazón esta unión y a ti —susurra de nuevo, con la voz ronca—. Prometo amarte<br />

fielmente, renunciando a cualquier otra, en lo bueno y en lo malo, en la salud y en la enfermedad, nos lleve la<br />

vida donde nos lleve. Te protegeré, confiaré en ti y te guardaré respeto. Compartiré contigo las alegrías y las<br />

penas y te consolaré en tiempos de necesidad. Prometo que te amaré y animaré tus esperanzas y tus sueños y<br />

procuraré que estés segura a mi lado. Todo lo que era mío, es nuestro ahora. Te doy mi mano, mi corazón y<br />

mi amor desde este momento y hasta que la muerte nos separe.<br />

Se me llenan los ojos de lágrimas. Su expresión se suaviza y me mira.<br />

—No llores —murmura deteniendo una lágrima con el pulgar y enjugándomela.<br />

—¿Por qué no hablas conmigo? Por favor, Christian.<br />

Cierra los ojos como si estuviera soportando un gran dolor.<br />

—Prometí darte consuelo en momentos de necesidad. Por favor, no me hagas romper mis votos —le<br />

suplico.<br />

Suspira y abre los ojos. Tiene la expresión sombría.<br />

—Ha sido provocado —me dice sin más explicaciones. De repente parece tan joven y tan vulnerable…<br />

Oh, mierda.<br />

—Y mi principal preocupación es que haya alguien por ahí que va a por mí. Y si va a por mí… —Se<br />

detiene, incapaz de continuar.<br />

—Puede que me haga daño a mí —termino. Él se queda pálido y veo que por fin he descubierto la raíz de<br />

su ansiedad. Le acaricio la cara—. Gracias —le digo.<br />

Frunce el ceño.<br />

—¿Por qué?<br />

—Por decírmelo.<br />

Niega con la cabeza y la sombra de una sonrisa asoma a sus labios.<br />

—Puede ser muy persuasiva, señora Grey.<br />

—Y tú puedes estar rumiando y tragándote todos sus sentimientos y preocupaciones hasta que revientes.<br />

Seguro que te mueres de un infarto antes de cumplir los cuarenta si sigues así, y yo te quiero a mi lado mucho

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