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cincuenta-sombras-liberadas-libro-3

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—Kate, ¿qué tal os va a ti y a Elliot? —le pregunto.<br />

Sus ojos azules se clavan en los míos. Oh, no… Niega con la cabeza.<br />

—No quiero hablar de eso ahora —dice señalando a Mia con la cabeza—, pero las cosas están… —Kate<br />

deja la frase sin terminar.<br />

Esto no es propio de la Kate tenaz que yo conozco. Mierda. Sabía que estaba pasando algo. ¿Le digo lo<br />

que he visto? Pero ¿qué he visto? Elliot y la señorita Depredadora-Sexual-Bien-Arreglada hablando, dándose<br />

un abrazo y un beso en la mejilla. Seguro que no es más que un encuentro de viejos amigos. No, no se lo voy<br />

a decir. Al menos no ahora. Asiento con una expresión que dice «lo entiendo perfectamente y voy a respetar<br />

tu privacidad». Ella me coge la mano y le da un apretón agradecido. Veo un destello de sufrimiento y dolor<br />

en sus ojos, pero ella lo oculta rápidamente con un parpadeo. De repente me siento muy protectora con mi<br />

mejor amiga. ¿A qué demonios está jugando Elliot, el gigolo, Grey?<br />

Cuando volvemos a la casa, Kate decide que nos merecemos unos cócteles después de nuestra tarde de<br />

compras y nos hace unos daiquiris de fresa. Nos acomodamos en los sofás del salón, delante del fuego<br />

encendido.<br />

—Elliot ha estado un poco distante últimamente —me susurra Kate, mirando las llamas. Kate y yo por fin<br />

hemos encontrado un momento para estar a solas mientras Mia guarda sus compras.<br />

—¿Ah, sí?<br />

—Creo que tengo problemas por haberte metido en problemas a ti.<br />

—¿Te has enterado de eso?<br />

—Sí. Christian llamó a Elliot y Elliot a mí.<br />

Pongo los ojos en blanco. Oh, Cincuenta, Cincuenta, Cincuenta…<br />

—Lo siento. Christian es muy… protector. ¿No has visto a Elliot desde el día que salimos a tomar<br />

cócteles?<br />

—No.<br />

—Oh.<br />

—Me gusta mucho, Ana —me confiesa. Y durante un horrible momento pienso que va a llorar. Esto no es<br />

propio de Kate. ¿Significará esto la vuelta del pijama rosa? Kate me mira—. Me he enamorado de él. Al<br />

principio creía que era solo el sexo, que es genial. Pero es encantador y amable y tierno y divertido. Nos veo<br />

envejeciendo juntos con, ya sabes… hijos, nietos… todo.<br />

—El «fueron felices y comieron perdices» —le susurro.<br />

Asiente con tristeza.<br />

—Creo que deberías hablar con él. Busca un momento para estar solos y descubre qué le preocupa.<br />

O quién, me recuerda mi subconsciente. La aparto de un manotazo, sorprendida de lo rebeldes que son mis<br />

propios pensamientos.<br />

—¿Por qué no vais a dar un paseo mañana por la mañana?<br />

—Ya veremos.<br />

—Kate, no me gusta nada verte así.<br />

Me sonríe un poco y me acerco para abrazarla. Decido no contarle lo de Gia, aunque puede que le

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