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cincuenta-sombras-liberadas-libro-3

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—Siéntate. —Me esfuerzo para hacerlo y el pelo me rodea como un velo, cayéndome hasta los pechos.<br />

Sus ojos grises no se apartan de los míos mientras me separa las piernas todo lo posible. Yo me apoyo en las<br />

manos porque sé muy bien lo que va a hacer. Pero… él solo… mmm…<br />

—Eres tan preciosa, Ana —me dice y veo como baja la cabeza cobriza y empieza a subir por mi muslo<br />

derecho sin dejar de darme besos.<br />

Todo mi cuerpo se tensa por la anticipación. Levanta la vista para mirarme y advierto que los ojos se le<br />

oscurecen detrás de las largas pestañas.<br />

—Mírame —dice y al segundo siguiente noto su boca sobre mi carne.<br />

Oh, Dios mío. Grito y siento que todo el mundo se concentra en el punto donde se unen mis muslos. Joder,<br />

y es tan erótico mirarle, ver su lengua acariciando lo que parece la parte más sensible de mi cuerpo. No tiene<br />

clemencia a la hora de provocarme, excitarme y adorarme. Noto que mi cuerpo se tensa y los brazos<br />

empiezan a temblarme por el esfuerzo de mantenerme erguida.<br />

—No… ¡Ah! —Es lo único que puedo decir. Christian introduce lentamente el dedo corazón en mi interior<br />

y ya no puedo aguantar más; me dejo caer sobre la cama y disfruto del contacto de su dedo y de su boca por<br />

dentro y por fuera de mi cuerpo. Empieza a masajearme ese punto tan dulce de mi interior lenta, suavemente.<br />

Y un segundo después, me atrapa el orgasmo. Exploto gritando su nombre en una rendición incoherente<br />

cuando el intenso orgasmo me hace arquearme tanto que me separo de la cama. Creo que llego incluso a ver<br />

las estrellas. Es una sensación tan primitiva, tan visceral… Soy vagamente consciente de que me está<br />

acariciando el vientre con la nariz y dándome besos suaves. Extiendo la mano y le acaricio el pelo.<br />

—No he acabado contigo todavía —me asegura. Y antes de que me dé tiempo a volver del todo a Seattle,<br />

planeta tierra, me agarra por las caderas y tira de mí hasta sacarme de la cama, arrastrarme hasta donde él está<br />

arrodillado, y colocarme en su regazo sobre su erección que me espera.<br />

Doy un respingo cuando noto que me llena. Por Dios…<br />

—Oh, nena… —jadea a la vez que me rodea con los brazos y se queda quieto. Me acaricia la cabeza y me<br />

besa la cara. Mueve la cadera y noto relámpagos de placer calientes y poderosos que surgen de lo más<br />

profundo de mí. Él me agarra del culo y me levanta. Después proyecta su sexo hacia arriba.<br />

—Ah —gimo y siento sus labios sobre los míos otra vez mientras sube y baja muy despacio, oh, tan<br />

despacio… arriba y abajo. Le abrazo el cuello y me rindo al ritmo cadencioso. Me dejo llevar a donde quiera<br />

que él me lleve. Flexiono los muslos y cabalgo sobre él… Me hace sentir tan bien. Me echo hacia atrás y dejo<br />

caer la cabeza. Abro la boca todo lo que puedo en una expresión silenciosa de mi placer y disfruto de esa<br />

forma tan dulce que tiene de hacer el amor.<br />

—Ana —dice en un jadeo y se acerca para besarme la garganta. Me agarra con fuerza y sigue entrando y<br />

saliendo lentamente, acercándome… cada vez más y más… con ese ritmo tan exquisito; una fuerza carnal<br />

fluida. Un placer delicioso irradia desde lo más profundo mientras él me abraza tan íntimamente—. Te quiero,<br />

Ana —me susurra al oído con voz baja y ronca y vuelve a levantarme… Arriba y abajo, arriba y abajo. Le<br />

rodeo la nuca con una mano y deslizo los dedos entre su pelo.<br />

—Yo también te quiero, Christian. —Abro los ojos y lo encuentro mirándome y todo lo que veo es su<br />

amor que brilla con fuerza en la tenue luz del cuarto de juegos. Parece que su pesadilla ha quedado olvidada.<br />

Y cuando empiezo a sentir que mi cuerpo se está acercando a la liberación, me doy cuenta de que esto es lo

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