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Leer-Cuentos.-Horacio-Quiroga

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El vampiroSon estas líneas las últimas que escribo. Hace un instante acabo de sorprenderen los médicos miradas significativas sobre mi estado: la extremadepresión nerviosa en que yazgo llega conmigo a su fin.He padecido hace un mes de un fuerte shock seguido de fiebre cerebral.Mal repuesto aún, sufro una recaída que me conduce directamente aeste sanatorio.Tumba viva han llamado los enfermos nerviosos de la guerra a estosestablecimientos aislados en medio del campo, donde se yace inmóvil enla penumbra, y preservado por todos los medios posibles del menor ruido.Sonara bruscamente un tiro en el corredor exterior, y la mitad de los enfermosmoriría. La explosión incesante de las granadas ha convertido a estossoldados en lo que son. Yacen extendidos a lo largo de sus camas, atontados,inertes, muertos de verdad en el silencio que amortaja como densoalgodón su sistema nervioso deshecho. Pero el menor ruido brusco, el cierrede una puerta, el rodar de una cucharita, les arranca un horrible alarido.Tal es su sistema nervioso. En otra época esos hombres fueron briosose inflamados asaltantes de la guerra. Hoy, la brusca caída de un plato losmataría a todos.Aunque yo no he estado en la guerra, no podría resistir tampoco unruido inesperado. La sola apertura a la luz de un postigo me arrancaría ungrito.Pero esta represión de torturas no calma mis males. En la penumbrasepulcral y el silencio sin límites de la vasta sala, yazgo inmóvil, con loscuentos374

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