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cincuenta-sombras-liberadas-libro-3

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—Lo primero es lo primero, zorra —responde Jack, parándose delante de mí. Su desprecio es más que<br />

evidente—. ¿El dinero?<br />

Elizabeth está comprobando las bolsas del maletero.<br />

—Aquí hay un montón de billetes —dice asombrada abriendo y cerrando las cremalleras de las bolsas.<br />

—¿Y su teléfono?<br />

—Lo tiré a la basura.<br />

—Bien —contesta Jack, y sin previo aviso se vuelve hacia mí y me da un bofetón muy fuerte en la cara<br />

con el dorso de la mano. El golpe, feroz e injustificado, me tira al suelo. Mi cabeza golpea contra el cemento<br />

con un sonido aterrador. El dolor estalla dentro de mi cabeza, los ojos se me llenan de lágrimas y se me<br />

emborrona la visión. La impresión por el impacto resuena en mi interior y desata un dolor insoportable que<br />

me late dentro del cráneo.<br />

Dejo escapar un grito silencioso por el sufrimiento y el terror. Oh, no… Pequeño Bip. Después Jack se<br />

acerca a mí y me da una patada rápida y rabiosa en las costillas que me deja sin aire en los pulmones por la<br />

fuerza del golpe. Cierro los ojos con fuerza para evitar las náuseas y el dolor y para intentar conseguir un<br />

poco de aire. Pequeño Bip, pequeño Bip… Oh, mi pequeño Bip…<br />

—¡Esto es por Seattle Independent Publishing, zorra! —me grita Jack.<br />

Levanto las piernas para hacerme una bola, anticipando el siguiente golpe. No. No. No.<br />

—¡Jack! —chilla Elizabeth—. Aquí no. ¡A plena luz del día no, por Dios!<br />

Él se detiene.<br />

—¡Esta puta se lo merece! —gruñe en dirección a Elizabeth. Y eso me da un precioso segundo para echar<br />

la mano hacia atrás y sacar la pistola de la cintura de los pantalones. Le apunto temblorosa, aprieto el gatillo y<br />

disparo. La bala le da justo por encima de la rodilla y cae delante de mí, aullando de dolor, agarrándose el<br />

muslo mientras los dedos se le llenan se sangre.<br />

—¡Joder! —chilla Jack. Me giro para enfrentarme a Elizabeth, que me está mirando con horror y<br />

levantando las manos por encima de la cabeza. La veo borrosa… La oscuridad se cierra sobre mí. Mierda…<br />

La veo como al final de un túnel. La oscuridad la está engullendo; me está engullendo. Desde lejos oigo que<br />

se desata el infierno. Chirridos de ruedas… Frenos… Puertas… Gritos… Gente corriendo… Pasos. Se me<br />

cae el arma de la mano.<br />

—¡Ana! —Es la voz de Christian… La voz de Christian… La voz de Christian llena de dolor… Mia…<br />

Salva a Mia.<br />

—¡ANA!<br />

Oscuridad… Paz.

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