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cincuenta-sombras-liberadas-libro-3

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18<br />

M<br />

e revuelvo y abro los ojos a una clara mañana de septiembre. Calentita y cómoda, arropada entre sábanas<br />

limpias y almidonadas, necesito un momento para ubicarme y me siento abrumada por una sensación de<br />

déjà vu. Claro, estoy en el Heathman.<br />

—¡Mierda! Papá… —exclamo en voz alta recordando por qué estoy en Portland. Se me retuerce el<br />

estómago por la aprensión y noto una opresión en el corazón, que además me late con fuerza.<br />

—Tranquila. —Christian está sentado en el borde de la cama. Me acaricia la mejilla con los nudillos y eso<br />

me calma instantáneamente—. He llamado a la UCI esta mañana. Ray ha pasado buena noche. Todo está<br />

bien —me dice para tranquilizarme.<br />

—Oh, bien. Gracias —murmuro a la vez que me siento.<br />

Se inclina y me da un beso en la frente.<br />

—Buenos días, Ana —me susurra y me besa en la sien.<br />

—Hola —murmuro. Christian está levantado y ya vestido con una camiseta negra y vaqueros.<br />

—Hola —me responde con los ojos tiernos y cálidos—. Quiero desearte un feliz cumpleaños, ¿te parece<br />

bien?<br />

Le dedico una sonrisa dudosa y le acaricio la mejilla.<br />

—Sí, claro. Gracias. Por todo.<br />

Arruga la frente.<br />

—¿Todo?<br />

—Todo.<br />

Por un momento parece confundido, pero es algo fugaz. Tiene los ojos muy abiertos por la anticipación.<br />

—Toma —me dice dándome una cajita exquisitamente envuelta con una tarjeta.<br />

A pesar de la preocupación que siento por mi padre, noto la ansiedad y el entusiasmo de Christian, y me<br />

contagia. Leo la tarjeta:<br />

Por todas nuestras primeras veces, felicidades por tu primer cumpleaños como mi amada esposa.<br />

Te quiero.<br />

C. x<br />

Oh, Dios mío, ¡qué dulce!<br />

—Yo también te quiero —le digo sonriéndole.<br />

Él también sonríe.<br />

—Ábrelo.<br />

Desenvuelvo el papel con cuidado para que no se rasgue y dentro encuentro una bonita caja de piel roja.<br />

Cartier. Ya me es familiar gracias a los pendientes de la segunda oportunidad y al reloj. Abro la caja poco a

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