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Patriarcas Y Profetas por Elena White

Desde los tiempos prehistóricos, traza Patriarcas y Profetas el conflicto entre el bien y el mal y su alcance universal. Este libro responde de manera sucinta a las preguntas hirvientes sobre el amor, la naturaleza humana, maldiciones generacionales, bendiciones generacionales y el trayecto de la vida. Llevando al lector detrás de la cortina para penetrar los misterios del pasado que prefigura el futuro, el libro investiga a fondo los caracteres de los hombres y las mujeres nacidos en circunstancias sombrías y probados en crisoles de arduas a través del cual se revelan defectos trágicos y virtudes dignas. Repetidas veces, ha configurado la intervención sobrenatural de forma dinámica sus cursos, mientras que sus opciones, para mejor o para peor, hacen una huella imborrable en su descendencia y sus sociedades. Se distingue a las personas a la espera de una esperanza futura tenazmente abrazando las promesas de cambio de vida ...

Desde los tiempos prehistóricos, traza Patriarcas y Profetas el conflicto entre el bien y el mal y su alcance universal. Este libro responde de manera sucinta a las preguntas hirvientes sobre el amor, la naturaleza humana, maldiciones generacionales, bendiciones generacionales y el trayecto de la vida. Llevando al lector detrás de la cortina para penetrar los misterios del pasado que prefigura el futuro, el libro investiga a fondo los caracteres de los hombres y las mujeres nacidos en circunstancias sombrías y probados en crisoles de arduas a través del cual se revelan defectos trágicos y virtudes dignas. Repetidas veces, ha configurado la intervención sobrenatural de forma dinámica sus cursos, mientras que sus opciones, para mejor o para peor, hacen una huella imborrable en su descendencia y sus sociedades. Se distingue a las personas a la espera de una esperanza futura tenazmente abrazando las promesas de cambio de vida ...

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CAPÍTULO 36. En el Desierto<br />

DURANTE casi cuarenta años los hijos de Israel se pierden de vista en la obscuridad del<br />

desierto. "Y los días -dice Moisés- que anduvimos de Cadesbarnea hasta que pasamos el arroyo de<br />

Zered, fueron treinta y ocho años; hasta que se acabó toda la generación de los hombres de guerra<br />

de en medio del campo, como Jehová les había jurado. Y también la mano de Jehová fue sobre<br />

ellos para destruirlos de en medio del campo, hasta acabarlos." (Deut. 2: 14, 15.) Durante todos<br />

estos años se le recordó constantemente al pueblo que estaba bajo la reprensión divina. En la<br />

rebelión de Cades había rechazado a Dios y <strong>por</strong> el momento Dios lo había rechazado. Puesto que<br />

los israelitas habían sido infieles a su pacto, no debían recibir la señal de él, o sea el rito de la<br />

circuncisión. Su deseo de regresar a la tierra de su esclavitud había demostrado que eran indignos<br />

de la libertad, y <strong>por</strong> consiguiente, no se había de observar la Pascua, instituida para conmemorar<br />

su liberación de la esclavitud. No obstante, el hecho de que subsistía el servicio del tabernáculo<br />

atestiguaba que Dios no había abandonado totalmente a su pueblo. Su providencia seguía<br />

supliendo sus necesidades.<br />

"Jehová tu Dios te ha bendecido en toda obra de tus manos dijo Moisés, al repasar la historia<br />

de su peregrinaje: -él sabe que andas <strong>por</strong> este gran desierto; estos cuarenta años Jehová fue contigo;<br />

y ninguna cosa te ha faltado." (Vers. 2.) Y el himno de los levitas, conservado <strong>por</strong> Nehemías,<br />

describe vívidamente el cuidado de Dios <strong>por</strong> Israel, aun durante aquellos años cuando estaban<br />

desechados y desterrados: "Tú, con todo, <strong>por</strong> tus muchas misericordias no los abandonaste en el<br />

desierto: la columna de nube no se apartó de ellos de día, para guiarlos <strong>por</strong> el camino, ni la columna<br />

de fuego de noche, para alumbrarles el camino <strong>por</strong> el cual habían de ir. Y diste tu Espíritu bueno<br />

para enseñarlos, y no retiraste tu maná de su boca, y agua les diste en su sed. Y sustentástelos<br />

cuarenta años en el desierto; de ninguna cosa tuvieron necesidad: sus vestidos no se envejecieron,<br />

ni se hincharon sus pies." (Neh. 9: 19-21.)<br />

Las peregrinaciones <strong>por</strong> el desierto fueron ordenadas no solamente como castigo para los<br />

rebeldes y murmuradores, sino que habían de servir también como disciplina para la nueva<br />

generación que se iba desarrollando, a fin de prepararla para su entrada en la tierra prometida.<br />

Moisés le dijo: "Como castiga el hombre a su hijo, así Jehová tu Dios te castiga," "para afligirte,<br />

<strong>por</strong> probarte, para saber lo que estaba en tu corazón, si habías de guardar o no sus mandamientos.<br />

Y te afligió, e hízote tener hambre, y te sustentó con maná, comida que no conocías tú, ni tus<br />

padres la habían conocido; para hacerte saber que el hombre no vivirá de sólo pan, mas de toda<br />

palabra que sale de la boca de Jehová vivirá el hombre." (Deut. 8: 5, 2, 3.) "Hallólo en tierra de<br />

desierto, y en desierto horrible y yermo; trájolo alrededor, instruyólo, gardólo como la niña de su<br />

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