cincuenta-sombras-liberadas-libro-3

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de los motores. Nos estamos moviendo. ¡Qué raro! Christian está a mi lado, trabajando en su portátil, vestido informal con una camisa blanca de lino y unos pantalones chinos y descalzo. Todavía tiene el pelo húmedo y huelo el jabón de la ducha reciente en su cuerpo y el olor a Christian… Mmm. —Hola —susurra mirándome con ojos tiernos. —Hola —le sonrió sintiéndome tímida de repente—. ¿Cuánto tiempo llevo dormida? —Una hora más o menos. —¿Nos movemos? —He pensado que como ayer salimos a cenar y fuimos al ballet y al casino, esta noche podíamos cenar a bordo. Una noche tranquila à deux. Le sonrío. —¿Y adónde vamos? —A Cannes. —Vale. —Me estiro porque me siento entumecida. Por mucho que me haya entrenado con Claude, nada podía haberme preparado para lo de esta tarde. Me levanto porque necesito ir al baño. Cojo mi bata de seda y me la pongo apresuradamente. ¿Por qué me siento tan tímida? Siento sus ojos sobre mí. Le miro, pero él vuelve a su ordenador con el ceño fruncido. Mientras me lavo las manos distraídamente en el lavabo recordando la velada en el casino, se me abre la bata. Me quedo mirándome en el espejo, alucinada. Dios Santo, pero ¿qué me ha hecho?
3 M e miro horrorizada las marcas rojas que tengo por toda la piel alrededor de los pechos. ¡Chupetones! ¡Estoy llena de chupetones! Estoy casada con uno de los hombres de negocios más respetados de Estados Unidos y me ha llenado el cuerpo de chupetones… ¿Cómo no me he dado cuenta de que me estaba dejando todas esas marcas? Me sonrojo. Sé perfectamente cómo: en esos momentos el señor Orgásmico estaba desplegando sus increíbles habilidades sexuales conmigo. Mi subconsciente me mira por encima de los cristales de las gafas de media luna y chasquea la lengua con desaprobación, mientras la diosa que llevo dentro duerme apaciblemente en su chaise-longue, fuera de combate. Observo mi reflejo con la boca abierta. Tengo hematomas rojos alrededor de las muñecas por las esposas. Ya me avisó de que dejaban marcas. Examino mis tobillos; más hematomas. Joder, parece que haya sufrido un accidente. Sigo mirándome, intentando reconocerme. Mi cuerpo está tan diferente últimamente… Ha cambiado de forma sutil desde que le conozco. Ahora estoy más delgada y en mejor forma y tengo el pelo brillante y bien cortado. Me he hecho la manicura, la pedicura y llevo las cejas perfectamente depiladas. Por primera vez en mi vida voy bien arreglada (excepto por esas horribles marcas de mordiscos). Pero no quiero pensar en tratamientos de belleza ahora mismo. Estoy demasiado enfadada. ¿Cómo se atreve a marcarme así, como si fuera un adolescente? En el poco tiempo que llevamos juntos nunca me había hecho chupetones. Estoy horrible. No sé por qué me ha hecho esto. Maldito obseso del control. ¡Pues no pienso tolerarlo! Mi subconsciente cruza los brazos por debajo de su pecho pequeño. Esta vez se ha pasado. Salgo pisando fuerte del baño y entro en el vestidor, evitando a propósito mirar en su dirección. Me quito la bata y me pongo un pantalón de chándal y una camisola. Me suelto la trenza, cojo un cepillo del pelo del tocador y me peino para quitarme los nudos. —Anastasia —me llama Christian y noto ansiedad en su voz—, ¿estás bien? Le ignoro. ¿Que si estoy bien? Pues no, no estoy bien. Con lo que me ha hecho, dudo que pueda ponerme un bañador, y mucho menos uno de esos biquinis ridículamente caros durante lo que queda de luna de miel. Pensar eso me enfurece. Pero ¿cómo se ha atrevido? Que si estoy bien… Me hierve la sangre. ¡Yo también sé comportarme como una adolescente! Regreso al dormitorio, le tiro el cepillo del pelo, me giro y vuelvo a salir, no sin antes ver su expresión asombrada y su rápida reacción de levantar el brazo para protegerse la cabeza, lo que provoca que el cepillo rebote inútilmente contra su antebrazo y aterrice en la cama. Salgo del camarote hecha una furia, subo por las escaleras y salgo a la cubierta para dirigirme como una exhalación a la proa. Necesito un poco de espacio para calmarme. Está oscuro pero el aire es templado. La brisa cálida huele a Mediterráneo y a los jazmines y buganvillas de la costa. El Fair Lady surca sin esfuerzo el tranquilo mar color cobalto y yo apoyo los codos sobre la barandilla de madera, mirando la costa lejana en la que parpadean y titilan unas luces diminutas. Inspiro hondo despacio y empiezo a calmarme lentamente. Noto su presencia detrás de mí antes de oírle.
