Pactos para la igualdad: Hacia un futuro sostenible
El documento que la CEPAL da a conocer en esta ocasión profundiza en la línea de la igualdad de los presentados en sus dos anteriores períodos de sesiones: La hora de la igualdad: brechas por cerrar, caminos por abrir (2010, Brasilia), y Cambio estructural para la igualdad: Una visión integrada del desarrollo (2012, El Salvador). Bajo el título Pactos para la igualdad: hacia un futuro sostenible, el actual documento de posición plantea los dos grandes retos que enfrenta el desarrollo en América Latina y el Caribe: lograr mayores grados de igualdad y procurar sostenibilidad en la dinámica del desarrollo de cara a las nuevas generaciones.
El documento que la CEPAL da a conocer en esta ocasión profundiza en la línea de la igualdad de los presentados en sus dos anteriores períodos de sesiones: La hora de la igualdad: brechas por cerrar, caminos por abrir (2010, Brasilia), y Cambio estructural para la igualdad: Una visión integrada del desarrollo (2012, El Salvador).
Bajo el título Pactos para la igualdad: hacia un futuro sostenible, el actual documento de posición plantea los dos grandes retos que enfrenta el desarrollo en América Latina y el Caribe: lograr mayores grados de igualdad y procurar sostenibilidad en la dinámica del desarrollo de cara a las nuevas generaciones.
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<strong>Pactos</strong> <strong>para</strong> <strong>la</strong> <strong>igualdad</strong>: hacia <strong>un</strong> <strong>futuro</strong> <strong>sostenible</strong><br />
Finalmente, cabe seña<strong>la</strong>r que, directamente vincu<strong>la</strong>da con los trabajos que han expuesto <strong>la</strong> desigual distribución<br />
de <strong>la</strong> carga total de trabajo entre hombres y mujeres, se ha desarrol<strong>la</strong>do <strong>un</strong>a línea de investigación orientada a<br />
incorporar el uso del tiempo en el análisis de <strong>la</strong> pobreza y el bienestar (CEPAL, 2012b). En este contexto, si bien<br />
p<strong>la</strong>ntear <strong>la</strong> importancia de <strong>la</strong> incorporación de <strong>la</strong> mujer al m<strong>un</strong>do del trabajo productivo es esencial, también lo es<br />
establecer <strong>la</strong> ruta inversa. En este marco, debe revalorarse el ámbito privado e incorporar a los padres en <strong>la</strong>s <strong>la</strong>bores<br />
de cuidado a través de esquemas tales como licencias de paternidad más prolongadas que <strong>la</strong>s actualmente existentes<br />
en <strong>la</strong> región, o regímenes flexibles de parentalidad en los que el derecho no identifica automáticamente a <strong>la</strong> mujer<br />
como responsable exclusiva del cuidado de los menores.<br />
F. Mercado <strong>la</strong>boral y pueblos indígenas: des<strong>igualdad</strong>es<br />
étnicas y de género<br />
Las des<strong>igualdad</strong>es de medios, capacidades y reconocimiento recíproco se dan con especial virulencia al com<strong>para</strong>r<br />
<strong>la</strong> situación de los pueblos indígenas respecto del resto de <strong>la</strong> pob<strong>la</strong>ción, en perjuicio de los primeros. Esto es más<br />
agudo aún en el caso de <strong>la</strong>s mujeres indígenas, que sufren de discriminación y exclusión tanto por razones de género<br />
como de etnia, lo que <strong>la</strong>s convierte en sujetos de des<strong>igualdad</strong>es cruzadas.<br />
El m<strong>un</strong>do del trabajo, entre otros ámbitos, expresa estas des<strong>igualdad</strong>es cruzadas, como se demuestra en<br />
este análisis detal<strong>la</strong>do de <strong>la</strong> situación <strong>la</strong>boral de los pueblos indígenas, con especial atención a <strong>la</strong>s diferencias<br />
de género. Se utilizan aquí los indicadores disponibles en los censos de pob<strong>la</strong>ción y encuestas de hogares que<br />
responden a parámetros convencionales del trabajo en sociedades orientadas al mercado, y no necesariamente<br />
