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Leer-Cuentos.-Horacio-Quiroga

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electura minuciosa permite distinguir del conjunto de doscientos, tienenalgo común: por encima de ocasionales diferencias temáticas o estilísticasexpresan una misma realidad, precisan una actitud estética coherente. Sise quisiera encontrar una fórmula para definirla habría que referirse a laobjetividad de esta obra, de este creador.Nada más fácil en este terreno que una grosera confusión de términos.Por eso mismo, conviene aclarar ante todo su exacto significado. La objetividades la condición primera de todo arte clásico. Significa para el artistael manejo de sus materiales con absoluto dominio; significa la superaciónde la adolescencia emocional (tanto más persistente que la otra), el abandonode la subjetividad. Significa haber padecido, haber luchado y haberexpresado ese padecer, esa lucha en términos de arte. La objetividad no selogra por mero esfuerzo, o por insuficiencia de la pasión; tampoco es donque pueda heredarse. No es objetivo quien no haya sufrido, quien no sehaya vencido a sí mismo. La objetividad del que no fue probado no es tal,sino inocencia de la pasión, ignorancia, insensibilidad.<strong>Quiroga</strong> alcanzó estéticamente la objetividad después de dura prueba.El exacerbado subjetivismo del fin de siglo, los modelos de su juventud(Poe, Darío, Lugones), su mismo temperamento apasionado, parecían condenarloa una viciosa actitud egocéntrica. No es ésta la ocasión de trazarminuciosamente sus tempranos combates. Baste recordar que de esacompleja experiencia de sus veinte años –que incluyó una breve aventuraparisina– extrajo el joven Los arrecifes de coral (1901) y muchos relatos delibros posteriores.Pero el tránsito por el modernismo no sólo fue un paso en falso para<strong>Quiroga</strong>. No sólo lo condujo a erróneas soluciones, a la busca de una expresióncreadora en el verso o en una prosa recargada de prestigios poéticos.Esa experiencia fue también formadora. Actuó providencialmente. Arrojadoal abismo, pudo perderse <strong>Quiroga</strong>, como tantos de su generación que nohan conseguido superar su tiempo. De su temple, de su esencial sabiduríaoscura, da fe el que haya sabido cerrar con dura mano el ciclo poético desu juventud e iniciar lenta, cautelosa, fatalmente, su verdadero destino denarrador. El primero que reconoció en el joven poeta despistado del modernismoal futuro gran narrador fue Lugones, verdadero taumaturgo decuentosXXIV

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