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cincuenta-sombras-liberadas-libro-3

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23<br />

S<br />

olo hay dolor. La cabeza, el pecho… Un dolor que quema. El costado, el brazo. Dolor. Dolor y palabras<br />

susurradas en la penumbra. ¿Dónde estoy? Aunque lo intento, no puedo abrir los ojos. Las palabras en<br />

susurros se van volviendo más claras, un faro en medio de la oscuridad.<br />

—Tiene una contusión en las costillas, señor Grey, y una fractura en el cráneo, justo bajo el nacimiento del<br />

pelo, pero sus constantes vitales son estables y fuertes.<br />

—¿Por qué sigue inconsciente?<br />

—La señora Grey ha sufrido un fuerte golpe en la cabeza. Pero su actividad cerebral es normal y no hay<br />

inflamación. Se despertará cuando esté preparada para ello. Solo dele un poco de tiempo.<br />

—¿Y el bebé? —Sus palabras suenan angustiadas, ahogadas.<br />

—El bebé está bien, señor Grey.<br />

—Oh, gracias a Dios. —Su respuesta es como una letanía… una oración—. Oh, gracias a Dios.<br />

Oh, Dios mío. Está preocupado por el bebé… ¿El bebé?… Pequeño Bip. Claro. Mi pequeño Bip. Intento<br />

en vano mover la mano hasta mi vientre, pero nada se mueve, nada me responde.<br />

«¿Y el bebé?… Oh, gracias a Dios.»<br />

Pequeño Bip está a salvo.<br />

«¿Y el bebé?… Oh, gracias a Dios.»<br />

Se preocupa por el bebé.<br />

«¿Y el bebé?… Oh, gracias a Dios.»<br />

Quiere al bebé. Oh, gracias a Dios. Me relajo y vuelve la inconsciencia alejándome del dolor.<br />

Todo pesa y me duele: las extremidades, la cabeza, los párpados… nada se mueve. Mis ojos y mi boca están<br />

totalmente cerrados y no quieren abrirse, lo que me deja ciega, muda y dolorida. Según voy cruzando la<br />

niebla hasta la superficie, la consciencia se va acercando pero queda justo fuera de mi alcance, como una<br />

seductora sirena.<br />

—No la voy a dejar sola.<br />

¡Christian! Está aquí… Intento con todas mis fuerzas despertarme. Su voz no es más que un susurro<br />

cansado y agónico.<br />

—Christian, tienes que dormir.<br />

—No, papá, quiero estar aquí cuando despierte.<br />

—Yo me quedaré con ella. Es lo menos que puedo hacer después de que haya salvado a mi hija.<br />

¡Mia!<br />

—¿Cómo está Mia?<br />

—Grogui, asustada y enfadada. Van a pasar unas cuantas horas antes de que se le pase completamente el<br />

efecto del Rohypnol.

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