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Leer-Cuentos.-Horacio-Quiroga

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Por eso, todo lo que es elemento salvaje y cruel en su carácter aparece enriquecidopor esa horrible experiencia del dolor que lo acompaña desdela niñez. Crueldad y dolor parecen los dos elementos más íntimamentefundidos en lo hondo del carácter de este hombre trágico.La locura no fue en <strong>Quiroga</strong> sólo un tema literario. Durante toda suvida estuvo acechado por ella. Ya desde sus comienzos había sabido reconocerque “la razón es cosa tan violenta como la locura y cuesta horriblementeperderla”. Había descubierto “esa terrible espada de dos filos quese llama raciocinio”, como escribe en Los perseguidos, ese relato largo enque culmina su obsesión con el tema del doble y en que termina por expiar(del todo) el involuntario asesinato de Ferrando. Porque <strong>Quiroga</strong> conocíala locura no en el sentido patológico inmediato sino en el más sutil y elusivode la histeria.Siempre se creyó un fronterizo (como califica al héroe de “El vampiro”,noviembre 11, 1927). Lo demuestran dos testimonios tan alejados en eltiempo como estos dos que junto ahora. En una anotación de su Diario deviaje a París (abril 7, 1900) señala: “Hay días felices. ¿Qué he hecho paraque hoy por tres veces me haya sentido con ganas de escribir, y no sólo esoque no es nada; sino que haya escrito? Porque éste es el flaco de los desequilibrados.1 o ) No desear nada, cosa mortal. 2 o ) Desear enormemente, y,una vez que se quiere comenzar, sentirse impotente, incapaz de nada. Estoes terrible”. Treinta y seis años más tarde (al cabo de su carrera literaria)confirmará a Martínez Estrada: “Bien sé que ambos, entre tal vez millonesde seudosemejantes, andamos bailando sobre una maroma de idénticatrama, aunque tejida y pintada acaso de diferente manera. Somos Ud. y yofronterizos de un estado particular, abismal y luminoso, como el infierno.Tal creo”.Esta convicción nacía del conocimiento de su sensibilidad. El remediofue, es siempre, el dominio objetivo de sí mismo. Así como pudo aconsejaral joven narrador: “No escribas bajo el imperio de la emoción”, así pudoenterrar durante años en lo más profundo de su ser la memoria de la trágicamuerte de su primera esposa. Esto no significa matar el recuerdo del serquerido, sino destruir las imágenes destructoras, los ídolos.Durante toda su vida, a lo largo de toda su carrera literaria, explorócuentosXXXIV

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