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<strong>VIOLENCIA</strong> Y DEMOCRACIA<br />
entre los efectos directos de la escalada de violencia y uno de sus efectos secundarios<br />
más perversos, los efectos analgésicos derivados de su normalización en<br />
un espacio público saturado con los códigos de la violencia, independientemente<br />
de su origen y fines:<br />
[…] La pregunta por la violencia toca su fondo de problematicidad al momento<br />
que ese espacio se ve excedido; esto es, no puede contener más lo que se<br />
presumía lo hacía ser espacio y ser común: hoy el espacio común surge como un<br />
continuum de violencias que atentan absolutamente contra la irremplazabilidad<br />
de la vida de los individuos, que se afirma ser lo más común de la comunidad.<br />
¿Acaso no es la repetibilidad de la muerte infundida, ahora, lo más común<br />
posible ante la irremplazabilidad de la singularidad humana? 3<br />
Mi reflexión sobre la violencia comparte, así mismo, la urgencia por entender<br />
la serie de relaciones paradójicas, causales y cooperativas que esta guarda con<br />
la política y la mitología atendiendo a los supuestos y lógicas desde los que<br />
las paradojas y el extrañamiento frente a la violencia se enuncian. Se trata, por<br />
un lado, de la urgencia por hacer manifiesto el doble carácter de la violencia:<br />
una violencia que mantiene y reproduce el status quo y una violencia revolucionaria<br />
creadora y creativa. 4 Pero también de la urgencia por plantear las<br />
paradojas de la violencia de manera responsable, en su debida complejidad<br />
y extrayendo de ellas su potencial productivo. Esto es, sin enredarnos en un<br />
pensamiento estéril de paradojas y poniendo en cambio las herramientas de<br />
la lógica y la topología al servicio de una agenda de investigación que nos<br />
permita pensarlas de otro modo para reconstruir las posibilidades de un<br />
habitar de habitares:<br />
El problema de la ley y la violencia supone una lógica (aristotélica bivaluada en<br />
la que solo podemos aceptar o rechazar). Por ello es que se exige una interpretación<br />
nueva de la paradoja. Cómo pensar con otra lógica que acepte un tercero<br />
(un tercer valor entre aceptar y rechazar los valores de una paradoja planteada en<br />
términos aristotélicos) y que vuelva la paradoja productiva, cómo pensar un origen<br />
múltiple y distribuido y en general lo otro de forma no puramente negativa,<br />
no solo lo otro de la presencia, sino la presencia de otro modo, son los requisitos<br />
mínimos para reinterpretar la violencia, la revolución, el mito y la comunidad<br />
más allá de su círculo vicioso. 5<br />
3. A. Aguirre, «Nuestro espacio doliente: sobre la violencia», en A. Aguirre y A. Nochebuena,<br />
(comps.), Estudios para la No-violencia I, op. cit., p. 65.<br />
4. Walter Benjamin, Para una crítica de la violencia y otros textos, México, Taurus, 2001.<br />
5. A. Romero Contreras, «En torno a la crítica de la violencia en Walter Benjamin y<br />
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