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Patriarcas Y Profetas por Elena White

Desde los tiempos prehistóricos, traza Patriarcas y Profetas el conflicto entre el bien y el mal y su alcance universal. Este libro responde de manera sucinta a las preguntas hirvientes sobre el amor, la naturaleza humana, maldiciones generacionales, bendiciones generacionales y el trayecto de la vida. Llevando al lector detrás de la cortina para penetrar los misterios del pasado que prefigura el futuro, el libro investiga a fondo los caracteres de los hombres y las mujeres nacidos en circunstancias sombrías y probados en crisoles de arduas a través del cual se revelan defectos trágicos y virtudes dignas. Repetidas veces, ha configurado la intervención sobrenatural de forma dinámica sus cursos, mientras que sus opciones, para mejor o para peor, hacen una huella imborrable en su descendencia y sus sociedades. Se distingue a las personas a la espera de una esperanza futura tenazmente abrazando las promesas de cambio de vida ...

Desde los tiempos prehistóricos, traza Patriarcas y Profetas el conflicto entre el bien y el mal y su alcance universal. Este libro responde de manera sucinta a las preguntas hirvientes sobre el amor, la naturaleza humana, maldiciones generacionales, bendiciones generacionales y el trayecto de la vida. Llevando al lector detrás de la cortina para penetrar los misterios del pasado que prefigura el futuro, el libro investiga a fondo los caracteres de los hombres y las mujeres nacidos en circunstancias sombrías y probados en crisoles de arduas a través del cual se revelan defectos trágicos y virtudes dignas. Repetidas veces, ha configurado la intervención sobrenatural de forma dinámica sus cursos, mientras que sus opciones, para mejor o para peor, hacen una huella imborrable en su descendencia y sus sociedades. Se distingue a las personas a la espera de una esperanza futura tenazmente abrazando las promesas de cambio de vida ...

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ojos de Jehová." Y el Señor le dijo a David <strong>por</strong> medio del profeta: "¿Por qué pues tuviste en poco<br />

la palabra de Jehová, haciendo lo malo delante de sus, ojos? . . . Por lo cual ahora no se apartará<br />

jamás de tu casa la espada; <strong>por</strong> cuanto me menospreciaste."<br />

Aunque David se arrepintió de su pecado, y fue perdonado y aceptado <strong>por</strong> el Señor, cosechó<br />

la funesta mies de la siembra que él mismo había sembrado. Los juicios que cayeron sobre él y<br />

sobre su casa atestiguan cuanto aborrece Dios al pecado. Hasta entonces la providencia de Dios<br />

había protegido a David de todas las conspiraciones de sus enemigos, y se había ejercido<br />

directamente para refrenar a Saúl. Pero la transgresión de David había cambiado su relación con<br />

Dios. En ninguna forma podía el Señor sancionar la iniquidad. No podía ejercitar su poder para<br />

proteger a David de los resultados de su pecado como le había protegido de la enemistad de Saúl.<br />

Se produjo un gran cambio en David mismo. Quebrantaba su espíritu la comprensión de su pecado<br />

y de sus abarcantes resultados. Se sentía humillado ante los ojos de sus súbditos. Su influencia<br />

sufrió menoscabo. Hasta entonces su prosperidad se había atribuido a su obediencia concienzuda<br />

a los mandamientos del Señor. Pero ahora sus súbditos, conociendo el pecado de él, podrían verse<br />

inducidos a pecar más libremente.<br />

En su propia casa, se debilitó su autoridad y su derecho a que sus hijos le respetasen y<br />

obedeciesen. Cierto sentido de su culpabilidad le hacía guardar silencio cuando debiera haber<br />

condenado el pecado; y debilitaba su brazo para ejecutar justicia en su casa. Su mal ejemplo influyó<br />

en sus hijos, y Dios no quiso intervenir para evitar los resultados. Permitió que las cosas tomaran<br />

su curso natural, y así David fue castigado severamente.<br />

Durante un año entero después de su caída, David vivió en seguridad aparente; no había<br />

evidencia externa del desagrado de Dios. Pero la sentencia divina pendía sobre él. Rápida y<br />

seguramente se aproximaba el día del juicio y del castigo, que ningún arrepentimiento podía evitar,<br />

es decir, la agonía y la vergüenza que ensombrecía toda su vida terrenal. Los que, señalando el<br />

ejemplo de David, tratan de aminorar la culpa de sus propios pecados, debieran aprender de las<br />

lecciones del relato bíblico que el camino de la transgresión es duro. Aunque, como David, se<br />

volvieran de sus caminos impíos, los resultados del pecado, aun en esta vida, serán amargos y<br />

difíciles de so<strong>por</strong>tar. Dios quiso que la historia de la caída de David sirviera como una advertencia<br />

de que aun aquellos a quienes él ha bendecido y favorecido grandemente no han de sentirse seguros<br />

ni tampoco descuidar el velar y orar. Así ha resultado para los que con humildad han procurado<br />

aprender lo que Dios quiso enseñar con esa lección. De generación en generación, miles han sido<br />

así inducidos a darse cuenta de su propio peligro frente al poder tentador del enemigo común.<br />

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