30.08.2016 Views

Patriarcas Y Profetas por Elena White

Desde los tiempos prehistóricos, traza Patriarcas y Profetas el conflicto entre el bien y el mal y su alcance universal. Este libro responde de manera sucinta a las preguntas hirvientes sobre el amor, la naturaleza humana, maldiciones generacionales, bendiciones generacionales y el trayecto de la vida. Llevando al lector detrás de la cortina para penetrar los misterios del pasado que prefigura el futuro, el libro investiga a fondo los caracteres de los hombres y las mujeres nacidos en circunstancias sombrías y probados en crisoles de arduas a través del cual se revelan defectos trágicos y virtudes dignas. Repetidas veces, ha configurado la intervención sobrenatural de forma dinámica sus cursos, mientras que sus opciones, para mejor o para peor, hacen una huella imborrable en su descendencia y sus sociedades. Se distingue a las personas a la espera de una esperanza futura tenazmente abrazando las promesas de cambio de vida ...

Desde los tiempos prehistóricos, traza Patriarcas y Profetas el conflicto entre el bien y el mal y su alcance universal. Este libro responde de manera sucinta a las preguntas hirvientes sobre el amor, la naturaleza humana, maldiciones generacionales, bendiciones generacionales y el trayecto de la vida. Llevando al lector detrás de la cortina para penetrar los misterios del pasado que prefigura el futuro, el libro investiga a fondo los caracteres de los hombres y las mujeres nacidos en circunstancias sombrías y probados en crisoles de arduas a través del cual se revelan defectos trágicos y virtudes dignas. Repetidas veces, ha configurado la intervención sobrenatural de forma dinámica sus cursos, mientras que sus opciones, para mejor o para peor, hacen una huella imborrable en su descendencia y sus sociedades. Se distingue a las personas a la espera de una esperanza futura tenazmente abrazando las promesas de cambio de vida ...

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

CAPÍTULO 55. El Niño Samuel<br />

ELCANA, un levita del monte de Efraín, era hombre rico y de mucha influencia, que amaba<br />

y temía al Señor. Su esposa, Ana, era una mujer de piedad fervorosa. De carácter amable y<br />

modesto, se distinguía <strong>por</strong> una seriedad profunda y una fe muy grande. A esta piadosa pareja le<br />

había sido negada la bendición tan vehementemente deseada <strong>por</strong> todo hebreo. Su hogar no conocía<br />

la alegría de las voces infantiles; y el deseo de perpetuar su nombre había llevado al marido a<br />

contraer un segundo matrimonio, como hicieron muchos otros. Pero este paso, inspirado <strong>por</strong> la<br />

falta de fe en Dios, no significó felicidad. Se agregaron hijos e hijas a la casa; pero se había<br />

mancillado el gozo y la belleza de la institución sagrada de Dios, y se había quebrantado la paz de<br />

la familia. Peninna, la nueva esposa, era celosa e intolerante, y se conducía con mucho orgullo e<br />

insolencia.<br />

Para Ana, toda esperanza parecía estar destruida, y la vida le parecía una carga pesada; no<br />

obstante, so<strong>por</strong>taba la prueba con mansedumbre y sin queja alguna. Elcana observaba fielmente<br />

las ordenanzas de Dios. Seguía subsistiendo el culto en Silo, pero debido a algunas irregularidades<br />

del ministerio sacerdotal no se necesitaban sus servicios en el santuario, al cual, siendo levita,<br />

debía atender. Sin embargo, en ocasión de las reuniones prescritas, subía con su familia a adorar y<br />

a presentar su sacrificio. Aun en medio de las sagradas festividades relacionadas con el servicio<br />

de Dios, se hacia sentir el espíritu maligno que afligía su hogar. Después de presentar las ofrendas,<br />

participaba toda la familia en un festín solemne aunque placentero. En esas ocasiones, Elcana daba<br />

a la madre de sus hijos una <strong>por</strong>ción para ella y otra para cada uno de sus hijos; y en señal de<br />

consideración especial para Ana, le daba a ella una <strong>por</strong>ción doble, con lo cual daba a entender que<br />

su afecto <strong>por</strong> ella era el mismo que si le hubiera dado un hijo.<br />

Entonces la segunda esposa, encendida de celos, reclamaba para sí la preferencia como<br />

persona altamente favorecida <strong>por</strong> Dios, y echaba en cara a Ana su condición de esterilidad como<br />

evidencia de que desagradaba al Señor. Esto se repitió año tras año hasta que Ana ya no lo pudo<br />

so<strong>por</strong>tar. Siéndole imposible ocultar su dolor, rompió a llorar desenfrenadamente y se retiró de la<br />

fiesta. En vano trató su marido de consolarla diciéndole: "Anna, ¿<strong>por</strong> qué lloras? y ¿<strong>por</strong> qué no<br />

comes? y ¿<strong>por</strong> qué está afligido tu corazón? ¿No te soy yo mejor que diez hijos?" (Véase 1 Samuel<br />

1; 2: 1-11.)<br />

408

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!