24.06.2015 Views

06. En la Arena Estelar

En la arena estelar, publicada por primera vez en 1951, con el título original de The Stars, Like Dust (Las estrellas, como polvo) es una novela de ciencia ficción de Isaac Asimov. Su título alude al polvo interestelar que impide la visión de las estrellas en la Nebulosa Cabeza de Caballo, región de la Vía Láctea donde tiene lugar la mayor parte de la historia.

En la arena estelar, publicada por primera vez en 1951, con el título original de The Stars, Like Dust (Las estrellas, como polvo) es una novela de ciencia ficción de Isaac Asimov. Su título alude al polvo interestelar que impide la visión de las estrellas en la Nebulosa Cabeza de Caballo, región de la Vía Láctea donde tiene lugar la mayor parte de la historia.

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

—No lo sé, no puedo contro<strong>la</strong>rlo. No hice más que <strong>la</strong>rgarles toda <strong>la</strong> fuerza<br />

posible, y lo demás dependió de sus complejos. *No te detengas hab<strong>la</strong>ndo. ..Tienes el<br />

piano para llegar al cuarto de Artemisa?<br />

Biron asintió con <strong>la</strong> cabeza y avanzó a lo <strong>la</strong>rgo del pasillo. Estaba casi vacío. No<br />

podía caminar rápidamente, pues si intentaba hacerlo cojeaba.<br />

Miró su reloj, y recordó entonces que no había tenido aún tiempo de ajustarlo a<br />

<strong>la</strong> cronometría local de Rhodia. Todavía estaba adaptado al tiempo patrón intereste<strong>la</strong>r<br />

que utilizaba a bordo de <strong>la</strong> nave, donde cien minutos constituían una hora, y mil un<br />

día. De modo que el número 876 que resp<strong>la</strong>ndecía en cifras rosadas en-<strong>la</strong> fría esfera<br />

metálica del reloj no significaba nada ahora.<br />

Pero, en fin, debía de ser bien entrada <strong>la</strong> noche, o por lo menos el período del<br />

sueño p<strong>la</strong>netario (suponiendo que los dos no coincidieran), pues de lo contrario los<br />

salones no hubiesen estado tan vacíos, y los bajorrelieves de <strong>la</strong>s paredes no hubiesen<br />

reflejado <strong>la</strong> luz sin nadie que los mirase. Tocó uno de ellos al pasar, una escena de<br />

coronación, y vio que eran bidimensionales. No obstante, producían <strong>la</strong> ilusión perfecta<br />

de estar separados de <strong>la</strong>s paredes.<br />

Era lo bastante curioso para detenerse momentáneamente a fin de examinar el<br />

efecto. Luego recordó que no debía perder tiempo y se apresuró a seguir su camino.<br />

La vaciedad del pasillo le pareció otro signo de <strong>la</strong> decadencia de Rhodia. Ahora<br />

que se había convertido en un rebelde se percataba de todos esos símbolos de<br />

declinación. Si hubiera sido el centro de una potencia independiente, el pa<strong>la</strong>cio hubiese<br />

siempre tenido centine<strong>la</strong>s y guardianes nocturnos.<br />

Consultó el burdo mapa de Gillbret y dobló a <strong>la</strong> derecha, avanzando a lo <strong>la</strong>rgo<br />

de una rampa ancha y curva. <strong>En</strong> otro tiempo quizás hubo allí procesiones, pero nada<br />

de eso quedaría ahora.<br />

Se inclinó ante <strong>la</strong> puerta indicada y tocó <strong>la</strong> señal fotónica. La puerta se<br />

entreabrió primero, y luego se abrió del todo.<br />

—<strong>En</strong>tre, joven.<br />

Era Artemisa. Biron entró, y <strong>la</strong> puerta se cerró rápida y silenciosamente. Biron<br />

miró en silencio a <strong>la</strong> muchacha. Recordaba con cierto malestar que su camisa estaba<br />

desgarrada por el hombro, de modo que una de <strong>la</strong>s mangas colgaba suelta, que sus<br />

ropas estaban sucias, y que le sangraba <strong>la</strong> cara. Recordó el zapato que aún llevaba en<br />

<strong>la</strong> mano, lo dejó caer, y metió el pie en él.<br />

—¿Le importa si me siento? —preguntó.<br />

La chica le siguió hasta <strong>la</strong> sil<strong>la</strong>, y permaneció de pie junto a él, ligeramente<br />

molesta.<br />

—¿Qué ha ocurrido? ¿Qué le pasa en el pie?<br />

—Me hice daño —dijo brevemente—. ¿Está preparada para marcharse?<br />

La muchacha se animó.<br />

—<strong>En</strong>tonces, ¿ va a llevarnos?<br />

Pero Biron no estaba de humor para cortesías. El pie le dolía aún, y se lo sujetó<br />

con <strong>la</strong> mano.<br />

—Mire, lléveme a una nave. Me marcho de este maldito p<strong>la</strong>neta, y si quiere<br />

venir conmigo <strong>la</strong> llevo. La muchacha frunció el ceño.<br />

54

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!