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cincuenta-sombras-liberadas-libro-3

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—¿Y si hubiera habido prensa aquí? —le pregunto.<br />

Christian sabe inmediatamente que me refiero al incidente que ha protagonizado al noquear al gigante<br />

rubio.<br />

—Tengo unos abogados muy caros —me dice con frialdad; la arrogancia personificada.<br />

Frunzo el ceño.<br />

—Pero no estás por encima de la ley, Christian. Ya tenía la situación bajo control.<br />

El gris de sus ojos se congela.<br />

—Nadie toca lo que es mío —me dice con una rotundidad gélida, como si no me estuviera dando cuenta<br />

de algo obvio.<br />

Oh… Le doy otro sorbo al champán. De repente me siento abrumada. La música está muy alta, todo late,<br />

me duele la cabeza y los pies y me siento un poco grogui.<br />

Christian me coge la mano.<br />

—Vámonos. Quiero llevarte a casa —me dice.<br />

Kate y Elliot vienen a la mesa.<br />

—¿Os vais? —pregunta Kate con la voz esperanzada.<br />

—Sí —responde Christian.<br />

—Vale, pues nos vamos con vosotros.<br />

Mientras esperamos en el ropero a que Christian recoja mi trench, Kate me interroga.<br />

—¿Qué ha pasado con ese tío en la pista de baile?<br />

—Que me estaba toqueteando.<br />

—Cuando he abierto los ojos te he visto darle una bofetada.<br />

Me encojo de hombros.<br />

—Es que sabía que Christian se iba a poner como una central termonuclear y que eso podía estropearos la<br />

noche a los demás.<br />

Todavía estoy procesando lo que siento acerca del comportamiento de Christian. En ese momento pensaba<br />

que su reacción iba a ser todavía peor.<br />

—Estropear nuestra noche —especifica Kate—. Es un poco impetuoso, ¿no? —pregunta con sequedad<br />

mirando a Christian, que está recogiendo la chaqueta.<br />

Río entre dientes y sonrío.<br />

—Sí, algo así.<br />

—Creo que le sabes manejar bastante bien.<br />

—¿Que le sé manejar? —Frunzo el ceño. ¿Yo sé manejar a Christian?<br />

—Toma, póntela. —Christian me sujeta la chaqueta abierta para que pueda ponérmela.<br />

—Despierta, Ana. —Christian me está sacudiendo con suavidad.<br />

Ya hemos llegado a la casa. Abro los ojos, reticente, y salgo a trompicones del monovolumen. Kate y<br />

Elliot han desaparecido y Taylor está esperando pacientemente de pie junto al vehículo.<br />

—¿Tengo que llevarte en brazos? —me pregunta Christian.

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