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ESTUDIOS PARA LA NO-<strong>VIOLENCIA</strong> 2<br />
¿Cómo explicar que tanta gente quiera visionar estos vídeos? ¿Quieren informarse,<br />
como dicen a veces en los foros, o simplemente se sienten «intrigados»<br />
por la muerte filmada en directo? ¿Qué razones, qué pulsiones conducen a<br />
un adolescente o a un adulto a contemplar o a discutir durante horas en un<br />
chat con desconocidos acerca de estos indecibles espectáculos? ¿Qué visión del<br />
hombre pueden tener, cuando viven en una sociedad que no deja de potenciar<br />
los derechos humanos. 22<br />
Las redes sociales sirven como agentes de producción social y cultural, pero<br />
también, como en la vida real, de reproducción de la violencia. No se trata de<br />
pensar que porque hay redes sociales hay violencia o que la violencia es un<br />
fenómeno nuevo en las redes sociales, no. Hay un matiz que debemos pensar.<br />
Las redes sociales no son otra cosa que el reproductor de los fenómenos que<br />
habitan y han construido a esta sociedad.<br />
Lo nuevo, lo preponderante es el hecho de que la violencia se multiplica<br />
exponencialmente, se hace viral, se ve por todos lados, y todos quieren participar<br />
en ella, aunque su participación solo sea ideal más que real, pero está ahí,<br />
potencialmente se lleva a cabo, se pone en acción, en obra. Otra cuestión que<br />
hay que discutir es que las redes mismas son violentas, ellas imponen conductas,<br />
formas de ver y de pertenecer al mundo, hacen virales fotografías o vídeos, son<br />
los medios mismos de la reproductibilidad sin límites pero, al mismo tiempo,<br />
forman y conforman.<br />
Sin duda, las redes son el «panóptico» del siglo xxi: visibilización no solo<br />
de la violencia sino de quienes son sus actores, porque lo que se plantea es<br />
el problema de la visibilidad totalmente organizada alrededor de una mirada<br />
dominadora y vigilante como lo son las redes sociales. Ellas ponen en marcha de<br />
nueva cuenta el viejo proyecto de una visibilidad universal, que procede no ya<br />
en provecho de un poder riguroso y meticuloso como decía Foucault, sino que<br />
modifica las subjetividades, hiere las intimidades, cambia los discursos, centellea<br />
en ellas el resplandor sí, de la vigilancia y el control, pero también la reubicación<br />
de la homogeneización de las subjetividades.<br />
En este sentido, como explica Foucault,<br />
Bentham es el complemento de Rousseau. ¿Cuál es, en efecto, el sueño rousseauniano<br />
que ha animado a tantos revolucionarios? El de una sociedad transparente,<br />
visible y legible a la vez en cada una de sus partes; que no existan<br />
zonas oscuras, zonas ordenadas por los privilegios del poder real o por las prerrogativas<br />
de tal o tal cuerpo, o incluso por el desorden; que cada uno, desde<br />
22. Michela Marzano, La muerte como espectáculo. Estudio sobre la «Realidad-horror»,<br />
México, Tusquets, 2010, p. 14.<br />
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