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Patriarcas Y Profetas por Elena White

Desde los tiempos prehistóricos, traza Patriarcas y Profetas el conflicto entre el bien y el mal y su alcance universal. Este libro responde de manera sucinta a las preguntas hirvientes sobre el amor, la naturaleza humana, maldiciones generacionales, bendiciones generacionales y el trayecto de la vida. Llevando al lector detrás de la cortina para penetrar los misterios del pasado que prefigura el futuro, el libro investiga a fondo los caracteres de los hombres y las mujeres nacidos en circunstancias sombrías y probados en crisoles de arduas a través del cual se revelan defectos trágicos y virtudes dignas. Repetidas veces, ha configurado la intervención sobrenatural de forma dinámica sus cursos, mientras que sus opciones, para mejor o para peor, hacen una huella imborrable en su descendencia y sus sociedades. Se distingue a las personas a la espera de una esperanza futura tenazmente abrazando las promesas de cambio de vida ...

Desde los tiempos prehistóricos, traza Patriarcas y Profetas el conflicto entre el bien y el mal y su alcance universal. Este libro responde de manera sucinta a las preguntas hirvientes sobre el amor, la naturaleza humana, maldiciones generacionales, bendiciones generacionales y el trayecto de la vida. Llevando al lector detrás de la cortina para penetrar los misterios del pasado que prefigura el futuro, el libro investiga a fondo los caracteres de los hombres y las mujeres nacidos en circunstancias sombrías y probados en crisoles de arduas a través del cual se revelan defectos trágicos y virtudes dignas. Repetidas veces, ha configurado la intervención sobrenatural de forma dinámica sus cursos, mientras que sus opciones, para mejor o para peor, hacen una huella imborrable en su descendencia y sus sociedades. Se distingue a las personas a la espera de una esperanza futura tenazmente abrazando las promesas de cambio de vida ...

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formación de un carácter cristiano. Si nos colocamos voluntariamente en un ambiente mundano e<br />

incrédulo, desagradamos a Dios, y ahuyentamos a los ángeles de nuestras casas. Los que procuran<br />

para sus hijos riquezas y honores terrenales a costa de sus intereses eternos, comprenderán al fin<br />

que estas ventajas son una terrible pérdida.<br />

Como Lot, muchos ven a sus hijos arruinados, y apenas salvan su propia alma. La obra de<br />

su vida se pierde; y resulta en triste fracaso. Si hubiesen ejercido verdadera sabiduría, sus hijos<br />

habrían tenido menos prosperidad mundana, pero tendrían en cambio seguro derecho a la herencia<br />

inmortal. La herencia que Dios prometió a su pueblo no está en este mundo. Abrahán no tuvo<br />

posesión en la tierra, "ni aun para asentar un pie." (Hech. 7:5.) Poseía grandes riquezas y las<br />

empleaba en honor de Dios y para el bien de sus prójimos; pero no consideraba este mundo como<br />

su hogar. El Señor le había ordenado que abandonara a sus compatriotas idólatras, con la promesa<br />

de darle la tierra de Canaán como posesión eterna; y sin embargo, ni él, ni su hijo, ni su nieto la<br />

recibieron. Cuando Abrahán deseó un lugar donde sepultar sus muertos, tuvo que comprarlo a los<br />

cananeos. Su única posesión en la tierra prometida fue aquella tumba cavada en la peña en la cueva<br />

de Macpela.<br />

Pero Dios no faltó a su palabra; ni tuvo ésta su cumplimiento final en la ocupación de la<br />

tierra de Canaán <strong>por</strong> el pueblo judío. "A Abraham fueron hechas las promesas, y a su simiente."<br />

(Gál. 3:16.) Abrahán mismo debía participar de la herencia. Puede parecer que el cumplimiento de<br />

la promesa de Dios tarda mucho; pues "un día delante del Señor es como mil años y mil años como<br />

un día;" puede parecer que se demora, pero al tiempo determinado "sin duda vendrá; no tardará."<br />

(2 Ped. 3:8; Hab. 2:3.) La dádiva prometida a Abrahán y a su simiente incluía no sólo la tierra de<br />

Canaán, sino toda la tierra. Así dice el apóstol: "No <strong>por</strong> la ley fue dada la promesa a Abraham o a<br />

su simiente, que sería heredero del mundo, sino <strong>por</strong> la justicia de la fe." (Rom. 4:13.) Y la Sagrada<br />

Escritura enseña expresamente que las promesas hechas a Abrahán han de ser cumplidas mediante<br />

Cristo. Todos los que pertenecen a Cristo, "ciertamente la simiente de Abrahán" son, "y conforme<br />

a la promesa los herederos," herederos de la "herencia incorruptible, y que no puede contaminarse,<br />

ni marchitarse," herederos de la tierra libre de la maldición del pecado. Porque "el reino, y el<br />

señorío, y la majestad de los reinos debajo de todo el cielo," será "dado al pueblo de los santos del<br />

Altísimo;" y "los mansos heredarán la tierra, y se recrearán con abundancia de paz." (Gál. 3:29; 1<br />

Ped. 1.4; Dan. 7:27; Sal. 37: 11.).<br />

Dios dio a Abrahán una vislumbre de esta herencia inmortal, y con esta esperanza, él se<br />

conformó. "Por fe habitó en la tierra prometida como en tierra ajena, morando en cabañas con<br />

Isaac y Jacob, herederos juntamente de la misma promesa: <strong>por</strong>que esperaba ciudad con<br />

fundamentos, el artífice y hacedor de la cual es Dios." (Heb. 11: 9, 10.) De la descendencia de<br />

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