son pertinentes <strong>para</strong> comprender <strong>la</strong> economía, el bienestar y <strong>la</strong> dinámica pob<strong>la</strong>cional de los pueblos indígenas.<br />
En efecto, tradicionalmente estos pueblos han desarrol<strong>la</strong>do economías colectivas y familiares basadas en <strong>la</strong><br />
reciprocidad, y más orientadas hacia <strong>la</strong> subsistencia que a <strong>la</strong> acumu<strong>la</strong>ción de capital; de esta forma, todos los<br />
miembros del grupo familiar co<strong>la</strong>boran en <strong>la</strong> producción de los bienes (CEPAL/Fondo Indígena, 2007). Por otra<br />
parte, existe en el mercado <strong>la</strong>boral <strong>un</strong> sesgo generalizado de subestimación del trabajo femenino, sobre todo del<br />
informal o el que se realiza en el hogar, pues entre estos pueblos no existiría <strong>la</strong> distinción entre <strong>la</strong>s actividades<br />
productivas y <strong>la</strong>s reproductivas.<br />
A<strong>un</strong> con estas advertencias, <strong>la</strong> información muestra muy c<strong>la</strong>ramente el hecho de que, si bien <strong>la</strong>s herramientas<br />
del derecho internacional han establecido con c<strong>la</strong>ridad los derechos de los pueblos indígenas, persisten enormes<br />
brechas de implementación.<br />
En el gráfico III.30 se presentan <strong>la</strong>s tasas de participación en <strong>la</strong> actividad económica de los nueve países de <strong>la</strong><br />
región que cuentan con datos censales de <strong>la</strong> seg<strong>un</strong>da mitad de <strong>la</strong> década de 2000 y de <strong>la</strong> ronda de 2010, y permite<br />
constatar que, con <strong>la</strong> excepción del Ecuador y el Uruguay, <strong>la</strong> participación de <strong>la</strong>s personas indígenas es sistemáticamente<br />
más baja que <strong>la</strong> de <strong>la</strong>s no indígenas, con diferencias bien marcadas en Colombia y Panamá. La mayor ruralidad que<br />
suele caracterizar a los pueblos indígenas es, en parte, <strong>la</strong> causa de estas des<strong>igualdad</strong>es; no obstante, <strong>la</strong>s diferencias<br />
se mantienen al observar <strong>la</strong>s cifras en zonas urbanas y se agudizan en el caso de <strong>la</strong>s mujeres (véase el cuadro III.12).<br />
En los casos de Bolivia (Estado Plurinacional de) y Guatema<strong>la</strong>, <strong>la</strong>s tasas de participación económica de <strong>la</strong>s personas<br />
indígenas resultan más elevadas que <strong>la</strong>s de personas no indígenas, sobre todo en el primer país, donde además este<br />
comportamiento se constata tanto en hombres como en mujeres, así como en zonas urbanas y rurales. Las cifras de<br />
estos dos países se derivan de <strong>la</strong>s encuestas de hogares y, por tanto, no resultan del todo com<strong>para</strong>bles con los censos.<br />
Como patrón sistemático, <strong>la</strong>s mujeres indígenas son <strong>la</strong>s que presentan <strong>la</strong>s menores tasas de participación económica<br />
en 8 de los 11 países: Panamá, Colombia, Costa Rica, Nicaragua, México, Guatema<strong>la</strong>, el Perú y el Brasil. En el otro<br />
extremo, <strong>la</strong>s tasas del Uruguay, el Ecuador y Bolivia (Estado Plurinacional de) no solo son elevadas en re<strong>la</strong>ción con<br />
<strong>la</strong>s del resto (53,4%, 54,6% y 67,9%, respectivamente), sino que superan a <strong>la</strong>s de <strong>la</strong>s mujeres no indígenas. Por su<br />
parte, los hombres, con independencia de su condición étnica, son los que tienen <strong>la</strong>s mayores tasas de participación<br />
económica, y presentan <strong>un</strong> patrón de diferencias étnicas menos definido, ya que en 6 de los 11 países, tanto en<br />
zonas urbanas como rurales, <strong>la</strong>s tasas de hombres indígenas son inferiores a <strong>la</strong>s tasas de hombres no indígenas, y en<br />
los otros 5 países se presenta <strong>la</strong> situación contraria.<br />
Capítulo III<br />
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