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cincuenta-sombras-liberadas-libro-3

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madera justo detrás de mí. Se acerca todavía más y su cuerpo se contonea y se aprieta contra el mío.<br />

—Fuera el vestido —dice subiéndome el vestido por los muslos, las caderas, el vientre… deliciosamente<br />

lento, con la tela rozándome la piel y acariciándome los pechos—. Inclínate hacia delante —me ordena.<br />

Obedezco y él me saca el vestido por la cabeza y lo tira a un lado, dejándome en sandalias, bragas y<br />

sujetador. Sus ojos arden cuando me coge las manos y me las levanta por encima de la cabeza. Parpadea una<br />

vez y ladea la cabeza y sé que es su forma de pedirme permiso. ¿Qué me va a hacer? Trago saliva y asiento y<br />

una leve sonrisa de admiración, casi de orgullo, aparece en sus labios. Me sujeta las muñecas con las esposas<br />

de piel que hay en la parte superior de la cruz y vuelve a sacar el pañuelo.<br />

—Creo que ya has visto suficiente.<br />

Me tapa los ojos de nuevo, y me recorre un escalofrío cuando noto que los demás sentidos se agudizan:<br />

percibo el sonido de su suave respiración, mi respuesta excitada, la sangre que me late en los oídos, el olor de<br />

Christian mezclado con el de la cera y los cítricos de la habitación… Todas las sensaciones están más<br />

definidas porque no puedo ver. Su nariz toca la mía.<br />

—Te voy a volver loca —me susurra. Me agarra las caderas con las manos y baja para quitarme las bragas,<br />

acariciándome las piernas a su paso.<br />

Volverme loca… uau.<br />

—Levanta los pies, primero uno y luego el otro. —Obedezco y me quita primero las bragas y después una<br />

sandalia seguida de la otra. Me coge suavemente un tobillo y tira un poco de mi pierna hacia la derecha—.<br />

Baja el pie —me dice y después me esposa el tobillo derecho a la cruz. Seguidamente hace lo mismo con el<br />

izquierdo.<br />

Estoy indefensa, con los brazos y las piernas extendidos y sujetos a la cruz. Christian se acerca a mí y noto<br />

su calor en todo el cuerpo aunque no me toca. Un segundo después me agarra la barbilla, me levanta la<br />

cabeza y me da un beso casto.<br />

—Un poco de música y juguetes, me parece. Está preciosa así, señora Grey. Me voy a tomar un instante<br />

para admirar la vista. —Su voz es suave. Todo se tensa en mi interior.<br />

Un minuto (o dos) después le oigo caminar hasta la cómoda y abrir uno de los cajones. ¿El cajón anal? No<br />

tengo ni idea. Saca algo que deja sobre la cómoda y luego algo más. Los altavoces cobran vida y un segundo<br />

después las notas de un piano que toca una melodía suave y cadenciosa llenan la habitación. Me suena: es<br />

Bach, creo, pero no sé qué pieza. Algo en esa música me inquieta. Tal vez es porque es demasiado fría, como<br />

distante. Frunzo el ceño intentando entender por qué me da esa sensación, pero Christian me agarra la<br />

barbilla, sobresaltándome, y tira un poco de mi labio inferior para que deje de mordérmelo. ¿Por qué siento<br />

esta incomodidad? ¿Es la música?<br />

Christian me acaricia la barbilla, la garganta y va bajando hasta mis pechos, donde tira de la copa del<br />

sujetador con el pulgar para liberar el pecho de su aprisionamiento. Ronronea ronco desde el fondo de su<br />

garganta y me besa en el cuello. Sus labios recorren el mismo camino que han hecho sus dedos un momento<br />

antes hasta mi pecho, besando y succionando a su paso. Sus dedos se dirigen a mi pecho izquierdo,<br />

liberándolo también del sujetador. Gimo cuando me acaricia el pezón izquierdo con el pulgar y sus labios se<br />

cierran sobre el derecho, tirando y acariciando hasta que los dos pezones están duros y prominentes.<br />

—Ah…

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