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Doy un respingo. Pero un brillante
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Christian se acerca lentamente haci
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Un tapón anal. Christian lo desliz
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Él se echa un poco atrás para mir
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Me tira de la trenza de forma que t
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fuera que va tras él: primero lo d
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Christian niega con la cabeza y me
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Él se queda petrificado y todo su
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—Sí… —¿Por qué me mira as
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Recorre la línea de mis labios con
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en la voz de Christian. No sé qué
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Christian Grey De vuelta al mundo r
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—¡Adelante! —digo demasiado al
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Se revuelve en la silla como si se
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—¿Mil veces peor que el domingo?
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—Oye… —me dice en voz baja y
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Mi día de mierda se está poniendo
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—El Réquiem de Fauré. Te veo di
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nos enfrentamos a la señorita Matt
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euniendo toda mi fuerza interior y
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desconcertado y frustrado su compor
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y él nunca se quejó. —Vamos —
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que he sido yo quien ha logrado ese
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excitante. Me rodea la cintura con
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hacer algo… —Me pone la mano en
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—Es tarde —dice Christian mient
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—Eso me recuerda algo —dice con
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—Me gusta leer, Christian. Dirigi
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9 C uando me despierto antes de que
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—He despedido a cinco personas po
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De: Christian Grey Fecha: 23 de ago
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Anastasia Grey Retorcida (en el bue
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mí; en este momento está a diez m
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cuánto quiero a ese hombre. Hannah
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mandarle un mensaje a Christian, pe
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*¿DÓNDE DEMONIOS ESTÁS?* Y un co
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10 T engo el corazón acelerado y l
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traen entre manos Ryan y Sawyer.
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Abraza el respaldo de la silla con
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—Cuando pienso en lo que podría
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joder. —Su tono es amargo y ahora
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Recuerdo las sabias palabras de mi
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Me quedo mirando ese correo durante
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Tomaré tu silencio como una admisi
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11 A h, ¿me has estado esperando?
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—Sí que quería. —Realmente no
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a sacarle por ahora? Me lleva hasta
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quemado. Aquí —dice metiéndome
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madera justo detrás de mí. Se ace
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Una combinación letal de tortura s
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—No llores, por favor —murmura.
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—Christian, dímelo. —La polic
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acabó. —No siento lástima —le
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—Necesito control, Ana. Igual que
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—Siéntate. —Me esfuerzo para h
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despertador y veo que son las tres
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donde nos espera el jet de Grey Ent
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maniobra de despegue. —La voz de
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—Tal vez sea alguien que tenga al
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nieve; parece un paisaje montañoso
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Ethan y tira de él hacia el interi
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eso tierno. —Y por ti también.
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mano, aunque «vestido» tal vez se
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pregunte directamente al gigolo. ¿
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—No muy bien. Ethan me enseñó.
