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Leer-Cuentos.-Horacio-Quiroga

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El almohadón de plumaSu luna de miel fue un largo escalofrío. Rubia, angelical y tímida, elcarácter duro de su marido heló sus soñadas niñerías de novia. Lo queríamucho, sin embargo, a veces con un ligero estremecimiento cuandovolviendo de noche juntos por la calle, echaba una furtiva mirada a la altaestatura de Jordán, mudo desde hacía una hora. Él, por su parte, la amabaprofundamente, sin darlo a conocer.Durante tres meses –se habían casado en abril– vivieron una dichaespecial. Sin duda hubiera ella deseado menos severidad en ese rígido cielode amor, más expansiva e incauta ternura; pero el impasible semblante desu marido la contenía siempre.La casa en que vivían influía un poco en sus estremecimientos. La blancuradel patio silencioso –frisos, columnas y estatuas de mármol– producíauna otoñal impresión de palacio encantado. Dentro, el brillo glacial delestuco, sin el más leve rasguño en las altas paredes, afirmaba aquella sensaciónde desapacible frío. Al cruzar de una pieza a otra, los pasos hallabaneco en toda la casa, como si un largo abandono hubiera sensibilizado suresonancia.En ese extraño nido de amor, Alicia pasó todo el otoño. No obstante,había concluido por echar un velo sobre sus antiguos sueños, y aún vivíadormida en la casa hostil, sin querer pensar en nada hasta que llegaba sumarido.No es raro que adelgazara. Tuvo un ligero ataque de influenza que searrastró insidiosamente días y días; Alicia no se reponía nunca. Al fin unabiblioteca ayacucho45

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