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cincuenta-sombras-liberadas-libro-3

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—No —respondo mirando el plato de fettuccini, que casi ni he probado, para evitar la expresión cada vez<br />

más sombría de Christian. Antes de que pueda decir nada más, me pongo de pie y me llevo los platos—. Gia<br />

vendrá dentro de poco —digo. Christian tuerce la boca para formar una expresión contrariada, pero no dice<br />

nada.<br />

—Yo me ocupo de esto, señora Grey —me dice la señora Jones cuando entro en la cocina.<br />

—Gracias.<br />

—¿No le han gustado? —me pregunta preocupada.<br />

—Estaban buenos. Pero es que no tengo hambre.<br />

Me mira con una sonrisa comprensiva y se gira para limpiar los restos de mi plato y meterlo todo en el<br />

lavavajillas.<br />

—Voy a hacer un par de llamadas —anuncia Christian mirándome de arriba abajo antes de desaparecer en<br />

el estudio.<br />

Suelto un suspiro de alivio y me encamino al dormitorio. La cena ha sido muy incómoda. Sigo enfadada<br />

con Christian y él parece creer que no ha hecho nada mal. ¿Y lo ha hecho? Mi subconsciente levanta una ceja<br />

y me mira con benevolencia por encima de sus gafas. Sí que lo ha hecho. Ha hecho que las cosas sean<br />

todavía más incómodas en el trabajo para mí. No ha esperado para que habláramos del asunto en la relativa<br />

privacidad de nuestra casa. ¿Cómo se sentiría él si yo me entrometiera en su oficina? Y para rematar, ahora<br />

resulta que quiere regalarme la editorial. ¿Cómo demonios voy a llevar una empresa? Yo no sé nada de<br />

negocios.<br />

Contemplo la vista de Seattle bañada por la nacarada luz rosácea del atardecer. Y como siempre, quiere<br />

resolver nuestras diferencias en el dormitorio… o en el vestíbulo… el cuarto de juegos… la sala de la<br />

televisión… la encimera de la cocina. ¡Ya vale! Con él todo acaba en sexo. El sexo es su mecanismo para<br />

gestionarlo todo.<br />

Entro en el baño y frunzo el ceño ante mi imagen reflejada en el espejo. Volver al mundo real es duro.<br />

Conseguimos resolver todas nuestras diferencias cuando estábamos en nuestra burbuja, pero estábamos muy<br />

inmersos el uno en el otro. Pero ¿ahora? Durante un momento vuelvo al momento de la boda y recuerdo lo<br />

que me preocupaba ese día: casamiento apresurado… No, no debo pensar eso. Ya sabía que era Cincuenta<br />

Sombras cuando me casé con él. Tengo que afrontarlo y hablarlo con él hasta que lo resolvamos.<br />

Me observo en el espejo. Estoy pálida y encima ahora tengo que lidiar con esa mujer… Llevo una falda<br />

lápiz gris y una blusa sin mangas. Vamos a ver… La diosa que llevo dentro saca la laca de uñas de color rojo<br />

pasión. Me desabrocho dos botones para enseñar un poco de escote. Me lavo la cara y me maquillo de nuevo,<br />

dándome más rimel de lo habitual y poniéndome más brillo en los labios. Me agacho y me cepillo el pelo con<br />

fuerza, de la raíz a las puntas. Cuando vuelvo a incorporarme, mi pelo es una nube castaña que me rodea y<br />

me cae hasta los pechos. Me lo coloco con gracia tras las orejas y decido cambiar mis zapatos planos por unos<br />

tacones.<br />

Cuando regreso al salón, Christian tiene los planos de la casa extendidos sobre la mesa del comedor. Ha<br />

puesto una música en el equipo que hace que me quede parada.<br />

—Señora Grey —me saluda cariñosamente y me mira burlón.<br />

—¿Qué es eso? —le pregunto. La música es impresionante.

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