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Patriarcas Y Profetas por Elena White

Desde los tiempos prehistóricos, traza Patriarcas y Profetas el conflicto entre el bien y el mal y su alcance universal. Este libro responde de manera sucinta a las preguntas hirvientes sobre el amor, la naturaleza humana, maldiciones generacionales, bendiciones generacionales y el trayecto de la vida. Llevando al lector detrás de la cortina para penetrar los misterios del pasado que prefigura el futuro, el libro investiga a fondo los caracteres de los hombres y las mujeres nacidos en circunstancias sombrías y probados en crisoles de arduas a través del cual se revelan defectos trágicos y virtudes dignas. Repetidas veces, ha configurado la intervención sobrenatural de forma dinámica sus cursos, mientras que sus opciones, para mejor o para peor, hacen una huella imborrable en su descendencia y sus sociedades. Se distingue a las personas a la espera de una esperanza futura tenazmente abrazando las promesas de cambio de vida ...

Desde los tiempos prehistóricos, traza Patriarcas y Profetas el conflicto entre el bien y el mal y su alcance universal. Este libro responde de manera sucinta a las preguntas hirvientes sobre el amor, la naturaleza humana, maldiciones generacionales, bendiciones generacionales y el trayecto de la vida. Llevando al lector detrás de la cortina para penetrar los misterios del pasado que prefigura el futuro, el libro investiga a fondo los caracteres de los hombres y las mujeres nacidos en circunstancias sombrías y probados en crisoles de arduas a través del cual se revelan defectos trágicos y virtudes dignas. Repetidas veces, ha configurado la intervención sobrenatural de forma dinámica sus cursos, mientras que sus opciones, para mejor o para peor, hacen una huella imborrable en su descendencia y sus sociedades. Se distingue a las personas a la espera de una esperanza futura tenazmente abrazando las promesas de cambio de vida ...

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con su propósito de venganza, se llenó de horror, y cayó en una condición de insensibilidad<br />

inconsciente. Diez días después falleció. La vida que Dios le había dado, sólo había sido una<br />

maldición para el mundo. En medio de su alegría y regocijo, Dios le había dicho, como le dijo al<br />

rico de la parábola: Esta noche vuelven a pedir tu alma." (Luc. 12: 20.) David se casó después con<br />

Abigail. Ya era el marido de una esposa; pero la costumbre de las naciones de su tiempo había<br />

pervertido su juicio e influía en sus acciones. Aun hombres grandes y buenos erraron al seguir<br />

prácticas del mundo. Los resultados amargos de casarse con muchas esposas fueron gravemente<br />

sentidos <strong>por</strong> David a través de toda su vida.<br />

Después de la muerte de Samuel, David fue dejado en paz <strong>por</strong> algunos meses. Volvió a<br />

retirarse a la soledad de los zifitas; pero estos enemigos, con la esperanza de obtener el favor del<br />

rey, le revelaron el escondite de David. Estas noticias despertaron al demonio de las pasiones que<br />

habían estado adormecidas en el corazón de Saúl. Una vez más, reunió a sus hombres de armas, y<br />

los dirigió en perseguimiento de David. Pero algunos espías de éste avisaron al hijo de Isaí que<br />

Saúl le perseguía otra vez; y con unos pocos de sus hombres salió David a averiguar el sitio donde<br />

estaban sus enemigos. Ya era de noche cuando, avanzando sigilosamente, llegaron a un<br />

campamento, y vieron delante de sí las tiendas del rey y sus sirvientes. Nadie los veía; pues el<br />

campamento estaba tranquilo y entregado al sueño. David invitó a sus amigos a que le<br />

acompañaran hasta llegar en medio de sus enemigos. En contestación a su pregunta: "¿Quién<br />

descenderá conmigo a Saúl al campo?" dijo Abisaí en seguida: "Yo descenderé contigo."<br />

Protegidos <strong>por</strong> las obscuras sombras de las colinas, David y su asistente entraron en el<br />

campamento del enemigo. Mientras trataban de averiguar el número exacto de sus enemigos,<br />

llegaron adonde Saúl dormía. Su lanza estaba hincada en la tierra, y había un jarro de agua a su<br />

cabecera; al lado de él yacía Abner, su comandante en jefe; alrededor de todos ellos estaban los<br />

soldados, sumidos en el sueño. Abisaí levantó su lanza, y dijo a David: "Hoy ha Dios entregado a<br />

tu enemigo en tus manos: ahora pues, herirélo luego con la lanza, cosiéndole con la tierra de un<br />

golpe, y no segundaré." Y esperó la palabra que le diera el permiso; pero sus oídos escucharon las<br />

palabras susurradas: "No le mates: <strong>por</strong>que ¿quién extenderá su mano contra el ungido de Jehová,<br />

y será inocente? . . . Vive Jehová, que si Jehová no lo hiriere, o que su día llegue para que muera,<br />

o que descendiendo en batalla perezca, guárdeme Jehová de extender mi mano contra el ungido de<br />

Jehová; empero toma ahora la lanza que está a su cabecera, y la botija del agua, y vámonos.<br />

Llevóse pues David la lanza y la botija de agua de la cabecera de Saúl, y fuéronse; que no<br />

hubo nadie que viese, ni entendiese, ni velase, pues todos dormían: <strong>por</strong>que un profundo sueño<br />

enviado de Jehová había caldo sobre ellos." ¡Cuán fácilmente puede el Señor debilitar al más<br />

fuerte, quitar la prudencia del más sabio, y confundir la pericia del más cuidadoso! Cuando David<br />

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