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06. En la Arena Estelar

En la arena estelar, publicada por primera vez en 1951, con el título original de The Stars, Like Dust (Las estrellas, como polvo) es una novela de ciencia ficción de Isaac Asimov. Su título alude al polvo interestelar que impide la visión de las estrellas en la Nebulosa Cabeza de Caballo, región de la Vía Láctea donde tiene lugar la mayor parte de la historia.

En la arena estelar, publicada por primera vez en 1951, con el título original de The Stars, Like Dust (Las estrellas, como polvo) es una novela de ciencia ficción de Isaac Asimov. Su título alude al polvo interestelar que impide la visión de las estrellas en la Nebulosa Cabeza de Caballo, región de la Vía Láctea donde tiene lugar la mayor parte de la historia.

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<strong>En</strong> aquel instante se oyó una voz que venía de arriba, tan potente que<br />

penetraba hasta el último rincón de aquel<strong>la</strong> enorme sa<strong>la</strong>.<br />

—Vuelvan a sus puestos. Detengan los preparativos para el salto. Comprueben<br />

los hiperatómicos.<br />

Era Aratap, que hab<strong>la</strong>ba por medio del sistema de comunicación general. Luego<br />

llegó <strong>la</strong> orden:<br />

—Tráiganme a ese joven.<br />

Biron permitió que le agarrasen. Había dos soldados a cada <strong>la</strong>do, los cuales le<br />

sujetaban como si esperasen que fuese a estal<strong>la</strong>r. Trataron de hacerle andar de un<br />

modo natural, pero cojeaba mucho.<br />

Aratap estaba a medio vestir. Sus ojos parecían diferentes, desvaídos,<br />

penetrantes, desenfocados. A Biron se le ocurrió entonces que aquel hombre llevaba<br />

lentes de contacto.<br />

—Ha armado usted un jaleo terrible, Farrill —dijo Aratap.<br />

—Era necesario para salvar <strong>la</strong> nave. Haga salir a esos guardias.<br />

Con tal de que examinen <strong>la</strong>s máquinas, no tengo intención de hacer nada más.<br />

—Se quedarán de momento. Por lo menos hasta que tenga noticias de los<br />

maquinistas.<br />

Esperaron, silenciosamente, mientras transcurrían los minutos, hasta que se<br />

iluminó con luz roja el círculo de vidrio deslustrado encima del resp<strong>la</strong>ndeciente letrero<br />

que decía «Sa<strong>la</strong> de máquinas».<br />

Aratap abrió el contacto.<br />

—¡Informen!<br />

Las pa<strong>la</strong>bras llegaron tajantes y rápidas:<br />

—Los hiperatómicos del banco C están completamente en cortocircuito. Se<br />

están efectuando <strong>la</strong>s reparaciones.<br />

—Vuelvan a calcu<strong>la</strong>r el salto para dentro de seis horas. Se volvió a Biron y dijo<br />

tranqui<strong>la</strong>mente:<br />

—Tenía Tazón.<br />

Hizo un ademán y los guardas saludaron, giraron sobre sus talones y salieron<br />

con una suave precisión.<br />

—Los detalles, por favor—dijo Aratap.<br />

—Durante su estancia en <strong>la</strong> sa<strong>la</strong> de máquinas, Gillbret oth Hinriad pensó que<br />

sería una buena idea establecer un cortocircuito. Ese hombre no es responsable por<br />

sus acciones y no debe ser castigado por el<strong>la</strong>s.<br />

—Hace años que no se le considera responsable —asintió Aratap—. Esta parte<br />

de los hechos quedará entre usted y yo. No obstante, siento interés y curiosidad por<br />

conocer sus razones para evitar <strong>la</strong> destrucción de <strong>la</strong> nave. ¿Seguro que usted no teme<br />

morir por una buena causa?<br />

—No existe tal causa —dijo Biron—. No existe el mundo de <strong>la</strong> rebelión. Ya se lo<br />

he dicho antes, y lo repito. Lingane era el centro de <strong>la</strong> rebelión, y eso ha sido ya<br />

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