24.06.2015 Views

06. En la Arena Estelar

En la arena estelar, publicada por primera vez en 1951, con el título original de The Stars, Like Dust (Las estrellas, como polvo) es una novela de ciencia ficción de Isaac Asimov. Su título alude al polvo interestelar que impide la visión de las estrellas en la Nebulosa Cabeza de Caballo, región de la Vía Láctea donde tiene lugar la mayor parte de la historia.

En la arena estelar, publicada por primera vez en 1951, con el título original de The Stars, Like Dust (Las estrellas, como polvo) es una novela de ciencia ficción de Isaac Asimov. Su título alude al polvo interestelar que impide la visión de las estrellas en la Nebulosa Cabeza de Caballo, región de la Vía Láctea donde tiene lugar la mayor parte de la historia.

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

modo divertida, pero acerca de lo que ahora nos interesa, estuvo igualmente<br />

desprovista de incidentes. Pero durante nuestro viaje de regreso fuimos alcanzados por<br />

un meteoro.<br />

—¿Cómo?<br />

Gillbret hizo un ademán con <strong>la</strong> mano,<br />

—Sé perfectamente que es un accidente improbable. La incidencia de meteoros<br />

en el espacio, especialmente en el espacio intereste<strong>la</strong>r, es lo suficientemente pequeña<br />

para que <strong>la</strong>s probabilidades de colisión con una nave sean absolutamente<br />

insignificantes, pero a veces ocurre, como ya sabéis. Y ocurrió en nuestro caso. Como<br />

es natural, cualquier meteoro que da efectivamente en el b<strong>la</strong>nco, incluso cuando es<br />

sólo del tamaño de un alfiler, como lo son <strong>la</strong> mayoría de ellos, puede penetrar el casco<br />

de cualquier nave, excepto <strong>la</strong>s más acorazadas.<br />

—Ya lo sé —dijo Biron—. Es cuestión de su momento, que es el producto de su<br />

masa por su velocidad. La velocidad compensa de sobras <strong>la</strong> falta de masa.<br />

Lo dijo con displicencia, como si fuese una lección, y se dio cuenta que estaba<br />

mirando a hurtadil<strong>la</strong>s a Artemisa. La chica se había sentado para escuchar a Gillbret, y<br />

estaba tan cerca de él que casi se tocaban. Biron pensó que tenía un hermoso perfil, a<br />

pesar de que su cabello estaba cada vez más desaliñado. No llevaba su chaquetil<strong>la</strong>, y a<br />

pesar de haber transcurrido ya cuarenta y ocho horas, <strong>la</strong> esponjosa b<strong>la</strong>ncura de su<br />

blusa estaba aún lisa y estirada. Biron se preguntó cómo se <strong>la</strong>s arreg<strong>la</strong>ba.<br />

Pensó que aquel viaje podía ser maravilloso, con tal de que <strong>la</strong> chica aprendiese<br />

a portarse bien. La dificultad estaba en que nadie <strong>la</strong> había contro<strong>la</strong>do nunca. Eso era<br />

todo. Ciertamente su padre no lo había hecho, y el<strong>la</strong> se había acostumbrado a hacer lo<br />

que le daba <strong>la</strong> gana. Si hubiese nacido plebeya, hubiese sido una criatura encantadora.<br />

Había comenzado a dejarse envolver por un ensueño en el cual él <strong>la</strong> dominaba<br />

como era debido, y <strong>la</strong> conducía a un estado de justa, apreciación de sí mismo, cuando<br />

<strong>la</strong> muchacha se volvió hacia él y se enfrentó tranqui<strong>la</strong>mente con su mirada Biron<br />

apartó <strong>la</strong> suya e instantáneamente fijó su atención en Gillbret. Había perdido unas<br />

cuantas frases.<br />

—No tengo <strong>la</strong> más remota idea de por qué había fal<strong>la</strong>do !a pantal<strong>la</strong> de <strong>la</strong> nave.<br />

Fue una de aquel<strong>la</strong>s cosas de <strong>la</strong>s cuales nunca se sabrá <strong>la</strong> explicación, pero el hecho<br />

era que había fal<strong>la</strong>do. <strong>En</strong> cualquier caso, el meteoro había hecho b<strong>la</strong>nco en <strong>la</strong> parte<br />

central de <strong>la</strong> nave. Era del tamaño de un guijarro, y al perforar el casco su velocidad<br />

se redujo justo lo suficiente para que no pudiese salir por el otro <strong>la</strong>do. De haber sido<br />

así, el daño no hubiese sido mucho, puesto que en muy poco tiempo se hubiese podido<br />

reparar provisionalmente el casco.<br />

»Pero lo que ocurrió fue que entró en <strong>la</strong> sa<strong>la</strong> de mandos, rebotó en <strong>la</strong> pared<br />

opuesta y luego de un <strong>la</strong>do a otro hasta detenerse. No debió tardar más que una<br />

fracción de segundo en pararse, pero con una velocidad inicial de doscientos<br />

kilómetros por minuto debió cruzar <strong>la</strong> sa<strong>la</strong> unas cien veces. Los dos hombres de <strong>la</strong><br />

tripu<strong>la</strong>ción quedaron destrozados y yo conseguí escaparme debido so<strong>la</strong>mente a que en<br />

aquel momento estaba en <strong>la</strong> cabina.<br />

»Oí el sonido metálico que hizo el meteoro cuando penetró en el casco, y luego<br />

el ruido de sus rebotes, así como los espantosos gritos de los tripu<strong>la</strong>ntes. Cuando<br />

llegué a <strong>la</strong> sa<strong>la</strong> de mandos, no había sino sangre y jirones de carne por todas partes.<br />

Lo que ocurrió luego es algo que sólo recuerdo vagamente, si bien durante años lo he<br />

ido reviviendo paso a paso en mis pesadil<strong>la</strong>s.<br />

74

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!