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Leer-Cuentos.-Horacio-Quiroga

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ola’e oro relumbroso colgada en el aire entre lah’hojas verdes, zumbandotan juertazo!”.Quien posea vagas nociones sobre los misterios de la expresión literariano dejará de apreciar la diferencia entre una y otra forma.Cuestión de palabras más o menos, podrá decirse. En efecto; por cuestiónde elección y ordenación de palabras se es un gran escritor o un modestociudadano.“En las pampas del sur de Buenos Aires”, con que terminan las palabrasliminares del libro, se convierte en la expresión española en “En lapampa, al sur de Buenos Aires”.Las mismas observaciones que a la adopción de pago caben aquí. Hudsonescribió El ombú hace muchos años, y la misma acción del cuento quepresta su título al libro tiene lugar a mediados del siglo pasado. Para Hudson,para sus personajes, para la época misma, la expresión “pampa” en singularno existía, o por lo menos nada significaba aún. Es ésta una creaciónreciente, más política que geográfica, y a la que la literatura en especial haprestado relieve. La pampa es hoy una entidad artística, de tono indefinido,indefinible, infinito, y cuantas docenas de epítetos misteriosos quisieraadaptárseles. Pero en la época de Hudson las pampas eran una sola cosa:llanuras crudas de aspecto y de vida, donde dominaban los indios al sur deBuenos Aires. En esos campos de pasto bruto, blancos de helada en invierno,se desarrollan casi todos los cuentos de El ombú. Las mismas indiadasson parte principal de esos relatos. Trátase, pues, real y efectivamente de laspampas anteriores a la conquista del desierto, y no de la pampa espiritualizada,que por hallarse de moda seduce al Sr. Hillman. Y estamos apenas enla segunda página del libro.Podría asegurarse de que no haber mediado la sugestión precitada queha llevado al señor Hillman a adaptar, trocando una lengua noble y artísticaen otra viciada y sin recursos, la versión española de El ombú hubiera sidotan discreta como la de La tierra purpúrea, del mismo traductor. Valga esteagasajo final y sin reservas que el señor Hillman merece.El sentimiento de la catarataEn sus mil trescientos kilómetros de curso desde las sierras brasileñashasta su desembocadura en el Paraná, el río Iguazú debe salvar unbiblioteca ayacucho427

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