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cincuenta-sombras-liberadas-libro-3

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6<br />

T<br />

ienes algo en mente? —me susurra Christian con una mirada expectante. Me encojo de hombros; de<br />

repente me siento nerviosa y estoy casi sin respiración. No sé si es por la persecución, la adrenalina, el mal<br />

humor de antes… No entiendo nada, pero ahora quiero esto y lo quiero con todas mis fuerzas. Una expresión<br />

divertida aparece en la cara de Christian—. ¿Un polvo pervertido? —me pregunta y sus palabras me parecen<br />

una suave caricia.<br />

Asiento y noto que la cara me arde. ¿Por qué me da vergüenza? Ya he echado todo tipo de polvos<br />

pervertidos con este hombre. ¡Es mi marido, por todos los santos! ¿Me da vergüenza quererlo o admitirlo? Mi<br />

subconsciente me mira fijamente como diciendo: Deja de darle tantas vueltas a las cosas.<br />

—¿Tengo carta blanca? —Hace la pregunta en un susurro, mirándome como si intentara leerme la mente.<br />

¿Carta blanca? Madre mía, ¿qué implicará eso?<br />

—Sí —asiento nerviosa y la excitación empieza a crecer en mí. Él sonríe lentamente con una sonrisa sexy.<br />

—Ven —me dice y tira de mí hacia la escalera. Su intención está clara. ¡El cuarto de juegos!<br />

Al llegar al final de la escalera me suelta la mano y abre la puerta del cuarto de juegos. La llave está en el<br />

llavero de «Yes Seattle» que le regalé no hace tanto tiempo.<br />

—Después de usted, señora Grey —me dice abriendo la puerta.<br />

El olor del cuarto de juegos ya me resulta familiar: huele a cuero, a madera y a cera de muebles. Me<br />

sonrojo al pensar que la señora Jones ha debido de estar limpiando allí cuando estábamos de luna de miel. Al<br />

entrar Christian enciende las luces y las paredes rojo oscuro quedan iluminadas con una luz suave y difusa.<br />

Me quedo de pie mirándole; la anticipación ya corre por mis venas.<br />

¿Qué va a hacer? Cierra la puerta con llave y se gira. Con la cabeza inclinada hacia un lado me mira<br />

pensativo y después niega con la cabeza divertido.<br />

—¿Qué quieres, Anastasia? —me pregunta.<br />

—A ti —le respondo en un jadeo.<br />

Sonríe.<br />

—Ya me tienes. Me tienes desde el mismo momento en que te caíste al entrar en mi despacho.<br />

—Sorpréndame, señor Grey.<br />

Su media sonrisa oculta su diversión y su expresión encierra una promesa lujuriosa.<br />

—Como usted quiera, señora Grey. —Cruza los brazos y se lleva el dedo índice a los labios mientras me<br />

mira de arriba abajo—. Creo que vamos a empezar deshaciéndonos de tu ropa. Se acerca. Coge mi chaqueta<br />

vaquera por delante, me la abre y me la quita por los hombros hasta que cae al suelo. Después agarra el<br />

dobladillo de mi camisola negra.<br />

—Levanta los brazos.<br />

Obedezco y me la quita por la cabeza. Se inclina para darme un suave beso en los labios. Sus ojos brillan<br />

con una atrayente mezcla de lujuria y amor. La camisola acaba en el suelo junto a mi chaqueta.

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