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Patriarcas Y Profetas por Elena White

Desde los tiempos prehistóricos, traza Patriarcas y Profetas el conflicto entre el bien y el mal y su alcance universal. Este libro responde de manera sucinta a las preguntas hirvientes sobre el amor, la naturaleza humana, maldiciones generacionales, bendiciones generacionales y el trayecto de la vida. Llevando al lector detrás de la cortina para penetrar los misterios del pasado que prefigura el futuro, el libro investiga a fondo los caracteres de los hombres y las mujeres nacidos en circunstancias sombrías y probados en crisoles de arduas a través del cual se revelan defectos trágicos y virtudes dignas. Repetidas veces, ha configurado la intervención sobrenatural de forma dinámica sus cursos, mientras que sus opciones, para mejor o para peor, hacen una huella imborrable en su descendencia y sus sociedades. Se distingue a las personas a la espera de una esperanza futura tenazmente abrazando las promesas de cambio de vida ...

Desde los tiempos prehistóricos, traza Patriarcas y Profetas el conflicto entre el bien y el mal y su alcance universal. Este libro responde de manera sucinta a las preguntas hirvientes sobre el amor, la naturaleza humana, maldiciones generacionales, bendiciones generacionales y el trayecto de la vida. Llevando al lector detrás de la cortina para penetrar los misterios del pasado que prefigura el futuro, el libro investiga a fondo los caracteres de los hombres y las mujeres nacidos en circunstancias sombrías y probados en crisoles de arduas a través del cual se revelan defectos trágicos y virtudes dignas. Repetidas veces, ha configurado la intervención sobrenatural de forma dinámica sus cursos, mientras que sus opciones, para mejor o para peor, hacen una huella imborrable en su descendencia y sus sociedades. Se distingue a las personas a la espera de una esperanza futura tenazmente abrazando las promesas de cambio de vida ...

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CAPÍTULO 24. La Pascua<br />

CUANDO se presentó <strong>por</strong> primera vez al rey de Egipto la demanda de la liberación de Israel,<br />

se le dio una advertencia acerca de la más terrible de todas las plagas. Moisés dijo a Faraón:<br />

"Jehová ha dicho así: Israel es mi hijo, mi primogénito. Ya te he dicho que dejes ir a mi hijo, para<br />

que me sirva, mas no has querido dejarlo ir: he aquí yo voy a matar a tu hijo, tu primogénito."<br />

(Exo. 4: 22, 23.) Aunque despreciados <strong>por</strong> los egipcios, los israelitas habían sido honrados <strong>por</strong><br />

Dios, al ser escogidos como depositarios de su ley. Las bendiciones y los privilegios especiales<br />

que se les dispensaron les habían dado la preeminencia entre las naciones, como la tenía el<br />

primogénito entre los demás hermanos. El primer juicio acerca del cual se advirtió a Egipto había<br />

de ser el último en llegar.<br />

Dios es paciente y muy misericordioso. Cuida tiernamente a todos los seres creados a su<br />

imagen. Si la pérdida de sus cosechas, sus rebaños y manadas hubiera llevado a Egipto al<br />

arrepentimiento, los niños no habrían sido heridos; pero la nación había resistido tercamente al<br />

mandamiento divino, y el golpe final estaba a punto de caer. Su pena de muerte, se había prohibido<br />

a Moisés que volviera a la presencia de Faraón; pero había que entregar al monarca rebelde un<br />

último mensaje de parte de Dios, y nuevamente Moisés volvió ante aquél con el terrible anuncio:<br />

"Jehová ha dicho así: A la media noche yo saldré <strong>por</strong> medio de Egipto, y morirá todo primogénito<br />

en tierra de Egipto, desde el primogénito de Faraón que se sienta en su trono, hasta el primogénito<br />

de la sierva que está tras la muela; y todo primogénito de las bestias. Y habrá gran clamor <strong>por</strong> toda<br />

la tierra de Egipto, cual nunca fue ni jamás será. Mas entre todos los hijos de Israel, desde el<br />

hombre hasta la bestia, ni un perro moverá su lengua: para que sepáis que hará diferencia Jehová<br />

entre los egipcios y los israelitas. Y descenderán a mí todos estos tus siervos, e inclinados delante<br />

de mí dirán: Sal tú, y todo el pueblo que está bajo deti; y después de esto yo saldré." (Véase Éxodo<br />

11: 12.) Antes de ejecutar esta sentencia, el Señor <strong>por</strong> medio de Moisés instruyó a los hijos de<br />

Israel acerca de su salida de Egipto, sobre todo para preservarlos de la plaga inminente.<br />

Cada familia, sola o reunida con otra sin defecto," y con un hisopo había de tomar de la<br />

sangre y ponerla "en los dos postes y en el dintel de las casas en que lo han de comer, para que el<br />

ángel destructor que pasaría a medianoche, no entrase a aquella morada. Habían de comer la carne<br />

asada, con hierbas amargas y pan sin levadura, de noche, y como Moisés dijo: "Ceñidos vuestros<br />

lomos, vuestros zapatos en vuestros pies, y vuestro bordón en vuestra mano; y lo comeréis<br />

apresuradamente: es la Pascua de Jehová." El Señor declaró: "Yo pasaré aquella noche <strong>por</strong> la<br />

tierra de Egipto, y heriré a todo primogénito en la tierra de Egipto, así en los hombres como en las<br />

bestias: y haré juicios en todos los dioses de Egipto. . . . Y la sangre os será <strong>por</strong> señal en las casas<br />

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