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Patriarcas Y Profetas por Elena White

Desde los tiempos prehistóricos, traza Patriarcas y Profetas el conflicto entre el bien y el mal y su alcance universal. Este libro responde de manera sucinta a las preguntas hirvientes sobre el amor, la naturaleza humana, maldiciones generacionales, bendiciones generacionales y el trayecto de la vida. Llevando al lector detrás de la cortina para penetrar los misterios del pasado que prefigura el futuro, el libro investiga a fondo los caracteres de los hombres y las mujeres nacidos en circunstancias sombrías y probados en crisoles de arduas a través del cual se revelan defectos trágicos y virtudes dignas. Repetidas veces, ha configurado la intervención sobrenatural de forma dinámica sus cursos, mientras que sus opciones, para mejor o para peor, hacen una huella imborrable en su descendencia y sus sociedades. Se distingue a las personas a la espera de una esperanza futura tenazmente abrazando las promesas de cambio de vida ...

Desde los tiempos prehistóricos, traza Patriarcas y Profetas el conflicto entre el bien y el mal y su alcance universal. Este libro responde de manera sucinta a las preguntas hirvientes sobre el amor, la naturaleza humana, maldiciones generacionales, bendiciones generacionales y el trayecto de la vida. Llevando al lector detrás de la cortina para penetrar los misterios del pasado que prefigura el futuro, el libro investiga a fondo los caracteres de los hombres y las mujeres nacidos en circunstancias sombrías y probados en crisoles de arduas a través del cual se revelan defectos trágicos y virtudes dignas. Repetidas veces, ha configurado la intervención sobrenatural de forma dinámica sus cursos, mientras que sus opciones, para mejor o para peor, hacen una huella imborrable en su descendencia y sus sociedades. Se distingue a las personas a la espera de una esperanza futura tenazmente abrazando las promesas de cambio de vida ...

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nuestros cánticos de alabanza debiéramos procurar aproximarnos tanto como sea posible a la<br />

armonía de los coros celestiales. La educación apropiada de la voz es un rasgo im<strong>por</strong>tante en la<br />

preparación general, y no debe descuidarse. El canto, como parte del servicio religioso, es tanto<br />

un acto de culto como lo es la oración. El corazón debe sentir el espíritu del canto para darle<br />

expresión correcta. ¡Cuánta diferencia media entre aquellas escuelas donde enseñaban los profetas<br />

de Dios, y nuestras instituciones modernas de saber! ¡Cuán pocas escuelas pueden encontrarse que<br />

no se rijan <strong>por</strong> las máximas y costumbres del mundo! Hay una falta deplorable de gobierno y<br />

disciplina. Es alarmante la ignorancia que existe acerca de la Palabra de Dios entre los que se hacen<br />

llamar cristianos. Las conversaciones triviales y el mero sentimentalismo pasan <strong>por</strong> enseñanza en<br />

el campo de la moral y de la religión. La justicia y la misericordia de Dios, la belleza de la santidad<br />

y la recompensa segura <strong>por</strong> el bien hacer, el carácter odioso del pecado y la certidumbre de sus<br />

terribles consecuencias, no se recalcan en la mente de los jóvenes. Las amistades perversas están<br />

instruyendo a la juventud en los caminos del crimen, de la disipación y del libertinaje.<br />

¿No podrían los educadores actuales aprender de las antiguas escuelas hebreas algunas<br />

lecciones provechosas? El que creó al hombre proveyó para el desarrollo de su cuerpo, alma y<br />

mente. Por consiguiente, el verdadero éxito en la educación depende de la fidelidad con la cual el<br />

hombre lleva a cabo el plan del Creador. El verdadero propósito de la educación es restaurar la<br />

imagen de Dios en el alma. En el principio, Dios creó al hombre a su propia semejanza. Le dotó<br />

de cualidades nobles. Su mente era equilibrada, y todas las facultades de su ser eran armoniosas.<br />

Pero la caída y sus resultados pervirtieron estos dones. El pecado echó a perder y casi hizo<br />

desaparecer la imagen de Dios en el hombre. Restaurar ésta fue el objeto con que se concibió el<br />

plan de la salvación y se le concedió un tiempo de gracia al hombre. Hacerle volver a la perfección<br />

original en la que fue creado, es el gran objeto de la vida, el objeto en que estriba todo lo demás.<br />

Es obra de los padres y maestros, en la educación de la juventud, cooperar con el propósito<br />

divino; y al hacerlo son "coadjutores . . . de Dios." (1 Cor. 3: 9.) Todas las distintas capacidades<br />

que el hombre posee -de la mente, del alma y del cuerpo- le fueron dadas <strong>por</strong> Dios para que las<br />

dedique a alcanzar el más alto grado de excelencia posible. Pero esta cultura no puede ser egoísta<br />

ni exclusiva; <strong>por</strong>que el carácter de Dios, cuya semejanza hemos de recibir, es benevolencia y amor.<br />

Toda facultad y todo atributo con que el Creador nos haya dotado deben emplearse para su gloria<br />

y para el ennoblecimiento de nuestros semejantes. Y en este empleo se halla la ocupación más<br />

pura, más noble y más feliz. Si se concediera a este principio la atención que merece <strong>por</strong> su<br />

im<strong>por</strong>tancia, se efectuaría un cambio radical en algunos de los métodos corrientes de enseñanza.<br />

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