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Patriarcas Y Profetas por Elena White

Desde los tiempos prehistóricos, traza Patriarcas y Profetas el conflicto entre el bien y el mal y su alcance universal. Este libro responde de manera sucinta a las preguntas hirvientes sobre el amor, la naturaleza humana, maldiciones generacionales, bendiciones generacionales y el trayecto de la vida. Llevando al lector detrás de la cortina para penetrar los misterios del pasado que prefigura el futuro, el libro investiga a fondo los caracteres de los hombres y las mujeres nacidos en circunstancias sombrías y probados en crisoles de arduas a través del cual se revelan defectos trágicos y virtudes dignas. Repetidas veces, ha configurado la intervención sobrenatural de forma dinámica sus cursos, mientras que sus opciones, para mejor o para peor, hacen una huella imborrable en su descendencia y sus sociedades. Se distingue a las personas a la espera de una esperanza futura tenazmente abrazando las promesas de cambio de vida ...

Desde los tiempos prehistóricos, traza Patriarcas y Profetas el conflicto entre el bien y el mal y su alcance universal. Este libro responde de manera sucinta a las preguntas hirvientes sobre el amor, la naturaleza humana, maldiciones generacionales, bendiciones generacionales y el trayecto de la vida. Llevando al lector detrás de la cortina para penetrar los misterios del pasado que prefigura el futuro, el libro investiga a fondo los caracteres de los hombres y las mujeres nacidos en circunstancias sombrías y probados en crisoles de arduas a través del cual se revelan defectos trágicos y virtudes dignas. Repetidas veces, ha configurado la intervención sobrenatural de forma dinámica sus cursos, mientras que sus opciones, para mejor o para peor, hacen una huella imborrable en su descendencia y sus sociedades. Se distingue a las personas a la espera de una esperanza futura tenazmente abrazando las promesas de cambio de vida ...

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de dinero sin interés. Se prohibía expresamente recibir usura de un hombre pobre: "Cuando tu<br />

hermano empobreciera, y se acogiere a ti, tú lo ampararás: como peregrino y extranjero vivirá<br />

contigo. No tomarás usura de él, ni aumento; mas tendrás temor de tu Dios, y tu hermano vivirá<br />

contigo. No le darás tu dinero a usura, ni tu vitualla a ganancia." (Lev. 25: 35-37.)<br />

Si la deuda quedaba sin pagar hasta el año de remisión, tampoco se podía recobrar el capital.<br />

Se le advirtió, explícitamente al pueblo que no negara, <strong>por</strong> este motivo, el auxilio necesario a sus<br />

hermanos: "Cuando hubiere en ti menesteroso de alguno de tus hermanos, ... no endurecerás tu<br />

corazón, ni cerrarás tu mano a tu hermano pobre. . . Guárdate que no haya en tu corazón perverso<br />

pensamiento, diciendo: Cerca está el año séptimo, el de la remisión; y tu ojo sea maligno sobre tu<br />

hermano menesteroso para no darle: que él podrá clamar contra ti a Jehová, y se te imputará a<br />

pecado." "No faltarán menesterosos de en medio de la tierra; <strong>por</strong> eso yo te mando, diciendo:<br />

Abrirás tu mano a tu hermano, a tu pobre, y a tu menesteroso en tu tierra," "abrirás a él tu mano<br />

liberalmente, y en efecto le prestarás lo que basta, lo que hubiere menester." (Deut. 15: 7-9, 11, 8.)<br />

Nadie necesitaba temer que su generosidad le redujera a la miseria.<br />

La obediencia a los mandamientos de Dios daría ciertamente <strong>por</strong> resultado la prosperidad.<br />

Se le dijo a Israel: "Prestarás entonces a muchas gentes, mas tú no tomarás prestado; y enseñorearte<br />

has de muchas gentes, pero de ti no se enseñorearán." (Vers. 6.) Después de "siete semanas de<br />

años, siete veces siete años," venía el gran año de la remisión, el año del jubileo. "Entonces harás<br />

pasar la trompeta de jubilación ... <strong>por</strong> toda vuestra tierra. Y santificaréis el año cincuenta, y<br />

pregonaréis libertad en la tierra a todos sus moradores; éste os será jubileo; y volveréis cada uno a<br />

su posesión, y cada cual volverá a su familia." (Lev. 25: 8-10.) "En el mes séptimo a los diez del<br />

mes; el día de la expiación," sonaba la trompeta del jubileo. Por todos los ámbitos de la tierra,<br />

doquiera habitaran los judíos, se oía el toque que invitaba a todos los hijos de Jacob a que saludaran<br />

el año de la remisión. En el gran día de la expiación, se expiaban los pecados de Israel, y con<br />

corazones llenos de regocijo el pueblo daba la bienvenida al jubileo.<br />

Como en el año sabático, no se debía sembrar ni segar, y todo lo que produjera la tierra<br />

había de considerarse como propiedad legítima de los pobres. Quedaban entonces libres ciertas<br />

clases de esclavos hebreos: todos los que no recibían su libertad en el año sabático. Pero lo que<br />

distinguía especialmente el año del jubileo era la restitución de toda propiedad inmueble a la<br />

familia del poseedor original. Por indicación especial de Dios, las tierras habían sido repartidas<br />

<strong>por</strong> suertes. Después de la repartición, nadie tuvo derecho a cambiar su hacienda <strong>por</strong> otra. Tampoco<br />

debía vender su tierra, a no ser que la pobreza le obligara a hacerlo, y aun en tal caso, en cualquier<br />

momento que él o alguno de sus parientes quisiera rescatarla, el comprador no debía negarse a<br />

venderla; y si no se redimía la tierra, debía volver a su primer poseedor o a sus herederos en el año<br />

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