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Me miro boquiabierta en el espejo d
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«Tú eres la mejor terapia.» Esas
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hasta ponerme escarlata y recuerdo
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—¿Champán? —les pregunta Chri
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—Estoy bien. Es que los asientos
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a dar vueltas a su alrededor. La mu
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Niego con la cabeza. —Voy a recog
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categórico. Cierro los ojos y sus
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desaparece. —¿Por qué no me dij
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Chillo en respuesta y relámpagos d
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—Sí. Me confundes. Tomando las r
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posesivamente sobre la rodilla de K
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el ceño—. Yo no conocía otra co
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Te quiero. x Christian Grey Asombra
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Christian Grey Presidente de Grey E
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16 Q uieres que le diga que se vaya
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Rápidamente escondo la BlackBerry
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también quería ver a Susi, a uste
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al señor Grey por eso. Podría hab
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—Gracias. —¿Te quedas en casa
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De repente el corazón se me llena
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cuero, cada codo sujeto a una rodil
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Ana x Anastasia Grey Editora de SIP
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—Claro. Buena suerte, Ana. Espero
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—Gracias —murmuro intentando ce
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—¿Por qué tardan tanto? —digo
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—Iba a pedir un taxi. —Luke pue
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—Gracias —le dice Christian. Le
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—Hasta que pueda valerse por sí
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con una sonrisa tímida y un suave
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18 M e revuelvo y abro los ojos a u
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—Solo quiero que sepas que te est
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—¡Tienes más dinero que sentido
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Frunce el ceño y me coge con fuerz
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Christian sonríe. —Por un moment
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madera. —¡Sorpresa! Oh, Dios mí
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Cuando llega el momento del postre
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azos. —Volvamos, nena —me dice.
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—Hablaré con la doctora Sluder p
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dirigirse hacia el dormitorio. Oh
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Sus manos descienden desde mis rodi
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Él me mira con la boca abierta y y
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—Detective Clark. —Christian le
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—Creo que ya le he dicho que pref
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Rebusca en el cajón de su mesa.
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—Vale —susurro un poco avergonz
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Fecha: 13 de septiembre de 2011 13:
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Suspira y hace un mohín. Parece un
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—Ana, querida… —La señora Jo
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¡Una risita! Frunzo el ceño y le
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me cuelgo en el brazo la chaqueta d
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pero solo hay mensajes de Elliot, A
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me imagino que cae de rodillas dela
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Me pongo de pie y me agacho para se
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problemas. No voy a volver a verla.
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Asiento y me escabullo hacia la seg
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—Ana —responde con la voz fría
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Mi BlackBerry vibra y me sobresalta
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¿Decírselo a Christian? ¿A Taylo
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—¡Señora Grey! —Justo cuando
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la follaré antes de matarla». Vue
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¡Ray! Doy un respingo. Estará esp
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—Elizabeth, ya tienes el dinero.
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23 S olo hay dolor. La cabeza, el p
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—Lo que ella hizo, cariño… Los
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—Maldita sea, es mi mujer. Yo la
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—¿Cómo llegaron hasta ella? —
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Hago un gesto de dolor. —Solo es
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—El Saab tiene un dispositivo de
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—Señora Grey… —La enfermera
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—No dejes de comer —me dice.
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elajante voz mientras como, sabiend
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Me guiña un ojo. —Taylor te ha t
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discutir, Ana. —Me dedica una med
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estaba pensando. —No eres como é
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ceremoniosa, sin dejar de mirarle t
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Christian cierra otra vez los ojos
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—Oh, claro, encantada. La llevo h
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Frunzo el ceño. —¿Y eso tiene s
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Vuelve a mirar al techo y se pasa u
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—¿Ella supo qué? —Que estaba
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Frunce el ceño y traga saliva. Oh,
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—Bueno, ese es el final del cuent
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—¿Tú vas a ir a trabajar? —le
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—Inténtelo, señora Grey. —Su
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¡Familia! ¿Más de un hijo? ¿Ser
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matarme, que ha raptado a mi herman
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Ahora me besa la izquierda—. Desp
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—Lo mismo digo, Grey. Él sonríe
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«¡Prepárese!» Mi corazón vuelv
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fuera… siguiendo un ritmo. —¿Q
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treinta, señorita. Suelto una risi
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—Claro —le digo. Oh, Dios mío,
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Ted deja de llorar y se mira la man
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—¿Christian? —Busco entre las
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—Yo también te quiero, Christian
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Las primeras Navidades de Cincuenta
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Mami ríe. Lelliot ríe. Yo río.
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convenga. Tengo que admitir que ten
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poco. Ella se retuerce como si hubi
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—Suena muy filantrópico. ¿Le ap
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—Aquí tenemos un excelente progr
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Nota media: 4 sobre 5 Formación an
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—Sí, por favor. La acompaño, se
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Sin decir nada se gira y cruza el p
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Eso es todo… por ahora. Gracias,
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E.L. James ha desempeñado varios c
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