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cincuenta-sombras-liberadas-libro-3

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Se revuelve en la silla como si se estuviera armando de valor. ¿De verdad quiero saberlo?<br />

—La dirección te dio el puesto de Hyde temporalmente. No querían contratar a un ejecutivo con<br />

experiencia teniendo en cuenta que se estaba negociando la venta de la empresa. No tenían ni idea de lo que<br />

iba a hacer el nuevo dueño cuando la empresa cambiara de manos. Por eso, con buen criterio, decidieron no<br />

hacer un gasto más. Así que te dieron a ti el puesto de Hyde, para que te ocuparas de todo hasta que el nuevo<br />

dueño —hace una pausa y sus labios forman una sonrisa irónica—, es decir, yo, se hiciera cargo.<br />

Oh, maldita sea…<br />

—¿Qué quieres decir? —De modo que sí que ha sido por él. ¡Joder! Estoy horrorizada.<br />

Sonríe y niega con la cabeza al ver mi expresión.<br />

—Relájate. Has estado más que a la altura del desafío. Lo has hecho muy bien. —Percibo un toque de<br />

orgullo en su voz y eso casi es mi perdición.<br />

—Oh —digo sin saber muy bien qué hacer mientras mi mente procesa como loca esas noticias. Me<br />

acomodo mejor en la silla con la boca abierta y mirándole. Él vuelve a cambiar de postura.<br />

—No quiero asfixiarte, Ana. Ni meterte en una jaula de oro. Bueno… —dice y la cara se le oscurece—.<br />

Bueno, mi parte racional no quiere. —Se acaricia la barbilla pensativo mientras su mente va imaginando<br />

algún plan.<br />

¿Adónde quiere llegar con esto? Christian me mira de repente, como si acabara de tener una iluminación.<br />

—Pero una de las razones por las que estoy aquí, aparte de tratar algunas cosas con mi esposa<br />

descarriada… —dice entornando los ojos—, es para hablar de lo que voy a hacer con esta empresa.<br />

¡Esposa descarriada! ¡Yo no estoy descarriada y no soy uno de sus activos! Miro a Christian con el ceño<br />

fruncido y desaparece la amenaza de las lágrimas.<br />

—¿Y cuáles son tus planes? —Ladeo la cabeza igual que él y no puedo evitar el tono sarcástico.<br />

Sus labios se curvan formando un principio de sonrisa. Uau, cambio de humor, ¡otra vez! ¿Cómo voy a<br />

poder seguir alguna vez a este hombre tan temperamental?<br />

—Le voy a cambiar el nombre a la empresa… La voy a llamar Grey Publishing.<br />

¡Oh, vaya!<br />

—Y dentro de un año va a ser tuya.<br />

Me quedo con la boca abierta de nuevo, esta vez un poco más.<br />

—Es mi regalo de boda para ti.<br />

Cierro la boca y vuelvo a abrirla, intentando decir algo… Pero no se me ocurre nada. Tengo la mente en<br />

blanco.<br />

—¿O te gusta más Steele Publishing?<br />

Lo dice en serio. Oh, maldita sea…<br />

—Christian —le digo cuando por fin mi cerebro recupera la conexión con la boca—. Ya me regalaste el<br />

reloj… Y yo no sé llevar una empresa.<br />

Ladea otra vez la cabeza y me mira con el ceño fruncido, censurándome.<br />

—Yo llevo mis negocios desde que tenía veintiún años.<br />

—Pero tú eres… tú. Un obseso del control y un genio extraordinario. Por Dios, Christian, pero si te<br />

especializaste en economía en Harvard… Tienes cierta idea de lo que haces. Yo he vendido pinturas y bridas

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