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VIOLENCIA 2

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ESTUDIOS PARA LA NO-<strong>VIOLENCIA</strong> 2<br />

que encuentran un referente en ciertas nacionalidades, lenguas, costumbres,<br />

religiones, etcétera. Pero no solo eso, la amenaza se extiende desde el ámbito de<br />

lo político a la vida cotidiana, a los espacios que anteriormente no eran sujetos<br />

de ley. Pareciera entonces como si la amenaza se extendiera hacia espacios más<br />

recónditos, dejando pocos espacios libres de su acecho y activando las alarmas<br />

que hoy corroboramos hasta el cansancio: el blindaje, la inmunidad, la protección;<br />

mismas que contribuyen a hacer sentir con más apremio la necesidad<br />

de no encontrarse desamparado frente a tantos peligros inminentes. Buscando<br />

respuesta a esta incertidumbre y con la finalidad de encontrar a toda costa resguardo,<br />

el sujeto trueca su libertad por una seguridad exigua.<br />

En medio de esta confusión, en la que es moneda común la amenaza amorfa<br />

y omnipresente, se encuentra una confusión de términos que oscurecen aun<br />

más la precisión y diferenciación entre lo que es una amenaza real y lo que no<br />

lo es. Uno de estos casos es el uso indistinto que se hace entre los conceptos de<br />

riesgo y amenaza, que desde luego, conlleva repercusiones que van más allá de<br />

lo meramente lingüístico.<br />

Un criterio de diferenciación propuesto por el sociólogo italiano Fabrizio<br />

Battistelli para ambos términos es la intencionalidad. El riesgo, en tanto posibilidad<br />

latente, carece de una intención consciente y explícita de ocasionar un<br />

daño, mientras que la amenaza, al estar inscrita en la potencialidad a semejanza<br />

del riesgo, se distingue de este en cuanto existe una intención clara y manifiesta<br />

de ocasionar daño:<br />

Solamente la distinción entre la amenaza (como la que el autor del crimen<br />

planea para su víctima) y el riesgo (como puede ser considerado el accidente<br />

vial fortuito, como resultado inesperado y no deseado de un fenómeno que de<br />

otra manera es funcional) permite comprender por qué, en caso de un daño<br />

semejante, la persona que ha sufrido un daño físico (pongamos por caso, la<br />

luxación del espalda) a causa de un incidente vehicular a menudo tiende a<br />

presentar una actitud menos emotiva que el mostrado por una persona que ha<br />

sufrido un daño físico equivalente por causa de un robo. 20<br />

Los criterios de demarcación entre el riesgo y la amenaza obedecen también<br />

a una distinción entre la responsabilidad individual y estatal, en razón de<br />

que el riesgo se circunscribe mayoritariamente a la esfera individual y las<br />

amenazas deben ser enfrentadas principalmente por una entidad colectiva.<br />

20. Fabrizio Battistelli, La sicurezza e la sua ombra, Roma, Donzelli editore, 2016, p. 45.<br />

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