24.06.2015 Views

06. En la Arena Estelar

En la arena estelar, publicada por primera vez en 1951, con el título original de The Stars, Like Dust (Las estrellas, como polvo) es una novela de ciencia ficción de Isaac Asimov. Su título alude al polvo interestelar que impide la visión de las estrellas en la Nebulosa Cabeza de Caballo, región de la Vía Láctea donde tiene lugar la mayor parte de la historia.

En la arena estelar, publicada por primera vez en 1951, con el título original de The Stars, Like Dust (Las estrellas, como polvo) es una novela de ciencia ficción de Isaac Asimov. Su título alude al polvo interestelar que impide la visión de las estrellas en la Nebulosa Cabeza de Caballo, región de la Vía Láctea donde tiene lugar la mayor parte de la historia.

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

—Bien. Nada de visión. Contentémonos con sonido, hasta que tengamos alguna<br />

idea de lo que viene.<br />

Era asombroso contemp<strong>la</strong>r a Gillbret a los mandos de <strong>la</strong> radio etérica.<br />

Evidentemente poseía talento innato. <strong>En</strong>trar en contacto con un punto ais<strong>la</strong>do del<br />

espacio por medio de un estrecho haz de radio es algo que no deja de ser, después de<br />

todo, una tarea en <strong>la</strong> cual <strong>la</strong> información del tablero de mandos de <strong>la</strong> nave sólo puede<br />

participar un poco. Tenía una idea de <strong>la</strong> distancia de <strong>la</strong> nave, con una aproximación, en<br />

más o en menos, de ciento cincuenta kilómetros. Disponía de dos ángulos, cada uno de<br />

los cuales podía muy bien presentar un error de cinco a seis grados en cualquier<br />

dirección.<br />

Eso dejaba un volumen de unos cuarenta millones de kilómetros cúbicos en los<br />

cuales pudiera estar <strong>la</strong> nave. El resto era cosa del operador humano, y un haz de radio<br />

no era sino un dedo explorador que recorría una sección de menos de un kilómetro en<br />

su punto de máxima amplitud, a una distancia de recepción posible. Se decía que un<br />

operador experimentado podía percibir por el tacto de los mandos el grado de error del<br />

haz. Naturalmente, esa teoría era absurda desde un punto de vista científico, pero a<br />

menudo parecía que no cabía otra explicación posible.<br />

Al cabo de menos de diez minutos el medidor de <strong>la</strong> actividad de <strong>la</strong> radio subía<br />

rápidamente, y el «Imp<strong>la</strong>cable» comenzaba a emitir y a recibir.<br />

Otros diez minutos después Biron pudo recostarse en el asiento.<br />

—<strong>En</strong>vían a bordo a un nombre—dijo.<br />

—¿Debemos permitírselo? —preguntó Artemisa.<br />

—¿Y por qué no? Es sólo un hombre. Estamos armados.<br />

—Pero, ¿y si dejamos que su nave se acerque demasiado?<br />

—Somos un crucero tyrannio. Arta. Tenemos una potencia de tres a cinco veces<br />

mayor que <strong>la</strong> suya, aunque fuese <strong>la</strong> mejor nave de guerra de que dispone Lingane. Su<br />

preciado reg<strong>la</strong>mento de asociación no les permite gran cosa, y nosotros tenemos cinco<br />

demoledores de gran calibre.<br />

—¿Y tú sabes cómo emplear los demoledores tyrannios? No tenía ni idea de que<br />

lo supieses —dijo Artemisa.<br />

A Biron le desagradó mucho tener que cerrar <strong>la</strong> l<strong>la</strong>ve a <strong>la</strong> admiración, pero no<br />

tuvo más remedio.<br />

—Desgraciadamente, no; por lo menos, todavía no. Pero <strong>la</strong> nave lingania no<br />

está enterada de eso, comprendes?<br />

Media hora más tarde <strong>la</strong> p<strong>la</strong>ca visora mostró una nave. Era un aparato pequeño<br />

y achatado, provisto de dos juegos de cuatro aletas, como si tuviese que realizar con<br />

frecuencia vuelos estratosféricos.<br />

<strong>En</strong> cuanto apareció en el telescopio, Gillbret gritó entusiasmado;<br />

—Es el yate del autarca. Es su yate particu<strong>la</strong>r, estoy seguro. Ya os dije que<br />

bastaría mencionar mi nombre para conseguir su atención —dijo con una amplia<br />

sonrisa.<br />

La nave lingania entró en período de desaceleración y ajuste de velocidad,<br />

hasta que apareció inmóvil en <strong>la</strong> p<strong>la</strong>ca visora. Se oyó una voz débil en el receptor.<br />

90

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!