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Leer-Cuentos.-Horacio-Quiroga

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público y crítica. Comienza el período más fecundo y el de su consagracióncomo escritor.1918 En las vacaciones veraniegas va a Misiones. Allí, pese a no saber nadar, hacearriesgadas excursiones por el Paraná en “La gaviota”, una chalana-piraguaque él mismo comenzara a construir en Buenos Aires. Dicen que su únicocontacto con el agua del río era arrojarse encima, cuando el calor agobiaba,jarro tras jarro, mientras desnudo y blanco, permanecía erguido sobre unapiedra. De vuelta a la capital, donde es ya figura de la actualidad literaria,pasa a dirigir por algunos meses El Cuento Ilustrado una de las varias publicacionesexclusivamente con material narrativo que ese año se fundaron. Enotra de ellas, La Novela Semanal, publica un cuento largo: “El peón”. Recogesus “cuentos para mis hijos” en <strong>Cuentos</strong> de la selva de inspiración –pero sóloeso– en Kipling y que será uno de sus éxitos más permanentes y un admirableejemplo de literatura para niños.1919 Es promovido a cónsul de segunda, lo que asegura su tambaleante economía.Se despierta en él un vivo interés por el cine. Su columna “Los estrenos cinematográficos”en Caras y Caretas, donde aparecen treinta colaboraciones enel año, le muestran como rudimentario crítico –el cine también lo era– peroentusiasta y certero espectador. Se filma El esposo de Dorothy Phillips enalusión a un propio cuento largo recientemente publicado: “Miss DorothyPhillips, mi esposa”.En Pegaso, revista que en Montevideo publican sus amigos A. Delgado y C.Miranda, aparecen dos escenas de Las sacrificadas, su primer intento teatral.1920 El que se le considere como el primer cuentista del Río de la Plata, distiendeen parte sus hoscas actitudes y las que conserva son además de una máscarasocial impactante, cautela de una interioridad y una reserva muy propias.Luego de la publicación de El salvaje, disparejo pero con excelentes relatos,el éxito y la reputación crecen sin pausas. Publica también Las sacrificadasy al año siguiente se la representan, el poco interés que despierta la obra nole afecta mayormente. Aprovechando la amistad y admiración del presidentede Uruguay, Dr. Baltasar Brum, también salteño, viaja repetidas veces aMontevideo. Poco o nada queda del joven de principios de siglo. Con algunosamigos del grupo “Anaconda” que le rodean, y entre los que se destacaAlfonsina Storni, y también con sus hijos, se le ve por las playas o paseandosin muchos aspavientos –salvo la travesura infantil de disparar el cañoncitobiblioteca ayacucho449

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